Neuquén
Sólo cuatro vuelos en apenas 17 días, había realizado aquel avión de la empresa Viasa, un jet DC-9-32, cuando el domingo 16 de marzo de 1969 a las doce del mediodía aproximadamente, se estrelló minutos después de haber despegado del antiguo aeropuerto internacional “Grano de Oro” de Maracaibo con destino a la estadounidense ciudad de Miami.
Propiedad de la también empresa aérea Avensa, tras haber sido adquirida el 27 de febrero de 1969 por 6 millones de dólares a la compañía Douglas Aircratt, aquel avión arrendado a la empresa venezolana Viasa, figura entre los trágicos accidentes aéreos registrados en Venezuela.
Aquel avión que llevaba 84 personas (74 pasajeros y 10 tripulantes, todos fallecidos), causó además la muerte de otras 71 personas, que para entonces se encontraban en tierra o para ser más preciso, estaban en la urbanización La Trinidad y en el contiguo barrio Ziruma de la capital zuliana.
Entre los pasajeros fallecidos, figuraban los prospectos grandes ligas venezolanos Isaías “Látigo” Chávez y Carlos Santeliz, quienes acompañaban al entonces dueño del equipo Cardenales de Lara, Antonio Herrera Gutiérrez; su hijo José Herrera y el administrador del equipo, Alí Hernández.
Otra de las víctimas que viajaban en el avión, fue el doctor Raúl Osorio, entonces decano de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia, quien también se confundió entre las víctimas, con todos los integrantes de la familia del atleta zuliano Lino Connel (suegro, esposa y tres hijos), quienes se encontraban almorzando en su casa, ubicada en la urbanización La Trinidad.
Signado con el número 742, aquel trágico vuelo partió a las 10 y 28 minutos de la mañana del aeropuerto internacional “Simón Bolívar” de Maiquetía, para cubrir la primera ruta del itinerario entre Caracas, Maracaibo y Miami.
Tras la tragedia, el hoy desaparecido colega periodista Rubén Mijares expresó desde el aeropuerto de Maiquetía, haber salvado su vida milagrosamente, ya que junto al pelotero Teodoro Obregón y al coach Lucio Celis, no pudieron abordar aquel vuelo, por encontrarse en lista de espera.
Igual suerte corrió el también hoy desaparecido narrador zuliano Arturo Celestino Álvarez "El Premier", quien para entonces laboraba para el circuito radial de los pájaros rojos y había planificado viajar con su jefe, aquel domingo 16 de marzo a Estados Unidos.
Horas después de aquella tragedia, “El Premier” expresó a la prensa zuliana, que por motivos personales, no pudo acompañar al propietario de los Cardenales de Lara a los campos de entrenamientos de Estados Unidos, tal como lo había hecho en los últimos cuatro años.
Igual confesión hizo en el lugar de la tragedia, la entonces joven esposa del grande liga zuliano Luis Aparicio, la portorriqueña Sonia Llorente: “Dios mío; qué horror de la que me salvé”, según recogió en su edición del lunes 17 de marzo de 1969, el diario Critica de Maracaibo.
El entonces presidente de la república, Rafael Caldera, quien apenas llevaba varios días al frente del gobierno nacional, decretó tres días de duelo y semanas después, ordenó la mudanza del sector Grabo de Oro de aquel aeropuerto, cuyas diligencias se iniciaron rápidamente con la adquisición de un extenso terreno en el sector Caujarito, donde en 7 meses fue inaugurado la actual terminal aéreo “La Chinita”.
Con una Maracaibo, que al siguiente día de aquella tragedia aérea, no salía del asombro, Monseñor Domingo Roa ofició aquel lunes 17 de marzo, una misa funeral en la catedral de Maracaibo, en honor a las víctimas.
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