Bajo la seudopresidencia de la República de Juan Bautista Pérez, parapeto montado por Juan Vicente Gómez para achacarle los errores políticos y económicos y justificar la destitución del civil y el afianzamiento del militar como Comandante General de Ejército y nuevo Presidente Constitucional, aquella Venezuela de 1931, convulsa y confusa por demás, vio nacer la primera transmisión radial de un evento deportivo.
En el ambiente mandaba el hipismo –industria apoyada e impulsada por el Benemérito y su familia–, el beisbol y el boxeo. El baloncesto había fundado un años antes su Federación liderada por José Herrera Uslar. Por ahí andaban Simón Chávez “El Pollo de La Palmita” y Enrique Chafardet, protagonistas de una histórica rivalidad que al final de sus carreras dejó dos triunfos y un empate para cada uno.
Un referente del deporte organizado de aquellos días era el también tenor Don Teodoro Capriles, quien destacó en ciclismo, natación y saltos ornamentales… Posteriormente, osado como fue, utilizó una herencia y fue a dar a Berlín para representar al país en los Juegos Olímpicos de 1936, cuando Jesse Owens, con sus cuatro medallas de oro y ocho récords, dio una lección al mismísimo Adolfo Hitler. El criollo no pudo participar porque la Asociación Olímpica de Venezuela no estaba reconocida por el Comité Olímpico Internacional.
La pelea estelar de la velada que estrenó el servicio radial con transmisión incluso de carácter internacional sirvió para disputar –extraño caso, pero dicen que eso se hacía con mucha frecuencia– el título nacional welter entre dos extranjeros apodados Pete Martín y El Gato Salvaje.
El locutor de moda era el descendiente de cubanos Esteban Ballesté, a quien se le atribuye no solo el inicio, sino el afianzamiento, de la difusión radial de eventos deportivos; por supuesto, todo en vivo. Le correspondió el honor de transmitir a través de la señal de AYRE de la Broadcasting –la emisora activa desde 1926, cinco años antes– desde el Nuevo Circo de Caracas la promocionada pelea. Y un mes más tarde, otro domingo, el 26 de abril, transmitió desde el estadio San Agustín, el juego de beisbol entre “los eternos rivales”, Royal Criollo contra El Magallanes.
Gómez vio en el deporte un aliado profiláctico contra el rechazo que ya el pueblo y el mundo le profesaban y contra los planes y las conspiraciones que en vano buscaron derrocarlo.
La Generación del 29 alzaba su voz desde todos los rincones contra la dictadura. En el hermano país, con impulso de venezolanos en el exilio, nació una corriente crítica con planes y fuerza concreta para poner fin al mandamás andino. “El Plan Barranquilla”, como se denominó ese movimiento antigomecista, unido al nacimiento legal del Partido Comunista de Venezuela justamente el 5 de marzo del propio 1931, y errores económicos de la gestión de Juan “El Bobo” –como se le conoció popularmente al entonces presidente del país– fueron caldo de cultivo para el zarpazo definitivo que daría el natural de La Mulera, para destituir al abogado puesto por él mismo un par de años antes, para así sustituirlo y adueñarse de la Presidencia y con ella –de acuerdo con la reforma constitucional recién estrenada– de la Comandancia General del Ejército, hasta el 17 de diciembre de 1935 –fecha aún cuestionable– cuando solo la muerte lo separó del poder.
Ese agitado ambiente, al que se le anexaba la eliminación del subsidio gubernamental a la cúpula eclesial católica y a otras corrientes religiosas, posterior a la destitución del jerarca, Monseñor Salvador Montes de Oca, requería una urgente inyección de frescura que calmara los ánimos.
Sin dudas, el deporte fue uno de esos amortiguadores. Se pactan los detalles para la pelea “por el título welter entre el puertorriqueño Pedro Malavé, conocido en los medios deportivos como Pete Martín, y el norteamericano Tommy White, el Gato Salvaje de Arizona”, indica un informe de la Cámara de Caracas, publicado en internet.
Del mismo informe copiamos textualmente: “El lunes 23 de marzo de 1931, El Nuevo Diario relató el evento de la siguiente manera: Qué soberbio aspecto presentaba nuestro estadio pugilístico en la tarde de ayer (…) Todos los detalles de un coliseo norteamericano: lleno completo (…), mucho ajetreo en las apuestas; lentes cinematográficos por distintos sitios; la voz sonora del señor Ballesté, hijo, speaker de la Broadcasting Caracas, transmitiendo el curso de la pelea (…), un éxito completo para la Radio”.
Y agregamos, del mismo texto: “El periodista Juan Antillano Valarino (AVJota) también se hizo eco de tan magno acontecimiento, desde las páginas del diario El Heraldo, en la edición correspondiente al 23 de marzo, dijo que: “La Estación de Radio I.B.C. Broadcasting Caracas perifoneó de manera magistral a Puerto Rico y otras ciudades del exterior, las incidencias de la gran tarde de boxeo de ayer, la cual será de grata recordación para los anales del boxeo en Venezuela”.
La velada boxística tuvo tres combates preliminares: José Rafael Cueche contra un boricua apellidado Villa, cuyo paisano, apodado “Moralito”, enfrentó a Luis Liscano, mientras que el español Frankie Martínez se fajó contra el italiano Max Izane. Hasta que llegó la estelar: Luego de 10 sangrientos asaltos la Comisión de Boxeo del Distrito Federal le otorgó el triunfo al felino estadounidense, nuevo campeón, Tommy White.
De esto hace exactamente 94 años. que no muera esta historia, por nuestro deporte y por nuestro tan vulnerado periodismo deportivo.
Para recibir en tu celular esta y otras informaciones, únete a nuestras redes sociales, síguenos en Instagram, Twitter y Facebook como @DiarioElPepazo
El Pepazo