Llegué al café justo a tiempo, sorteando las inconveniencias del transporte. Allí estaba Anacleto, reclinado en su silla con los ojos cerrados, como sumergido en profundas reflexiones. Al sentir mi presencia, abrió los ojos, esbozó su sonrisa pícara y me saludó con un gesto, alzó su taza de café y dijo: “Camaritas, hoy cambiamos el guión. No hablaremos de lo que la gente quiere oír. Tampoco hablaremos de lo que los presstitutes quieren vender, sino de lo que realmente apesta en este circo, de lo que realmente importa. Mañana volveremos a nuestra «actualidad» de siempre.” Bebió un sorbo de café y, al ver mi expresión intrigada, continuó: "¿Recuerdan cuando decíamos que el Gigante era inmune al veneno de las amenazas? «Aquí huele a azufre», «el diablo estuvo aquí ayer», «váyanse al carajo, yanquis de mierda»... Hugo no brincaba por miedo, sino por estrategia. Y Nico, su digno heredero, aprendió la lección. Pero estos guiñapos de la Sayona y sus compinches criollos y gringos... ¡qué espectáculo patético! Su último acto, ese circo macabro de migrantes secuestrados y enviados a campos de concentración en El Salvador, les arrancó hasta la última migaja de credibilidad. Sólo un psicótico podría defender semejante barbaridad." Con un movimiento teatral, sacó su teléfono y mostró una foto: "Miren este matrimonio del infierno: María la Loca, que juró ser «la alternativa democrática», y el narcosenador Rubio, un cubanito «mayamero» que se tragó el manual neocon y escupe veneno. ¡Pero qué combo más hipócrita! ¿Saben que el cuñado de este muchacho es Orlando Cicilia, narcotraficante convicto que salió libre gracias a su cuñado? Ah, pero eso no lo repiten los presstitutes de CNN". Bajó la voz como si conspirara: "Cuando Trump y Rubio se peleaban como gatos en 2016, este mismo Rubio lo llamó «estafador», «mentiroso patológico» y hasta se burló de... ya saben, lo de sus manitas. ¡Y ahora Trump lo tiene de títere como Secretario de Estado! ¿Casualidad? ¡Ja!" Golpeó la mesa: "Es la vieja táctica de darle cuerda para que se ahorque solo. Hasta el perro de Rubio sabía que si Trump ganaba, lo primero que haría sería enterrarlo políticamente". Retomó su café con gesto sardónico: "Y este es el tipo que hoy acusa a nuestros migrantes de ser criminales. ¡El mismo que protege narcos en su familia! María la Loca aplaudió cuando Rubio exigió invadirnos en 2019. Cuando dijo que había que «secar el socialismo en la cuna», ella firmó. Ahora que convierte a nuestros paisanos en mercancía humana... ¡silencio cómplice! Por eso son guiñapos de la misma tela podrida. ¡Seis millones de dólares anuales le paga el Tío Sam a Bukele por alquilarle su patio trasero convertido en un campo de concentración de lo peor!”, exclamó con desprecio. “Trump dice que no firmó la orden, que fue cosa del narcosenador Rubio, ese venezolanófobo que olvida sus orígenes. ¿Y saben lo más risible? Usaron una ley de 1798 para justificar este crimen. ¡Doscientos veintitrés años después! Hasta un juez gringo tuvo que parar el show." Su voz adquirió un tono de indignación teatral: "Mientras tanto, María la Loca aplaude el maltrato a quienes ella misma incitó a migrar. ¡El «sueño americano» convertido en pesadilla! Ahora dice que Maduro controla el Tren de Aragua, cuando todo el mundo criminal sabe que ella es la jefa de los «trenes criollos». Ni para guiñapos sirven ya... como diría el Filósofo del Zulia, ni siquiera para burusas." "¿Y los presstitutes?" - pregunté. Anacleto soltó una risotada: "Esos que hoy excusan este crimen son los mismos que ayer lloraban por los «DDHH». ¡Pura farsa! Como cuando el hacker chileno confesó lo de las actas falsas y ellos cambiaron de tema más rápido que político corrupto en rueda de prensa". Concluyó con mirada penetrante: "En su arrogancia, olvidaron que en política hay una ley más antigua que su ridícula norma de 1798: el pueblo siempre tiene la última palabra. Y esta vez, la están escribiendo con letras de escarnio... y María la Loca quedará como la cómplice que vendió a su gente por un asiento en esa mesa que jamás le darán".
