Carache es un pueblo de montaña de 32 mil habitantes fundado en 1.548, ubicado en el estado Trujillo, en la zona andina de Venezuela. Allí, Luis Alberto Rodríguez, a quien todos llamaban «El Zurdo», por su habilidad con la mano izquierda, se verá envuelto en una trama que lo llevará a tomar justicia por mano propia, pero de una manera espectacular.
Justo cuando “El hijo desobediente” (una conocida ranchera mexicana) terminaba de sonar, una voz seca paralizó al bar “El Bucaral”, del pueblo de Carache.
—¡Vicentico!
Y eso sería lo último que Vicente Martorelli escuchó en vida, porque inmediatamentedespués, «El Zurdo», que avanzaba hacia él, le descargó las seis balas del revólver calibre 38 que llevaba en la mano izquierda, lo enfundó con destreza de cowboy y lo remató con tres tiros de escopeta.
Sin detener sus pasos, «El Zurdo» llegó hasta el cuerpo sangrante tendido sobre la mesa de billar, y le quitó una pistola que la víctima cargaba en la cintura.
«El Zurdo», que llegó al bar arrastrándose por la parte más baja de la corriente del río Minumbó, en cuya margen derecha se encuentra el bar, logró sorprender a Martorelli que bebía cervezas sin que sus escoltas le cuidaran la espalda. Luego de liquidarlo, se volteó sin prisa, miró a los ojos a cuatro inmóviles jugadores de billar, tomó de la cantina una botella de aguardiente y se fue montando una bicicleta.
En ese particular vehículo escape, el tirador se dirigió por la misma calle a otro bar llamado “El Cofrey”, que, a pesar de estar ubicado a 50 metros de un puesto de la Guardia Nacional, era conocido por ser un sitio donde los hombres del pueblo se jugaban hasta sus viviendas en vueltas de dados y, justo allí, el Zurdo liquidó a otro hombre que resultó ser al abogado de Vicente Martorelli.
Afuera de “El Cofrey”, se bebió un trago largo del aguardiente que tomó del primer bar, dejó la bicicleta tirada en el suelo, y se fue rumbo a la montaña Mupí.
Esa noche de enero de 1991 se iniciaba una persecución policial que transformaría a un hombre en leyenda, al Zurdo en “el Rambo de Carache”.
El escenario
Carache es un pueblo de montaña fundado en 1.548 y está ubicado en el estado Trujillo, en la zona andina de Venezuela. Tiene poco más de 32.000 habitantes y un clima anual de 15 grados, lo que, junto a sus hermosos paisajes, lo convirtieron en un destino para visitantes nacionales y extranjeros. La economía del pueblo se basa en el turismo y la agricultura, por lo que buena parte de sus pobladores son campesinos.
En esos parajes, Luis Alberto Rodríguez, a quien todos llamaban «El Zurdo», por su habilidad con la mano izquierda, se verá envuelto en una trama que lo llevará a tomar justicia por mano propia, pero de una manera espectacular.
La fiesta
El 27 de julio de 1989 en Carache había un templete por la graduación de los estudiantes de secundaria del liceo Juan Antonio Román Valecillos. En el sitio donde se realizaba el baile, y en medio de una disputa de faldas, le disparan mortalmente a Domingo Rodríguez, hermano de el Zurdo.
Acusando a un vigilante como el asesino, la familia Martorelli (dueños de una empresa constructora y los más influyentes del lugar) lograron librarse del problema judicial que apuntaba a Vicentico como autor material… y la familia Rodríguez, por su parte, aunque dolida por la muerte de Domingo, no presentó querella en los tribunales.
Luis Alberto recién volvía al pueblo tras cumplir el servicio militar en Caracas. Volvía acompañado por la fama de haber sido entrenado como un eficiente francotirador.
Coincidencialmente, ocurre un atentado contra Vicentico Martorelli, hijo mayor y heredero de la fortuna familiar y, aunque nadie vio al Zurdo en aquella oscura noche, terminó siendo señalado como responsable.
En Carache, tan lejos de la metrópolis, es normal que los ricos porten armas en sus cinturas y que amenacen a sus enemigos con una frase que muchos ya han oído: «Yo te puedo hundir». Entonces, testigos falsos y el juez del pueblo (compadre de Martorelli padre) se complotaron y el Zurdo fue sentenciado a prisión en la Cárcel Nacional de Trujillo, conocida como La Amarilla.
En cinco meses de presidio sin una causa legal, prueba de la influencia del Italiano, como se conocía a Vicente Martorelli, Luis Alberto conocerá las torturas más brutales y hasta reiteradas violaciones. Detrás de esas rejas, el hombre de apenas 28 años se juró a sí mismo vengar a su hermano y acabar con aquellos que lo encerraron injustamente.
El fantasma
La noche que Luis Alberto huyó a las montañas después de liquidar a Vicentico y a su abogado, fue buscado por los policías del pueblo que, tras cuatro horas de caminatas sin sentido, desistieron de las tareas de rastreo.
El Zurdo, dicen testigos presenciales, entraba y salía de Carache como un fantasma.
Mientras, el viejo Martorelli convirtió a su casa en una fortaleza atestada de guardaespaldas y policías que veían apariciones de el Zurdo en las sombras de la montaña y disparaban al aire a cada rato.
La lista mortal de «El Zurdo» tenía seis nombres, y rápidamente eliminó al tercero, un hombre de apellido Yépez, que había actuado como testigo en la trama que lo llevó a la cárcel.
