• 06 Mar, 2025

El combate a los buhoneros se perdió desde hace tiempo...

El combate a los buhoneros se perdió desde hace tiempo...

Así como los esfuerzos por parte de la Iglesia y de las autoridades españolas fracasaron en su guerra antitabáquica, nacida en Caracas, de igual manera tampoco pudieron contra un tipo de economía que hoy por hoy, debido a la anarquía que representaba y aún representa, es un lunar en cualquier pretensión de buena gestión gubernamental: la buhonería sin control.Los conquistadores que e

 

 

Jueves de recuerdos...

Bajo a Caracas algunos fines de semana. El pasado lo hice. Era carnaval. En Carrizal marchaban bien los preparativos para los días carnestolendos. Tomé la buseta con un notición: Subieron el pasaje. Ante el lógico reclamo la respuesta es que subió el dólar. Y no hay respeto al pasaje del adulto mayor. Pagas o no viajas....
Al llegar a Fuerte Tiuna, ante rumores malsanos, constaté que aún existe la estatua de Apacuana. Sobrevivió, dije. Y una compañera de viaje habló pestes del armartoste de hojalata que pretendía ser El Gran Cacique Guaicaipuro. "Eso lo tumbaron señor. Y costó un realero. Hasta cambiaron el nombre de la autopista Francisco Fajardo". Todo para nada. "Imagínese. ¿Qué harán con esa chatarra ahora?" Preguntó en voz alta. Nadie supo responder. Más adelante vimos el súper ambiente carnavalesco en Los Próceres. "Río de Janeiro en Caracas, pues. Pero no hay real para otras cosas. Qué bríos", espetó el propio chofer de la buseta. Llegamos al centro y la rumba desbordaba en la recién inaugurada plaza aledaña a la estación Bellas Artes. Un muchachero corriendo feliz. Miles de disfraces. Alegría desbordante hasta topar con la realidad invadida de todo tipo de buhoneros. Anarquía. Abuso. Caracas linda, dicen unos. Caracas, a secas, dicen otros. Nos hundimos en el remozado Metro. Otro mundo. Un verdadero submundo. Sumergido entre intentos de renovación y modernismo ligados con necesidad y nuevas maneras de subsistencia. Ahí te venden hasta el alma. Ciegos que ven. Sordos que oyen. Mancos que saltan. Y los cojos. Cada vez parece más indómita tan particular fauna...Eso es lo que hay.
Ante eso y como hoy es jueves de recuerdos, vamos con esta crónica vieja, pero vigente, acerca del fracaso histórico en los intentos de combatir a los buhoneros...

 

Así como los esfuerzos por parte de la Iglesia y de las autoridades españolas fracasaron en su guerra antitabáquica, nacida en Caracas, de igual manera tampoco pudieron contra un tipo de economía que hoy por hoy, debido a la anarquía que representaba y aún representa, es un lunar en cualquier pretensión de buena gestión gubernamental: la buhonería sin control.

Los conquistadores que emitían leyes y las imponían, desde tiempos remotos se enfrentaron a este tipo de comercios informales, que según reportan los cronistas de Caracas, tuvo sus inicios en los alrededores de la plaza Mayor (llamada luego plaza Bolívar), ya que la idea inicial de tan emblemático sitio, es que los comercios crecieran de manera céntrica rodeando los cuatro costados que conformaban el epicentro de la actividad capitalina de aquellos días.

Desde que en 1728 el despótico gobernador Fernando Ricardos ordenó la creación de la plaza Mayor, encargando al ingeniero Juan Gayango Lascaris, el Ayuntamiento debía conseguir los recursos económicos y disponer oficinas de apoyo en uno de los costados, “y por el frente a la calle rodearla de oficinas que sirvan para que precisamente hayan de poner y pongan los cajones o canastillas que están en las calles inmediatas, expuestos sus dueños a la inclemencia de los tiempos…”, asegura el cronista Juan Montenegro…  ¡Ay de aquél buhonero que decidiese alzar su voz!

La pretensión oficialista, más allá del orden, era cobrar impuestos a los comerciantes para aumentar las arcas de la ciudad, porque modernizar el lugar con el crecimiento alrededor de la plaza Mayor presuponía, además de demoler monumentos como la muralla de la calle de La Pelota erigida en 1680 --para el uso de sus piedras en la moderna construcción-- todo lo que ello acarrea desde lo económico. 
Fueron utilizados los cuatro mil pesos de una herencia no reclamada. El contador Cristóbal Ruiz dispuso de la cantidad ya que Doña María Sánchez de Vergara, por estar fuera del país no hizo uso de lo que le heredó Don Francisco Sánchez de Vergara. Tales recursos no eran suficientes, por lo que se aplicaron cobros de 750 pesos a los dueños de las 30 pulperías existentes; a lo que se agregó el pechaje a los 14 arrendatarios de las tiendas que hacían vida en la propia plaza. Y como aún no alcanzaba el dinero se pidió a los pulperos que recalcularan las ñapas que daban a sus clientes en pesos, y fuesen reconducidas y pagadas al fisco.