El juez federal James Boasberg, del Distrito de Columbia, emitió una orden de restricción temporal que bloqueó la aplicación de la arcaica “Alien Enemies Act” de 1798, utilizada por Trump y Rubio para deportar venezolanos a centros de detención en El Salvador. Su fallo se basó en tres pilares jurídicos irrefutables: 1- Carencia de estado de guerra: La ley sólo puede invocarse durante conflictos bélicos declarados (Art. I, Sec. 9 de la Constitución de EEUU). El gobierno no ha presentado pruebas de hostilidades formales. 2- Violación del debido proceso: Documentó cómo los deportados fueron privados de acceso a abogados, revisión judicial y derecho a apelación (violación flagrante de la Quinta Enmienda). 3- Precedente histórico condenatorio: Comparó estas acciones con los campos de internamiento de japoneses en la Segunda Guerra Mundial, episodio que el Congreso reconoció en 1988 como "fracaso moral" y pagó reparaciones. El fallo subraya la paradoja: la misma administración que acusa a Venezuela de "autoritarismo" recurrió a un instrumento legal, diseñado para enemigos de guerra… ¡contra civiles inocentes!
La hipocresía de gente como María la Loca y el asesino de niños, Julio Borges, que avaló los bombardeos israelíes contra escuelas en Gaza, alcanza cotas de cinismo que desafían la credulidad. Son personajes que en 2018-2022 promovieron la migración como "éxodo contra la dictadura", recibieron fondosde la USAID por "asistencia a refugiados", y hoy demonizan a esos venezolanos como "criminales del Tren de Aragua" (María Loca, El País 15/03/2025)y "virus para las democracias" (Borges en OEA, 2023). Los datos desmienten su retórica: la Loca afirmó que "el 70% de los deportados son miembros del Tren de Aragua" y según registros de ICEel 89% no tienen antecedentes penales. Borges declaró que "la diáspora venezolana es un virus para las democracias latinoamericanas", lo que repitió Trump para justificar las deportaciones masivas. El giro discursivo es revelador: 1- los usaron como propaganda política ("prueba del fracaso chavista"), 2- como mercancía política (fondos por "refugiados") y 3- como chivos expiatorios. Incentivaron la migración con falsas promesas de "protección internacional" y los abandonaron a su suerte. ¡O sea!
Resulta grotesco ver a María la Loca derramar lágrimas de cocodrilo ante cámaras y ante madres humildes, clamando por “el regreso de los hijos”, si ella apoyó las deportaciones masivas. The Washington Post (2025) documentó la doble moral: muchos de los 238 venezolanos secuestrados en el campo de concentración de Bukele, ese pitiyanqui arrastrado por seis millones de dólares, habían sido registrados por ONGs opositoras como “víctimas políticas”, veinte de ellos miembros de Voluntad Popular. Hoy llaman “criminales” a los mismos que usaron como propaganda del “fracaso chavista”. Esto recuerda a la CIA con los contras nicaragüenses en los 80: reclutarlos como 'luchadores por la libertad' y abandonarlos como “narco-delincuentes”. Mientras tanto, el Plan Vuelta a la Patria ha repatriado totalmente gratis a más de 30,000 venezolanos demostrando que la solidaridad no necesita teatros. Las pruebas de torturas en estos centros de detención salvadoreños, documentadas por Amnistía Internacional, ya circulan en la CPI. Bukele debería recordar que lo que le ocurrió a otros títeres no es un refrán ni un chiste: ¡el que se mete con Venezuela se seca!
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