El glaucoma no da síntomas hasta que está en fases avanzadas y ya es irreversible; por eso, detectarla a tiempo mediante revisiones oculares es clave para detener su progresión. La clave está en identificar a las personas con más riesgo.
María R. Lagoa
La causa principal es un aumento de la tensión ocular, que determina un daño mecánico del nervio óptico y muerte de células ganglionares de la retina. El nervio óptico es el encargado de transmitir la información visual al cerebro, que a su vez se ocupa de procesarla. El aumento de la tensión ocular suele obedecer a la obstrucción de conductos de salida del humor acuoso en el ángulo de la cámara anterior del ojo, un proceso que en la mayor parte de las ocasiones está relacionado con el envejecimiento.
Factores de riesgo del glaucoma
La tensión ocular alta es la causa y, por tanto, el primer factor de riesgo y el único que se puede tratar. Hay que tener muy en cuenta también la edad, como señala el presidente de la Sociedad Española de Glaucoma: “A mayor edad más riesgo. Por debajo de los 40 años es poco frecuente, pero por encima de esa edad, cada década se multiplica la incidencia”.
Un factor importante es tener familiares directos con esta patología ocular. “Hay estudios que dicen que incrementa el riesgo hasta nueve veces con respecto a la población sin familiares afectos”, significa López. Pese a ello, no se considera que los glaucomas más frecuentes tengan un patrón de herencia concreto, aunque existen glaucomas congénitos y hereditarios asociados a anomalías genéticas, como podría ser la aniridia (ausencia total o parcial del iris).
La lista continúa con la miopía. “No sólo la miopía sino también la cuantía; a más dioptrías, más riesgo de padecer glaucoma y más gravedad”, apunta Muñoz Negrete. La raza no blanca aumenta la incidencia, la gravedad y además las posibilidades de que la enfermedad aparezca a edades más tempranas. Sin embargo, el tipo concreto de glaucoma por cierre angular, que es mucho menos frecuente, se vincula con la hipermetropía y es más común en las mujeres.
Asimismo, tienen más riesgo las personas diabéticas, que tienen una predisposición anatómica, o que toman esteroides o fármacos vasoconstrictores de manera prolongada. López añade el síndrome de pseudoexfoliación, muy prevalente en algunas regiones como Galicia. Este síndrome tiene una base genética y se produce cuando dentro del ojo se libera material fibrilar y obstruye la vía de drenaje habitual. Tampoco suele producir síntomas y se detecta en las revisiones oftalmológicas.
La revisión oftalmológica, única prevención
Teniendo en cuenta todas estas premisas, la conclusión y recomendación es que la mejor prevención es la revisión por parte de un oftalmólogo que realice un examen ocular completo, que debe incluir una medición de la presión intraocular, la revisión del ángulo de drenaje del ojo, un examen del nervio óptico, la prueba de visión periférica y la medición del espesor de la córnea.
Según López, una persona sana debe someterse a estas revisiones cada dos o tres años cuando supera los 50 y, si tiene otros factores de riesgo, como familiares directos con glaucoma, miopía o diabetes, cada año. El presidente de la Sociedad Española de Glaucoma adelanta hasta los 40 esas revisiones oftalmológicas: “En el glaucoma de ángulo abierto, cuando se produce la típica visión de túnel, ya hemos llegado tarde. En el de ángulo cerrado, puede haber un glaucoma agudo, que provoca dolor ocular intenso, acompañado de pérdida rápida de visión, enrojecimiento, náuseas y vómitos. El paciente puede ser tratado en urgencias de inmediato, pero si realiza revisiones periódicas, puede indicarse una iridotomía láser preventiva que previene los episodios agudos”.
Tratamiento del glaucoma
López concuerda en que si el paciente llega en malas condiciones, “hay muy pocas soluciones”. El único tratamiento que tiene evidencia científica es bajar la tensión ocular. Los colirios que tienen este efecto constituyen el tratamiento de primera línea. Inicialmente, se comienza con uno, pero es muy frecuente que se precisen varios.
Cada vez se está indicando antes la trabeculoplastia selectiva con láser, que puede controlar casos leves o precoces. El especialista del Instituto Gómez-Ulla señala que la Sociedad Europea del Glaucoma ya sitúa esta técnica como primera línea de tratamiento y destaca una ventaja frente a los colirios: “Este tratamiento no depende de que el paciente se ponga las gotas, lo que es importante porque uno de los problemas que tenemos es precisamente la adherencia”.
Cuando no es suficiente, hay que recurrir a la cirugía. “Existen dispositivos para cirugía mínimamente invasiva que pueden ser utilizados en casos más leves. Pero cuando se requiere una mayor bajada de tensión ocular se recurre a procedimientos de cirugía filtrante como trabeculectomía o esclerectomía profunda no perforante”, explica Muñoz Negrete.
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