Dra. Desireé Parra
@desireeparraf
Tras la ola de situaciones políticas y económicas que en los últimos años se suscita en nuestro país, no vemos ninguna solución por parte de los grandes gerentes políticos, la sensación de estar seguros se nos agotó y es solo de esta manera cuando se hace notoria la ola de malas prácticas policiales.
Es lamentable ver en ciertos casos el policía que atropella, que viola las leyes, que se aprovecha, que realiza malas prácticas para beneficiarse, y es así cuando comenzamos a perder lo que por naturaleza tenemos… El valor agregado de ser. El valor agregado que por naturaleza tenemos como ciudadanos comunes y que desarrollamos al tener una labor tan digna como la de ser policía. Ese valor que agregamos de manera consciente de saber qué hacemos las cosas por vocación de servirle a los demás, de ayudar, de proteger. Ese mismo valor agregado que elevamos tras solventar y poner en orden las diversas situaciones con las que nos enfrentamos a diario, el mismo valor agregado que nos garantiza continuar para mejorar el servicio policial.
No obstante, y a pesar de esta realidad, los funcionarios policiales cumplen un rol esencial en la protección de todas las personas, aunque en ocasiones tienden a desviarse buscando solo un culpable: La situación del país. Este problema que está atacando con mayor fuerza a los funcionarios policiales, se está llevando con ellos la moral, la dignidad, el ejemplo, la constancia y las ganas de continuar sirviéndole a la comunidad, debido a que actualmente no hay dolientes en ningunas de las instituciones policiales, los funcionarios no tienen dotación, no hay suficientes unidades o en los peores casos no hay unidades que atiendan un llamado de emergencia, carecen de seguros que los cubran de manera particular o tras el cumplimiento del servicio policial y ni hablar del salario mensual. Situaciones como estas continúan arrastrando a los más débiles a buscar sus “mejoras” en la calle y de la peor manera, que es la de atropellar y rebuscarse con el ciudadano común. Será que no hay un alto doliente que garantice en verdad la dotación y un salario digno para los funcionarios policiales, quienes son los héroes sin capa que actúan por el bienestar de los demás, que arriesgan a diario su vida para servir y proteger. Será que, desde lo alto, no pueden pensar y ver que existen grandes fallas a nivel de seguridad y que eso pone en riesgo a la colectividad y al resto de los funcionarios policiales que se mantienen intachables e íntegros en su labor.
También considero que el resto de los funcionarios policiales debería pensar en las situaciones que en algún momento les pasa por la mente, en las situaciones que los podrían conllevar a delinquir, a extorsionar, a dañar la poca moral que les queda. A pensar todo lo que viene después…Es preferible colgar el uniforme para no arriesgarse y para que su familia no dé la cara por sus errores. Es tiempo de
mejorar, de elevar el valor agregado que todos tenemos, de explotar las condiciones de la mejor manera, de ayudar a que la profesión policial renueve la confianza perdida y que el sistema de seguridad sea realmente seguro. El valor agregado sin duda alguna es lo que nos hace diferentes, porque como
policías deberíamos ofrecer siempre la calidad y la efectividad en el servicio, es simplemente dar el extra.
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El Pepazo