Estos desórdenes administrativos se fueron agravando y en 1753 se vigorizó el aumento de la buhonería, ya que solo unos pocos mercaderes podían aguantar aquel atropello oficial. Muchos se fueron a las filas de la buhonería, fuera del orden lógico y la planificación, como el inagotable y surrealista cuento actual...

Aprovecho y agrego esta joda (disculpen mi terrible métrica):

Cuartetos y décimas del Metro, no odas

Cuarteto primero

Es el Metro caraqueño/
que ya está en funcionamiento/
cada día es más pequeño/
ante tanto crecimiento.

I
Gentes de todas las clases
lo abordan pa ir al trabajo
se amontonan, qué relajo!
qué mierdero, qué desastre!
Y de retorno no hay quien pase/
porque el tren quedó pequeño./
Los buhoneros en su empeño/
mercancías siempre ofrecen/
cosas que nadie merece/
…es el Metro caraqueño

II
Ese medio de transporte
hace tiempo colapsó,
no se dio abasto, estalló!,
amerita un recorte
de pasajeros y consortes
pa acabar los sufrimientos
que mejore el rendimiento
ante toda esa anarquía
y creerá la gente mía
que ya está en funcionamiento

III
Venden, piden y martillan,
ciegos, sordos y los cojos
fumones con ojos rojos
acosan gente sencilla
y si no le das te humillan.
Una banda e' pedigüeños
alborota el vaporón
y uno siente que el vagón
cada día es más pequeño.

IV
Te ofrecen mil chucherías
te piden pa' los remedios
si acaso dieras un medio
la madre ten mentarían.
Igual de noche y de día,
en ese embotellamiento,
no hay libre ningún asiento
ni pa' damas, ni pa' viejos
y nos quedamos perplejos
ante tanto crecimiento.

Cuarteto segundo

La anarquía y el abuso
ya son cosas muy normales
y hasta de moda se puso
reaccionar como animales

I
Billos le hizo una guaracha
al Metro de la ciudad
porque con velocidad
llegarían más muchachas.
Lo malo es la nueva facha
que agarró por tanto uso
y nunca se sobrepuso
al maltrato que le dieron,
fue así que se establecieron
la anarquía y el abuso

II
Cada vez que uno aborda
a ese ex moderno tren
te vapulean en el andén
siempre chocas con las hordas,/
con las flacas, con las gordas,/
que quieren que les regales
y un pendejo siempre sale
sin malicia y sin astucia
por eso sus marramucias
ya son cosas muy normales.

III
La meta es atravesar
la ciudad en pocos minutos.
Diga usted si no es de brutos/
ponerse todo a ensuciar:
La estación y el bulevar
hasta dejarlo en desuso,
y en tono medio confuso
que te causa un gran mareo
y regresa el malandreo
que ya de moda se puso

IV
Siempre pa' donde vayas
El Metro a ti te lleva
a los panas y a sus jevas:
pa' la parada de la playa
o también pa la montaña,
repleto de macundales,
con carteras, con morrales
pretenden andar el mundo,
sin dudas, es muy inmundo
reaccionar como animales

Cuarteto tercero

El Metro a cualquier hora
Es sitio de Sampablera.
Caracas se queja ahora:
Ya el Metro no es lo que era

I
Nadie respeta las normas,
se pasan la raya amarilla.
Ya no importa si alguien pilla
a otro en extraña forma.
El ambiente te transforma,
la educación se evapora
quizás sea por la demora,
o el aire acondicionado
a eso nos ha acostumbrado
el Metro a cualquier hora.

II
Mira el ciego, grita el mudo,
y el impedido corre y salta,
mientras, te vende una malta,/
sin marcas y sin escudo.
Con la oración de los siete nudos/
te atrapa una rezandera,
o el evangelio en su nueva era,/
hay múltiples testimonios,
porque El Metro y su pandemónium/
es sitio de Sampablera.

III
La operadora con su aviso
Se equivoca en cada estación/
Diciéndole hit al jonrón
Y aunque mentirnos no quiso/
Se vuelve parte del guiso
Ya que enreda la señora
Y a ritmo de locomotora
El Metro se vuelve loco
"Todo esto es un zaperoco"
Caracas se queja ahora.

IV
Pero por más que haya quejas/
lo seguimos abordando.
Y en él seguimos soñando
con nuestra Caracas vieja,
aunque allí se nos alejan
esperanzas y quimeras.
Claro que nos da arrechera
toda esta fantasía,
Al comprobar día a día:
ya el Metro no es lo que era

¡He dicho!

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El Pepazo

Luis Carlucho Martín

Luis Carlucho Martín

Periodista deportivoGraduado en la UCV en 1992, Jubilado del IND desde 2010Ex jefe de prensa de Cocodrilos de Caracas 96-2000. Ex Director de Prensa del IND. Cronista de temas diversos asociados a las efemérides venezolanas y el rescate de la historia.Premio Nacional mención radio 1995, Premio Nacional mención impreso 2014, Premio Municipal 2013, 2014, 2017Creador de órganos divulgativos.