Kintun Wingkulche
Mapuche , Comunista
Desde los primeros días del mes de diciembre, en todo el mundo, las diferentes organizaciones de DDHH empiezan a convocar a sus actividades, para conmemorar la Declaración universal de los derechos humanos de la ONU, efectuada el 10 de diciembre de 1948.
Mucha agua ha corrido bajo el puente, desde entonces se han firmado muchos Pactos y Tratados de DDHH, se han ampliado sus áreas de competencias, tanto en nuevos derechos adquiridos como en cobertura en el tiempo. Ya vamos por la cuarta generación de DDHH. Eso no es malo, por el contrario, deja a todos muy contentos. A todos los que se conforman con discursos declarativos de principios y valores que los sitúan por sobre el común de la gente, líderes locales, mundiales, políticos, religiosos y de un cuanto hay.
¿Qué pasa con los nadies, los ciudadanos de a pie, los desposeídos? Pues muchos se contentan. Son los que se conforman con el discurso, sin fijarse en las acciones de quienes tienen la misión de defender y hacer cumplir estos derechos.
Luego vienen las frustraciones, los lamentos, los dolores. ¿Dónde está mi hijo? ¿Dónde está mi marido? ¿qué pasó con mi hija?, ella estaba embarazada cuando se la llevaron. ¿Dónde están los desaparecidos, dónde? El lamento se repite de país en pais. Mi padre está detenido, pero no sabemos la razón, dicen que es terrorista. Hace dos meses que no lo podemos ver. Debemos pagar para que lo cambien a una celda con más
comodidades, es decir con menos reos hacinados.
Mi esposo es profesor de Química y además es artista plástico, se llama Alcides. Mi marido es defensor de los DDHH, trabaja en una ONG, además es sindicalista, se llama Gabriel. Mi hijo se llama Alonso es ingeniero en pesca, trabajaba con los pescadores haciendo proyectos. Mi padre se llama Reynaldo, es sindicalista, poeta, líder comunitario, casi nunca lo podemos ver, sale muy caro pagar las cuotas para entrar al recinto donde lo tienen, preferimos enviarle comida, también debemos pagar por ello. Mi hijo se llama Nestor, es un buen muchacho, era
mi sostén, es revolucionario, siempre ayudando en la comunidad. Todos lo quieren, no entiendo porque se lo llevaron. Solo quiero que me lo devuelvan. Que me lo devuelvan antes de que yo muera. Mi defendido se llama Emilio, es sindicalista, estuvo en el primer encuentro tripartito con la OIT, no podemos acceder a copias certificadas de los expedientes.
¿Por qué, por qué?, ¿dónde están? ¿Dónde están los cuerpos de mis nietos? ¿Dónde se encuentra mi nieto que mi hija parió en prisión? ¿Dónde están? ¿Por qué nuestros muchachos, son llevados a prisiones tan lejos de sus comunidades? ¿Por qué se violan los acuerdos de ddhh con los pueblos originarios? ¿Por qué son mantenidas en
prisión la machi y otras mujeres mapuche en Argentina? ¿Por qué se permite a los camioneros cortar las vías sin que haya castigo? ¿Por qué son encarcelados los mapuches hijos de Héctor Llaitul? Son tantas las preguntas, los lamentos.
Quienes violan los DDHH son los gobiernos, los encargados de defenderlos, algunos teóricos dicen que los DDHH son una entidad que permanece por sobre los Estados, como un ovni flotando sobre ellos. Por esa razón serían impolutos, no contaminados por doctrinas políticas. No volveré sobre este punto, ya lo he tratado en varios artículos explicando la hipocresía de esa frase.
Sin embargo, es bueno recordar algunas consideraciones acerca de DDHH, los cuales se reputan como, intrínsecos a la persona humana en un doble contexto: desde el punto de vista general, como consideraciones inmanentes a la civilización y, singularmente, como atributos de toda persona por el sólo hecho de serlo. Siendo reconocidos sin desigualdad ni discriminación alguna. Así encontramos esta definición de los derechos humanos: son un conjunto de principios y garantías básicas para el ser humano, representadas por afirmaciones o ratificaciones del valor dignidad y el respeto de la persona frente al Estado. (Álvarez, 2005), Ferrajoli (2007), otro teórico de los DDHH, se apoya en tres criterios axiológicos. El primero de ellos es el nexo existente entre “derechos humanos y paz”, que se instituye en la Declaración Universal de 1948.
Un segundo criterio lo constituye la relación entre derechos, igualdad y diferencias culturales. El referido a la igualdad serían, la libertad, el derecho a la no discriminación y la objeción de conciencia. En los derechos sociales dirigidos a reducir las asimetrías socio- económicas entre las personas.
