• 13 Apr, 2025

Del sueño americano a la deportación…

Del sueño americano a la deportación…

“La lucha de Venezuela es un faro de resistencia para Nuestra América, y su pueblo, con sus contradicciones y heroísmos, sigue haciendo historia.”ANACLETO

 

 

 

Hoy, en nuestro Café de costumbre, olía a historia y a pólvora. El ventilador, de oxidadas aspas, giraba con pereza, como si supiera que las verdades que allí se decían valían más que la prisa. En la mesa del rincón, entre el murmullo de tazas, Anacleto alzaba la voz. Su mano derecha sostenía un cigarrillo que se consumía lentamente, como la paciencia del pueblo. Con la izquierda, empujó hacia mí un “marroncito humeante”, mientras un grupo de obreros, trabajadores, estudiantes, y hasta un viejo coronel retirado, se apretujaban alrededor, sedientos de esa verdad que no sale en CNN. “¡Oigan bien esto, camaritas!” dijo Anacleto, golpeando la mesa con la palma de la mano. “Lo que les voy a contar: no es migración, es un «desplazamiento forzado» fabricado en Washington, cocinado en la CIA y servido en plato de oro por los traidores de siempre, que ya conocemos.” Hizo una pausa dramática, dejando que el silencio se llenara con el zumbido de una mosca y el roce de las sillas. “Voy a hablarles de la farsa del «sueño americano» o mejor dicho: De la selva a la esclavitud. Y tengo que empezar por el Darién” dijo, sacando un mapa arrugado de su bolsillo. “Esta selva no es una ruta, es un matadero con patrocinio gringo. ¿Saben cuántos venezolanos han muerto ahí? ¡Más de 300 en los últimos dos años! Y no aparecen en las noticias porque sus cadáveres no le sirven a la oposición para llorar en Twitter (ahora X). ¡Ja! Y ahí están los «salvadores» de la oposición.” Se inclinó, bajando la voz a un tono venenoso. “Leopoldo, Borges, Guaidó, La Loca, y esa corte de bufones que recibían dólares de la USAID por cada migrante que lanzaban al abismo. ¿La «ayuda humanitaria»? Se la fumaron en whiskies en Miami. Mientras, el pelao Carlos, sí, el hijo de la vecina de Cabimas, se comía una rata asada en el Darién para no morir de hambre. ¡Les vendieron el cuento de que en Miami las calles están pavimentadas con dólares! Lo que no les dijeron es que esos dólares tienen que ganárselos limpiando baños por 12 horas al día, mientras los hijos de los senadores gringos se drogan con la cocaína, comercializada por esos mismos políticos que provienen de países a los que les declaran la «guerra», para justificar su invasión.El sueño americano es el mismo cuento desde Vietnam hasta Gaza: te venden el paraíso y te dan una fosa común con logo de Coca-Cola. Pero cuidado, que esta vez la diáspora lleva algo más que hambre... lleva memoria. Y ya saben lo que pasa cuando los pobres dejan de pedir limosna y empiezan a pedir cuentas.” Bebió un trago de café, dejando caer las siguientes palabras: “Ah, pero si eres ucraniano, te reciben con banderitas y fast track migratorio. ¿La diferencia? Ucrania es el campo de batalla donde EEUU juega a la guerra con sangre ajena. Venezuela, en cambio, es el botín que no pudieron robar... todavía. ¡Hipocresía con olor a pólvora y petróleo! Por eso se inventaron lo de las sanciones, ilegales y unilaterales, que no son más que un genocidio de corbata, inexistente en el papel higiénico de la ley internacional.”  Sacó una libreta garabateada con cifras. “Escuchen estos números, camaritas, que duelen más que un balazo: 932 sanciones contra Venezuela. ¡932! Congelaron $30 mil millones de nuestros fondos, nos bloquearon medicinas y hasta la gasolina. ¿El resultado? 300 mil muertos por falta de medicinas debido al bloqueo (PNUD, 2021). Pero a la UE no le tiembla la mano para firmar más sanciones mientras compra petróleo ruso... ¡el mismo que critican! Y ahora, como por arte de Mandrake, surge el tema de las deportaciones, que no es más que el negocio sucio de Bukele y los dólares de Washington. Y adivinen quienes apoyan esa «política». Sí, sí, La Loca y sus bandas, porque todas las bandas de delincuentes expresaron públicamente su apoyo a La Loca.” Sacó un recorte de periódico y lo tiró sobre la mesa. Era una foto de Bukele sonriendo junto a un oficial de ICE. “¡Este fantoche con gafas de sol, caras, es el mismo que mandó a disparar a presos políticos en 2020! Y ahora Washington le paga $40 millones por cada lote de migrantes. ¿Qué es esto, un remate de esclavos del siglo XXI? Lo peor es que los mismos que critican a Maduro, por «violar derechos humanos», le dan dinero a Bukele por su servicio carcelario, que tiene más «presos políticos» que Venezuela!” El viejo coronel, con voz ronca, preguntó: “¿Y cómo los tratan ahí?” Anacleto encendió otro cigarrillo antes de responder, dejando que el humo dibujara su ira. “Como animales. Los obligan a cantar el himno de El Salvador, les dan comida podrida y, si protestan, los entregan a las maras. ¿Y saben quién está detrás de esto? ¡El narco-senador Narco Rubio!” Todos se miraron. Anacleto aprovechó el silencio para soltar el dato que quemaba en su garganta: “Sí, camaritas, ese mismo que se llena la boca hablando de «libertad» mientras recibe donaciones de: la industria de armas y la de prisionesprivadas. ¿Saben que Rubio recibió $2.3 millones de la industria carcelaria en 2022? ¡Hasta los presos son negocio para ese cabrón! Rubio es el arquitecto de las deportaciones a El Salvador. ¿Por qué? Porque cada migrante encerrado es un negocio redondo: las cárceles son de sus amigos, las deportaciones las pagan con los impuestos, y la miseria la sufrimos nosotros". Un obrero, con las callosas manos apretadas, murmuró: “Ese hijo de...” Anacleto lo miró fijamente: “Exactamente, pero si lo digo nos botan de aquí.Narco Rubio es el actor, como funcionario del Imperio, que convirtió a los migrantes en mercancía de desecho. ¡El imperio le puso candado a la nevera y luego nos critica por no tener comida!” El Café quedó en silencio. Sólo se escuchaba el ventilador, que seguía girando, como si supiera que esta historia no terminaría aquí.

