Los 58 años del maestro Pibo Márquez. Entre proyectos de nuevas presentaciones en Estados Unidos y el mundo, la culminación de un disco e inicio de otro, el caraqueño tiene una agenda full. Felicidades, maestro.
Luis Carlucho Martín
Con el incesante repicar de sus pluri rítmicos tambores en sintonía con el amplio repertorio afro latino, hoy 22 de junio, el maestro Joel Pibo Márquez cumple 58 años de edad que celebra al materializar su reinvención en la que han influido sonoridades de gaita, salsa, jazz y blues, a lo que suma música religiosa yoruba, con la que logra paz espiritual para enfocarse en diversos proyectos, que no solo demandan de su excelsa percusión sino de sus cualidades vocales, las que expondrá en un nuevo disco que está bastante adelantado y que genera grandes expectativas.
Pibo –más de calidad que de cantidad–, con unos 10 discos de producción propia e innumerables participaciones en proyectos musicales de colegas nativos y extranjeros, con los que, literalmente, ha dado la vuelta al mundo, no solo satisfizo sus aspiraciones y sueños y los de sus padres, sino que se afianzó con nombre propio en el concierto musical como un trotamundos de la percusión y la música necesaria.
Recién finalizado su trabajo musical en el marco del quinto aniversario de su grupo, La Colombiana Orquesta, con la pieza central, Muchacho Barrigón –del Maestro venezolano Ray Pérez, en la voz del negrito de Capaya, Marcial Istúriz–, Pibo jamás sacó el pie del acelerador. No hay pausa para sus cueros. “Están adelantados los trámites para sacar el disco en vinil, aunque es lento y costoso. Ya está en plataformas digitales porque lo demanda la actualidad”, indicó, quien por su incansable trepar de tarimas en los cinco continentes lleva en los rincones de su intelectualidad el domino perfecto de los idiomas inglés, francés e italiano.
“Muchacho Barrigón”, pieza central del disco, fue rescatada por Pibo 32 años más tarde de su nacimiento y encierra un profundo sentido social, con ineludible swing para los bailadores, gracias a su versatilidad en los cueros y sus irreverentes arreglos que trasladan al rumbero hacia los escenarios del pasado y lo pone a bailar en pleno siglo XXI.
En su inmediato itinerario tiene agendada la actuación en el X Festival Colombiano de Chicago junto al maestro Alfredito de La Fe; escenario en el que ha participado desde hace varios años, porque ni siquiera la pandemia detuvo su ritmo. En esta ocasión, en la que intervendrán el grupo Niche, Henry Fiol, Jorge Celedón y otros grandes, la tarea de Pibo va más allá de su percusión. Se ocupará de la curaduría y la producción de varios trabajos de colegas artistas.
Sin alardes indica que “el trabajo en Estados Unidos se ha extendido de Chicago –la tierra del blues–, a Atlanta, Florida, Indianápolis y Nueva York, con música latina, jazz y el propio blues”. A eso agrega el trabajo de percusión que acaba de grabar con el trombonista de Los Adolescentes, Jesús Puentes, quien tiene un novedoso proyecto personal.
Además de la agenda citada, está concertando actuaciones para el venidero año en toda Suramérica, Europa, Islas Canarias, Asia y África, y exhibe máxima planificación, quien diera sus primeros pasos musicales en el grupo cultural y deportivo Jhayro (Jóvenes haciendo arte y rompiendo obstáculos), de la parroquia Sucre –Catia– de su Caracas natal, donde sin dudas hoy habrá champagne –o quizás guarapita– en su honor en tan especial fecha.
Más allá del éxito que todos sus logros pueden representar desde lo profesional y lo crematístico –porque de eso vive–, la mejor carta de presentación de Pibo son sus hijos Gabriel –quien desarrolla sus actividades en París, Francia–, e Isadora, quien está con él en Bogotá, desde hace varios años cuando salió a conquistar al mundo musical.
Felices 58, maestro y amigo.
El Pepazo