• 21 Apr, 2025

"Solisito", el chiquito…

"Solisito", el chiquito…

 

Nada que corregir. Está bien escrito. No se trata de solicitar nada. Pon atención: Solisito se refiere al diminutivo que le corresponde a dos posibles personajes: el hijo menor del Rey de la Ranchera, Javier Solís, o en su defecto se puede referir al mismísimo cantante mexicano, ligado indefectiblemente a Caracas (como a muchas ciudades latinoamericanas) por el montón de mujeres (y unos cuantos machos vernáculos) que lloraron su repentina muerte el 19 de abril de 1966 luego de un extraño incidente  durante su operación de vesícula.

Y aunque explicar enreda, este caso lo amerita: Primero nos ocupamos de ese diminutivo y luego del chiquito pero gigante personaje que dominó además baladas, valses y boleros.

Para ello elegimos al azar un portal y colocamos “La forma correcta de usar los diminutivos”. De acuerdo con el sitio www.eltiempo.com: “… una de las formas de construir los diminutivos es agregar el sufijo -cito, con c, como en avioncito, noviecito y Carmencita, pero si la palabra original termina en s, se mantiene la s y se agrega -ito, como en Andresito y Luisitos”. Y como la original que nos ocupa es el apellido del cantante que llegó “a la fama para combatir el hambre”, Solís, listo, se escribe Solisito.

Jamás pudo haberse imaginado aquel humilde matrimonio mexicano entre el panadero Francisco Siria Mora y la comerciante Juana Levario Plata, que su primogénito Gabriel Siria Levario, llegado al mundo el 1° de septiembre de 1931, fuese a proyectarse como lo logró aquel diminuto que de adulto llegó a medir 1.63 mts pero que en crecimiento profesional alcanzó dimensiones intangibles, al sembrar con su excelente voz la poesía y la música de gigantes como su compatriota Agustín Lara o como los boricuas don Pedro Flores y Rafael Hernández. Mucho menos se imaginarían, sus tíos, a la postre sus padres adoptivos, Valentín Levario y Ángela López, que quien en sus inicios como músico se cambió el Gabriel por Javier y el Siria Levario por Solís, llegaría a grabar en apenas 10 años 25 discos inmortales y participar en 33 películas de la exitosa cinematografía mexicana.

Por eso y por más, es referencia obligatoria este hombre de pueblo que antes de iniciarse en el circo y luego en el canto, bajo la tutela del maestro Noé Quintero, ya había tenido recorrido como carnicero y también como deportista aficionado en boxeo, fútbol, beisbol y, por supuesto, la lucha libre, por su afinidad con el enmascarado de plata, El Santo.

La crítica indica que su fama nació el día del entierro de su ídolo Pedro Infante, cuando de manera improvisada trepó a una tumba y cantó Grito Prisionero. Después de eso estampó en el cancionero latinoamericano éxitos como Payaso, En mi viejo San Juan, Amorcito corazón, Renunciación y… mil más.

Así de pequeño en estatura y de corta carrera artística fue Solisito. Y si nos refiriéramos a su hijo menor deberíamos nombrar a sus otro ocho hijos, producto de los cinco matrimonios de este campeón rompecorazones que generó ríos de lágrimas con su temprana partida.

El carácter jocoso del venezolano creó un juego de palabras con la frase Solisito el chiquito para relacionarla con la petición de un acto sexual “en sentido contrario”, como dice García Márquez en “Memoria de mis putas tristes”, y se deja a un lado que su única relación con el orto es que se trata de un tema orto-gráfico.

 

 

 

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El Pepazo

Luis Carlucho Martín

Luis Carlucho Martín

Periodista deportivoGraduado en la UCV en 1992, Jubilado del IND desde 2010Ex jefe de prensa de Cocodrilos de Caracas 96-2000. Ex Director de Prensa del IND. Cronista de temas diversos asociados a las efemérides venezolanas y el rescate de la historia.Premio Nacional mención radio 1995, Premio Nacional mención impreso 2014, Premio Municipal 2013, 2014, 2017Creador de órganos divulgativos.