 

Lo que Anacleto no dijo, porque en el Café todos lo sabían, es que esta crisis lleva firma y rúbrica del Departamento de Estado. Aquel éxodo que comenzó como huida terminó siendo el negocio más redondo desde la trata de esclavos: los mismos que financiaron la diáspora (con dólares de la USAID y las lágrimas de cocodrilo de López, Borges, Guaidó y La Loca, entre otros) hoy aplauden a Trump y Bukele mientras nuestros paisanos se pudren en unas jaulas salvadoreñas. ¿Su crimen? Creer que el “sueño americano” era algo más que un anzuelo para pescar mano de obra barata. No son delincuentes: son víctimas de una estafa geopolítica, engañadas por esos mismos sátrapas que hoy se pasean por Miami con los bolsillos llenos de plata manchada de sangre. Y mientras Trump acusa a Maduro de “dictador”, le transfiere $40 millones a Bukele, el mismo que tiene más presos políticos que libros en las escuelas públicas. ¿Socios? No: esbirros del mismo circo. Uno firma los cheques con sangre, el otro pone los grilletes sonriente. Uno ordena desde Washington, el otro ladra y saliva como el perro faldero que es. ¡O sea!

 

Y así quedó al descubierto el juego más sucio de la política criolla: aquel donde la llamada “diáspora venezolana” no fue más que un teatro de tres actos montado por la oposición. Primero: venta del cuento del “fracaso chavista”, con lágrimas de cocodrilo. Segundo: embolsillarse los millones de la USAID por cada migrante usado como carnada política. Tercero: abandonarlos como trapo sucio cuando el negocio dejó de ser rentable. Pero la hipocresía tiene números que gritan: 7 millones de colombianos vivieron décadas en Venezuela sin que nadie los llamara “invasores”.Hoy, esos mismos que cruzaron la frontera buscando oportunidades y calles pavimentadas, escupen sobre 2.5 millones de venezolanos en Colombia...¡cuando 7 de cada 10 son sus propios hijos nacidos bajo nuestro sol!¿Qué clase de maldición hace que un padre niegue a su sangre? Venezuela sigue en pie, herida pero no quebrada, porque esta guerra nunca fue contra el gobierno.Fue una cacería contra los pobres de toda Nuestra América. Pero como sabiamente profetizó Anacleto,“Cuando los pueblos despiertan, ni Rubio con sus mentiras de narcótico,ni el Tío Sam con sus petrodólares manchados de sangre,tendrán suficientes celdas... ni suficientes balas... ni suficientes banderas falsas para esconderse del juicio que viene.”

 

Y mientras el ventilador sigue su giro cansino, testigo mudo de tantas verdades dichas en voz baja, los números fríos nos recuerdan lo que la hipocresía no puede ocultar: Según cables de la USAID filtrados en 2021, $120 millones fueron asignados a ONGs opositoras venezolanas, entre 2019-2023, para "asistir a la diáspora venezolana"... dinero que terminó en cuentas fantasmas y jets privados, ¿verdad Julio Borges? ¡Ironía cruel! Los mismos que hoy “lloran” por los migrantes, en los 90 deportaron a más de 200 mil colombianos desde Venezuela sin titubear. Anacleto, mientras ajustaba su boina antes de salir a la calle, dejó caer una última verdad como quien tira un fósforo a la gasolina: “Esto no es migración, camaritas. Es el mismo juego de siempre: nos roban el petróleo con una mano  y con la otra nos venden la cuerda  para que nos ahorquemos. Pero ya la cuerda se rompió… y ahora les toca a ellos temblar cuando el pueblo empiece a pasar factura.”  El ventilador, viejo cómplice, guarda silencio. Sabe que algunas palabras, una vez dichas, no necesitan repetirse.

 

Nota: El ventilador sigue girando, pero ahora arrastra algo más que aire caliente: lleva el eco de esas palabras que ya nadie podrá borrar.

 

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El Pepazo

Luis Semprún

Luis Semprún

Nació en Maracaibo; Traductor Intérprete Alemán/Inglés/Español graduado en Alemania 1973/78; Locutor Certificado MTC N° 116099 Año 1989; Productor Nacional Independiente; Premio Nacional “Zuliano de Oro” 1977 como Dirigente Destacado del Año; Productor/Moderador Programa “Desarrollo Venezolano”, Radio Mara 1989; Productor/Moderador XVIII Juegos Centroamericanos y del Caribe, Columnista El Pepazo