Un tercer criterio, es el rol de los derechos fundamentales como leyes del más débil. Afirma que todos los derechos que tienen la categoría de fundamentales son leyes que cumplen un rol alternativo frente a la “ley del más fuerte”, impera en caso de no existir las leyes de los más débiles. Un ejemplo de esto sería lo que sucede en el Arco Minero del Orinoco, donde el derecho a la vida de los pueblos originarios, contra aquél más fuerte que puede colocarla en riesgo.
Reitero, que el ente obligado en salvaguardar los derechos humanos es el Estado, siendo de ese modo el responsable por las lesiones que se cometan contra estos derechos esenciales. No debería importar si ese Estado es de derecha o de izquierda.
Debo agregar que las Naciones unidas se han fijado como objetivo primordial en materia de derechos humanos, que la humanidad goce de la máxima libertad y dignidad. Para que pueda alcanzarse este objetivo, es preciso que con leyes de todos los países reconozcan a cada individuo, sea cual fuere su raza, idioma, religión o credo político, la libertad de expresión, de información, de conciencia y de religión, así como el derecho a participar plenamente en la vida política, económica, social y cultural de su país.
Por tanto, cuando hablamos de derechos humanos, podemos inferir que es una filosofía de vida. Basada en el respeto mutuo, con todas las características que una persona tiene cuando vive dentro de una sociedad, y que el Estado debe garantizarlos por ser parte importante de ella.
El arroz con mango se arma cuando los defensores de estos derechos se ven en la disyuntiva de defender un régimen específico, por ejemplo, durante la dictadura de Pinochet en Chile, todas las personas de izquierdas y demócratas, defendían a los presos políticos y condenaban a la dictadura por las desapariciones forzadas, torturas y detenciones arbitrarias de los disidentes. Lo mismo ocurría en Argentina cuando la dictadura de Videla y otras dictaduras en diferentes países, recuerdo a Fujimori en el Perú y las condiciones infrahumanas en que se
tenía a los prisioneros políticos.
Cuando Mandela estuvo preso en Sudáfrica, luego de su juicio en 1964, permaneció 27 años en prisión, muchos defensores permanecieron silentes. Lo mismo cuando estaban prisioneros los combatientes del IRA en Inglaterra. Solo se activaron cuando la huelga de hambre terminó con la vida de Bobby Sand en 1981.
Así existen muchos ejemplos que desvirtúan el carácter impoluto de los DDHH y de sus defensores. Observo que se acomodan según con que filosofía se suscriben.
Si desde su óptica, a mi juicio estrecha, determinan que un régimen con una verborrea socialista comete violaciones de DDHH, entonces no se pronuncian porque hay que defender el proceso. No se debate acerca de cuál es interés de clases del llamado proceso. Por ejemplo, se le tilda de socialista sin considerar las contradicciones con la clase obrera, de la razzia desatada contra los gremialistas, sindicalistas y líderes sociales que luchan por un socialismo de verdad sin apellidos. Se encara y etiqueta de socialdemócrata y traidor el gobierno de Boric y se dice que viola los DDHH. Hasta donde llega mi entendimiento nadie ha muerto por
torturas durante este nuevo gobierno chileno, lo que no quiere decir que Boric sea un socialista, solo llega a ser un progresista, con muchas ideas posmodernas. Así ocurre con otros países. Primero se mira los intereses de los regímenes y según eso defendemos o criticamos. En Venezuela existen muchos presos políticos, del estamento
militar. Ellos han sido apresados por adversar el gobierno de Nicolás Maduro, un presidente que de obrero no tiene nada. Estas personas han sido torturadas, algunas han muerto bajo torturas. Hecho deleznable y condenable ante cualquier persona que sea coherente con su pensamiento y accionar. Ellos no son comunistas ni socialistas, por el contrario. Son de pensamientos de derecha.
Me pregunto ¿Es coherente dejar que sus correligionarios los defiendan? O quizás ¿Podríamos coincidir con algunas acciones de peticiones de libertad? ¿El dolor de los familiares es distinto del dolor de los prisioneros políticos de izquierda? ¿Un niño siente diferente la ausencia de su padre en prisión, si este padre es comunista, o anticomunista? ¿Una madre tiene menos dolor por ser su hijo anticomunista? ¿Sufre más la madre de Néstor, que clama por la liberación de su hijo?
Este arroz con mango me sabe amargo en esta conmemoración de los DDHH. Si no somos coherentes no podemos hablar de dignidad humana.
Las ideas no se encarcelan. Las ideas siempre serán semillas de LIBERTAD. Nos abren un mundo nuevo para transitar.
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El Pepazo