Superados los uniformados locales por la habilidad de aquel combatiente solitario, intervino la policía del estado Trujillo y esta a su vez, debió pedir ayuda de la Guardia Nacional.
Una noche «El Zurdo» apareció en las calles de Carache, vistiendo ropa militar y entonces se inició una balacera con 15 policías. No hirió a ninguno a propósito, y volvió a esfumarse habiendo logrado su objetivo: quitarle el sueño a sus enemigos.
Tras ese evento, en el pueblo ya se comentaba que lo del Zurdo era un enfrentamiento contra los poderosos.
Un par de días después, la paz de Carache se vería alterada nuevamente cuando arribó, con gran espectacularidad, un Grupo Comando de Acciones Especiales integrado por efectivos del organismo de inteligencia, soldados del Ejército y efectivos de la Policía Técnica Judicial, que tenían la misión de capturar a Luis Alberto Rodríguez.
Durante seis meses, los “expertos” enviados desde Caracas seguían desorientados.
El poeta Elí Briceño, tenía 16 años en 1991 y recién terminaba la secundaria en Carache «cuando ocurrió lo de El Zurdo».
Lo buscaban en el pueblo y las montañas, pero no estaba por ninguna parte, “a veces pasaban las patrullas por un puente, de camino hacia algún caserío cercano, y «El Zurdo» estaba debajo, durmiendo en una hamaca. Hacía apariciones y volvía a esconderse”, dice con una sonrisa en los labios.
Poderes mágicos
El grupo élite de los cuerpos de inteligencia estaba al borde del agotamiento. Además, “habían caído en la tentación de creer en los poderes mágicos que la gente del pueblo le adjudicaba al Zurdo. La gente decía que él se convertía en cachicamo, o en gato”. Y se comentaba aquello con tanta convicción que el poeta Briceño recuerda que una noche, “desorientados por las creencias populares, le dispararon una ráfaga de ametralladora a
una vaca, creyendo que se trataba de «El Zurdo”.
El comando conjunto de fuerzas policiales llegó al límite de asignarle una escolta policial a la bruja del pueblo “porque ella les aseguraba que podía saber la ubicación del Zurdo, mirando una taza con agua. Y los policías decían públicamente que la bruja era clave para encontrar a Luis Alberto”.
Emboscada final
Aunque no serían los poderes de la bruja, sino una delación, lo que los condujo, la mañana del 19 de junio de 1991, al sitio donde estaba Luis Alberto, ya bautizado por la prensa como “El Rambo de Carache”.
Él, había salido de su escondite para visitar a una tía que vivía en la zona rural de Mucumbay, a las afueras de Carache. Allí comía en ocasiones y dormía un rato sobre un buen colchón.
Esa mañana, fue emboscado por una fuerza tremendamente superior, pero «El Zurdo» se defendió hasta con las uñas.
En medio de una lluvia de balas es herido en una pierna, y toma la decisión de huir descendiendo por un barranco donde finalmente es alcanzado por sus perseguidores que, por primera vez en seis meses, logran ver al esquivo “Rambo”.
Todavía hoy, en Carache, se comenta que las fuerzas policiales lo capturaron con vida, y que esperaron la llegada del viejo Martorelli para que lo ultimara.
El reporte policial dirá que el Zurdo cayó en un “enfrentamiento”, pero un mes más tarde,
Provea, una organización de Derechos Humanos, pondrá en tela de juicio la veracidad de esa información.
“El cuerpo presentaba no solo varios disparos, sino también fracturas, una de ellas a la altura de tercera vértebra cervical; además, el cuerpo aparece a kilómetro y medio del lugar donde se produce el ‘enfrentamiento’. Estos hechos hacen presumir que la muerte de El Zurdo se produjo de forma diferente a la indicada por las versiones oficiales”.
Una multitud
La leyenda de inmortalidad del “Rambo carachero” aumentó el mismo día de su muerte porque su madre, doña Regina Rodríguez, se negó a recibir el cuerpo alegando que “ese no era su hijo”, recuerda el poeta Briceño. Mientras que otras personas aseguraron haberlo visto, minutos antes, en otra zona del pueblo.
Finalmente, una multitud de más de cuatro mil personas, de Carache y otros caseríos vecinos, trasladaron en procesión el ataúd de un hombre considerado como un héroe popular.
“Había banderas de Venezuela, afiches de Simón Bolívar, canciones de Alí Primera. La gente lo veía como un pobre que se enfrentó a los poderosos. Fue tan grande la multitud que ese día no hubo ni un solo policía, ninguna autoridad se vio en las calles… les dio miedo. Después de eso, los Martorelli abandonaron Carache”, contó Briceño.
Aún hoy, 26 años después, cuando en Carache ven a una persona abusando de su posición económica, la gente comenta:
—¡Ese anda buscando que le salga un Zurdo!
Apenas un mes después de haber enterrado el cuerpo de Luis Alberto, los campesinos de Carache comenzaron a recolectar dinero para encargar una estatua del “Rambo”, pero dejaron de pedir colaboraciones porque la muchacha responsable de contar el dinero aseguró que lo vio caminando por una calle del pueblo.
(*) Ernesto J. Navarro es periodista, escritor, autor de tres poemarios y de la novela Puerto Nuevo. Ganador del
Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar” 2015.
RR.SS: @ernestojnavarro
El Pepazo