“Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra”, es una antiquísima expresión que puede denotar desde un odioso y excluyente orgullo regionalista hasta una realidad traducida en el carácter de crisol de esa metrópolis de altibajos delatores de involución y desaciertos, crecimiento desmedido y anárquico, inseguridad y resistencia a normas de convivencia desde su fundación; no obstante, se muestra apetecible porque misteriosa, como es, mimetiza sus carencias con innumerables “sí hay”…
Esta ciudad puede estar a la par de capitales modernas de otras latitudes porque en medio de sus innegables entuertos se las arregla para ofrecer servicios a propios y extraños que la tienen en su preferencia. Innegable es que sufre menos apagones y cortes de agua que el resto del país. En eso gana galopando. Al igual que en inseguridad y otros detallitos que la diferencian notablemente con el resto del país.
…siempre La Iglesia
El clero inicia la penetración evangelizadora en el subcontinente en los días de 1519 por Cumaná, y en apenas 12 años extiende tentáculos hacia el otro extremo del país, cuando a través de la bula papal Pro Excellenti Prae Eminenti fija su búnker en Coro. Su líder, el Dean Juan Rodríguez, viaja a Caracas por asuntos administrativos y queda impresionado con las bondades que ofrece la que estaría por convertirse 200 años más tarde en la cuna del Libertador. Y en menos de un siglo una Real Cédula, capricho eclesial, cambia la sede del obispado criollo a Santiago de León de Caracas. Nueva Diócesis, nueva faceta para el naciente asentamiento. Implicaba intencionadamente la construcción de nuevas iglesias, centros de salud y viviendas, edificaciones gubernamentales y el Seminario Santa Rosa de Lima, a la postre Real y Pontificia Universidad de Caracas. Es decir, lo más importante de la cotidianidad se reunía en la emergente ciudad.
Quién podría negar el brillo de aquella urbe en crecimiento, que además brindaba envidiable clima fresco, aguas claras y puras y biodiversidad de fauna y flora…
Magia negra
La economía de exportación agrícola basada en el cacao se fue agotando quizás adrede y fue desplazada por el boom petrolero, sobre todo a inicios del siglo XX, lo que movió mano de obra al interior del país donde bullía desde el subsuelo con su poder mágico el nuevo oro negro.
Ciertamente fue así, pero los cargos de importancia, dónde se tomaban decisiones y se hacía la planificación, las sedes de las transnacionales, las empresas mixtas y todo lo que implicara movimiento económico fue allanando los espacios capitalinos, en oficinas y nueva infraestructura para tales fines. Migración hacia Caracas. Y a pesar de los efectos colaterales por el abandono del campo –debilitamiento progresivo de la producción agropecuaria y otros males modernos como los cinturones de miseria génesis de grandes barriadas–, la ciudad se fortaleció como receptáculo de fuerza trabajadora, saberes, tradiciones, sabores, ritmos y acentos que aún se “caraqueñizan” y constituyen la idiosincrasia nacional.
Hubo, desde siempre, estériles intentos por recuperar el apego por el campo y la producción: La Reforma Agraria, la Vuelta al Campo, la Ley de Tierras, el Fundo Zamorano, inclusive la agricultura urbana y otros métodos alternativos al mal llamado rentismo petrolero, pero no han logrado su objetivo… Desatino, y punto.
Venezuela miniatura
Caracas abrió espacios a diversas culturas y tradiciones, y las adecuó a su dinámica. Nacen así los clubes Táchira, Casa Monagas, Sucre, Yaracuy, Guárico o Mérida que resultaron espacios para el esparcimiento y desarrollo social donde la gente disfrutaba lo autóctono de cada región, por eso consideraban que Caracas es Caracas…
El mundo en Caracas
Desde los años 40 se inauguraron en Caracas los clubes que agrupaban tradiciones y costumbres de migrantes del mundo que dejaban atrás los horrores de las guerras porque afortunadamente en estos lados aparentemente habían cesado un siglo antes.
La Hermandad Gallega, el Hogar Canario Venezolano, el Archipiélago Canario, el Centro Asturiano, el Centro Vasco, el Centro Catalán. También está el Centro Ítalo Venezolano, el Centro Portugués, el Club Chino del Bosque, El Club Líbano Venezolano, el Club Alemán, entre otros.
La proliferación de esos espacios para intercambio de la cotidianidad y la diversidad talló a esa "Caracas moderna" que en vertiginoso desarrollo supo satisfacer servicios a los públicos más exigentes internos y externos…
Por ejemplo, a finales de los años 60 del siglo pasado fue famoso Le Club, del “Catire Fonseca”, quien aseguraba que todo visitante de importancia pisaba sus predios como hizo la mismísima princesa Margarita de Inglaterra…
El poder
El excesivo centralismo, al que se le dio rienda suelta en la tercera, cuarta y también en la quinta República, condujo los hilos sociopolíticos del país y generó que todo se decida e intente resolverse en y desde Caracas... Aunque siguen en deuda muchas de esas soluciones.
Importantes inversiones se destinaron a las mejores clínicas, hospitales, escuelas, liceos, universidades, sedes ministeriales, poderes de gobierno, AN, CNE, TSJ, todo eso funciona, o al menos tiene su sede, en la capital. Ello hace que todos dependan de Caracas. Súmele a eso los grandes centros de diversión y esparcimiento.
Pura necesidad
Vivir en el interior pudo resultar un ensueño. Pero cuando crecen los muchachos deben ir a una universidad. Si se te daña el tractor o un vehículo necesitas repuestos. Si viajas al exterior debes ir al aeropuerto o puerto. Cualquier trámite administrativo requiere presencia en Caracas. Allí funciona el país. Así, para la gran mayoría de asuntos del día a día, lo impone la división político territorial y su ordenamiento desde los días de su fundación…y así parece que será por los siglos de los siglos. Triste realidad que afianza el reprochable dicho: “Caracas es Caracas y lo demás…”
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