A falta de 10 minutos para la finalización del tercer cuarto no había historia. Denver hacía su trabajo ganando de 20 (58-38, 26′). Pero todo estalló. Gobert trabajó bajo pintura, McDaniels y Edwards ejecutaron y Malone, obligado paró el juego viendo el acelerón (59-47, 28′). No cambió la dinámica y la defensa de Minnesota cerraba la herida para que en ataque todo fluyese. McDaniels y Conley siguieron abriendo gas desde el triple y una contra de Edwards tras robo ya hacía del partido en un sprint.
El golpe al séptimo
Allí no falló Minnesota, entre el mejor juego y la mejor dinámica. Al último cuarto entraron pegados (67-66, 36′) tras un sublime momento de Edwards, y aunque Denver despertó, la confianza del otro lado desniveló el séptimo. Towns bajo el aro, tiro circense de Gobert, como resúmenes. El que quiera que escribió eso enloqueció más que el partido. Porque los Wolves volaban al mando (75-79, 41′) y capaces de poner el broche. Naz Reid, hombre para todo, sacó una bandeja imposible y un rebote en ataque definido en mate. Conley lo enlazó robando y Anthony Edwards, protagonista, dio la puntilla desde la esquina.
Ya no volverían los campeones defensores, que entregaban todo tras mate de Towns a la contra. La primera presencia de Minnesota en una Final del Oeste desde hace 20 años, cuando Kevin Garnett batió por 83-80 a los Kings en un séptimo partido. La mayor remontada en un séptimo partido desde que se cuenta posesión por posesión, 1997-98. La mayor diferencia virada de la historia de los séptimos partidos jugando como visitante. Histórico y apabullante.
Los números hablan
Tenemos muchos perros
Para unos Wolves que no brillaron con una figura. Fue un trabajo de todos. Seis jugadores de los ocho que firmaron anotaron al menos 10 puntos. McDaniels y Towns lideraron con 23, Edwards hizo 16 y el 10+4+8 de Mike Conley dice muchas cosas al resto. «Tenemos muchos perros», dijo el propio base. Uno de los grandes triunfadores. «El juego de Minnesota en su máxima expresión», recalcó Towns.
Me dieron todo lo que un día pude pedir
Denver entregó su anillo. No valió un enorme Nikola Jokic de 34 puntos, 19 rebotes y 7 asistencias. Ni un Jamal Murray de 35. Nadie más pasó de 10 y su apagón cuesta la pieza más preciada de la joyería del baloncesto. «Me dieron todo lo que un día pude pedir», recalcó Mike Malone, abatido y orgulloso. Ahí mueren sus Nuggets este curso. Ahí comienza una historia bonita de los Wolves.
Los resultados
- New York Knicks – Indiana Pacers Finalizado 109-130
- Denver Nuggets – Minnesota Timberwolves Finalizado 90-98
El Pepazo/Marca