Para ello ha tenido que vencer, en 140 minutos, por 6-4, 6-7 (5) y 6-3 a Hubert Hurkacz, un duro sacador que se mueve por la pista mucho mejor de lo esperable de su 1,96 y que jugó un gran partido, pero que se decantó por la fe del español y su capacidad de número 1: la de subir el nivel en momentos difíciles. Los antecedentes entre ambos hacían esperar un duelo complicado –tres triunfos para el español en tres partidos, pero con ocho sets jugados y cinco de ellos resultos en tie break- y así resultó.
Porque Hurkacz ha exigido mucho a Carlos. Ambos jugaron un partido muy equilibrado. Sin grandes altibajos salvo en un momento: el inicio del partido de Carlos que, lento e impreciso al saque, se vio 0-3 y 1-4 abajo. Pero logró reponerse, empezar a restar tras varios cambios de plan el peligroso saque del polaco y llevarse la manga con cinco juegos seguidos. No se vio afectado por ello Hurkacz, un tenista con nivel de ‘top 10’ aunque ahora no forme parte del mismo. Como tampoco el español después de no poder llevarse el segundo set y el partido después de tener 5-4 y dos servicios en el tie break. Al contrario, Carlos logró empezar el tercer set con la velocidad de piernas y bola que le había permitido ponerse por delante y jugando, como estaba haciendo, con acierto en la red: tanto sus propios puntos como anulando una y otra vez las subidas de su rival. Cobró ventaja y ya no la cedió hasta el final. Fue un partido difícil en el que ambos tuvieron que tomar muchas decisiones y casi siempre con acierto.
Carlos tratará de llevarse un torneo, el de Rotterdam que no figura aún en el palmarés colectivo del tenis español. Hace dos décadas no consiguió ganarlo Juan Carlos Ferrero, su actual entrenador. Después, tampoco Rafael Nadal. Ahora le tocará a Carlos intentarlo ante el sólido australiano de origen hispano-uruguayo Alex de Miñaur, que en la otra semifinal derrotó por 6-1 y 6-2 a Mattia Belluci. El tenista de El Palmar ha ido en este torneo de menos a más. Ante Vavassori y Pedro Martínez rayó a una gran altura que debía ponerse a prueba ante un rival del máximo fuste. Hurkacz fue la prueba de que estamos viendo al mejor Alcaraz