En atención al enriquecedor reclamo cultural que recientemente nos hiciera el entrañable amigo del deporte criollo, Vidal Franquiz, polímata de oficio, trataremos de dar sentido a estas líneas que crean una indisoluble fusión entre la fe, la religión, las tradiciones, la cultura, la historia y la guerra, materias estas en las que el veterano demandante luce experto. Ahí vamos.
A sabiendas de la gran fe que el pueblo en general le mostraba desde los años 1600 al Nazareno de San Pablo, el general José Antonio Páez, dos siglos más tarde, en su labor de reclutar fuerza viva para engrosar las filas del ejército que pelearía la definitiva Batalla de Carabobo en 1821, se concentró cerca de Cojedes, mientras que se sumaban los nuevos guerreros y se trazaba la estrategia del bando patriota. En esas acciones, El Centauro hubo de pasar por Achaguas, en Apure, y en acto de veneración ciega al Cristo moreno, le ofreció una imagen imponente para allanar los espacios del templo de esa población llanera a cambio de que desde el mismísimo Cielo le garantizaran el triunfo ante las fuerzas españolas. Como se sabe, en el Campo de Carabobo cayeron derrotados los liberales, aunque la tarea independentista aun hoy no se logra.
Como buen llanero, Páez, era hombre de palabra. Entonces encargó una figura del Nazareno al pintor y tallador caraqueño José de la Merced Rada, quien se lució con una impresionante figura de 1.80 metros en madera y yeso, trajeado de morado y adornado con las típicas flores.
Durante la presidencia del valiente militar barinés, en 1835, en cumplimiento con lo ofrecido en sus días bélicos, entregó la obra a la Iglesia de Achaguas. Desde entonces la tradición del Nazareno, los Miércoles Santos, no solo es en Santa Teresa de Caracas, sino que la festividad tiene su réplica, de manera paralela, en la localidad apureña.
Dicen que esa deidad llanera es excesivamente milagrosa, por lo que mantiene gran cantidad de seguidores, incluso su fama de santo bueno lo ha hecho ganar feligresía en Brasil, Ecuador y Colombia. Y aunque en cantidad, las muestras de veneración no se comparan a la de la Divina Pastora ni a la de Vallita, las procesiones del Nazareno de Achaguas convocan multitudes de creyentes, como lo describen muchas escrituras. Por cierto, tiene su propio libro: “La devoción por El Nazareno de Achaguas”, autoría del especialista Maury Abraham Márquez.
A tan sabias letras se une la obra del extraordinario compositor Eneas Perdomo, quien le cantó: “Patrón milagroso y bueno el que tienen los llaneros/ Y ama tanto a su pueblo que quiso nacer moreno/ Es el santo Nazareno que en Achaguas se venera/ Cuando vienen los días santos cumpleaños de redención/ Ahí está el alma en el canto la voz en el corazón/ En Matiyure las aguas se arrodillan ante el cristo/ Y se ve lo nunca visto/ Semana Santa en Achaguas…”
Seguramente, por tratarse de un Nazareno llanero, debe tener innumerables cuentos, anécdotas, historias, así como milagros comprobados y otros por comprobar…
Los días previos a la celebración del Miércoles Santo, para apertrecharse de alimentos permitidos en medio de las restricciones de carne, se cumple con una sagrada tradición –que sobrevive al modernismo, a lo pagano y al antiparabolismo ateo– denominada por algunos: la “Semana de Buscá”, en la cual los llaneros devotos se dedican a pescar y a cazar tortugas, babas y chigüires, para secarlos al sol, salarlos y comerlos durante la Semana Mayor.
La fe no tiene límites, por eso, aseguran, mueve montañas. Así que tanto en el llano, de geografía plana y en Caracas, resguardada por El Ávila, así como en el resto de Venezuela y países vecinos, los pedidos de nuevos y urgentes milagros ocupan la agenda del Cristo moreno trajeado de púrpura… Veremos a quién complace en estos días como padre amoroso que, incluyente como es, quiere justicia, salud y el bien de todos sus hijos por igual. Amén.
Para recibir en tu celular esta y otras informaciones, únete a nuestras redes sociales, síguenos en Instagram, Twitter y Facebook como @DiarioElPepazo
El Pepazo