“¿Cuál es el beta?”, pregunta voz difusa a través del vetusto walkie talkie negro. Desde la patrulla le responden: “Tenemos un 42 en curso. Búscalo con la 27”. El resto fue con la radio apagada, porque sabían que estaban intervenidos: “Cero sapeo. Antes de tácata dile que se acuerde que el comisario quiere lo suyo. Si no paga peaje no hay ronda. Coñuesumadre... Con estos sueldos no alcanza. Hay que rebuscarse. Arréchese quien se arreche”. Digan lo que digan, así se habla hoy en nuestros cuerpos policiales.
Vaya este texto en honor de “Brion 6. Sol 43”, como, según indagamos, sus más allegados identificaban al portador de la placa 0983, “el policía bueno”, don Apascacio Mata, quien, sin oponerse a las normas, aunque en contra de su voluntad, aceptó su jubilación el 12 de noviembre de 1996, luego de 32 años de ejemplar servicio.
Su verbo era diáfano y apegado a las leyes. Nada que ver con el actual. Siempre giró en torno a consejos para que los infractores de tránsito cambiasen su actitud. Dicen que fue el mejor policía de la historia de toda Venezuela. Ese negrito humilde que dejó huella positiva en su impecable hoja de servicio al llevar sol, agua y humo durante 18 años entre las esquinas de Sociedad y San Francisco. También llevó buenos ejemplos, ética y entrega a su hogar en el 23 de Enero.
Los cronistas coinciden en calificar a quien vio luz por vez primera en 1940 en Panaquire, Miranda, como “un símbolo caraqueño en lo que respecta a la defensa de la ley y las buenas costumbres, un modelo digno de seguir para las nuevas generaciones de funcionarios abocados a la seguridad ciudadana”.
Gracias a su inquebrantable propósito de cumplir y hacer cumplir las leyes, el 17 de marzo de 1980 detuvo la caravana presidencial de Luis Herrera Campins, cuando el jefe de Seguridad trató de “comerse una flecha”, so pretexto de que llevaba prisa porque era un asunto de Estado. “Con más razón deben cumplir ustedes las leyes. Por aquí no van a pasar”, dijo Apascacio. Y no pasaron.
Ello bastó para que el presidente refranero invitara a Mata a almorzar al palacio de Miraflores y lo pusiese como ejemplo, lo que lo catapultó a la mismísima Casa Blanca, a donde fue invitado por Jimmy Carter.
“Yo no multaba. Orientaba. Esa es la función de un policía. Ser policía fue una belleza. Lo mejor que me ha pasado”, afirmó en una entrevista este funcionario, que recibió más de 40 condecoraciones y dirigía el tránsito impecablemente uniformado, con guantes blancos y porte marcial. Con la frustración de no haber irradiado con su ejemplo a las nuevas generaciones policiales, se fue a dirigir el tránsito desde el Cielo el 14 de mayo de 2015. Ese era su único beta: orientar. Sencillamente, irrepetible.
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