La coincidente historia de una meretriz de Cabimas con María Lionza
La historia que conoció Rubén Blades sobre María Lionza, se parece a las que muchos cabimeros atribuyen a Rosa Margot Montilla, aquella hermosa mujer colombiana, que al pasar sus mejores años en el mundo nocturno, entregó su alma a la espiritualidad y a su protectora, María Lionza.
Dimas J. Medina
Neuquén
En el ocaso de su vida y próximo a cumplir sus 56 años de edad, una hermosa mujer colombiana que en Cabimas pasó gran parte de su vida en los burdeles, jamás imaginó que uno de los grandes exponentes de la salsa comenzaba a estudiar la historia de su hermosa protectora.
Hablamos de Rosa Margot Montilla y del poeta y cantante panameño Rubén Blades. El 7 septiembre de 1978, cuando Rubén Blades y Willie Colon lanzaron al mercado su segundo álbum, con el respaldo del sello disquero, el entonces imperio de la música latina, Fania All Star, aquella hermosa mujer colombiana, de radiantes ojos y sutil rostro, que en la curva de sus años terrenales, comenzaba también abonar el camino para su espiritualidad, coincide con un musical homenaje a su reina María Lionza.
Incluida en el exitosísimo álbum “Siembra”, María Lionza fue aquella historia que convertida en salsa, comenzó también a investigar un año antes el panameño Ruben Blades.
Y tal como lo describe la colega Luisa Salomón en un reportaje especial que en el 2018 escribió para el portal colombiano Prodanci, la primera vez que Blades escuchó hablar de María Lionza fue por un chofer de autobús venezolano.
Ocurrió en 1977 cuando visitó a Venezuela, a donde acudió a promocionar su primer álbum “Metiendo mano” con Willie Colon. Relata Salomón, que en el trayecto de Maiquetía a Caracas, al cantante lo sorprendió la escultura de la deidad desnuda montada sobre una danta en plena Avenida Francisco Fajardo o Autopista del Este, obra de Alejandro Colina.
“Es una santa de aquí”, le dijo el conductor a Rubén Blades sin más explicaciones. Fue en ese momento, cuando el panameño se dedicó a estudiar a María Lionza, investigación que concluyó un año después, con la grabación u homenaje musical, que incluyó para su explosivo álbum “Siembra.
En su investigación, Rubén Blades encontró en los libros, la historia de esa divinidad indígena, guardiana de la naturaleza del folklore venezolano.
Según una versión de la tradición, María Lionza -de nombre originario Yara- fue la hija del cacique Nirgua de la etnia Nívar. Un chamán había vaticinado que su nacimiento traería desgracia a su tribu. Para evitarlo, debían sacrificarla entregándola al Dueño de las Aguas, una anaconda que dormía en el fondo de uno de los pozos de la montaña de Sorte.
Cuando nació la bebé, blanca y de ojos verdes, el cacique la llamó Yara y la escondió de su destino en una cueva de la montaña con guardias para protegerla. Pero la niña se hizo mujer y su curiosidad la empujó a escaparse de su protección, para encontrar el camino hacia el pozo de la anaconda.
Enamorado de su belleza, el Dueño de las Aguas se la llevó al fondo. Cuando el cacique intentó separarlos, la anaconda explotó, inundando todas las tierras de la tribu. Desde entonces, Yara se convirtió en la guardiana de la naturaleza.
El sincretismo entre las creencias nativas y la religión católica que trajo la conquista española convirtió a Yara en Nuestra Señora María de la Onza del Prado de Talavera de Nivae. Eventualmente, la tradición acortó su nombre a María Lionza.
Y con ese nombre, Rubén Blades escribió la canción ese mismo año de 1977 cuando visitó a Caracas y, un año después, la incluyó en su disco “Siembra”, con la promesa de un ramo de flores a cambio de un milagrito a “esta noble reina, de gran belleza y de gran bondad”.
Margot
La historia que conoció Rubén Blades sobre María Lionza, se parece a las que muchos cabimeros atribuyen a Rosa Margot Montilla, aquella hermosa mujer colombiana, que al pasar sus mejores años en el mundo nocturno, entregó su alma a la espiritualidad y a su protectora, María Lionza.
Nacida en Medellín o Barranquilla el 25 de septiembre de 1922, Margot Montilla como también se le conoció a esta hermosa mujer, se mudó a la petrolera ciudad de Cabimas, algunos dicen que por desencanto en el amor, aunque otros señalan, que la mala vida que recibió de sus progenitores, especialmente de su alcohólico padre, la llevó a abandonar a su nativa Colombia.
Despechada, Rosa Margot Montilla llegó a Cabimas en la década de los 40 a buscar el amor en cada hombre que encontró en su camino. Al atribuírsele la profesión más antigua del mundo en aquella calurosa población zuliana ataviada de balancines y mechurrios, la hermosa mujer pasó de cabaretera, a regentar después, decenas de bares y prostíbulos.
Quienes la conocieron, dan cuentan además que Margot era tan hermosa, que llegó a tener todo lo que deseaba, porque los hombres le otorgaban dinero y joyas por el simple placer de su compañía, sin embargo, a ninguna amaba.
De manera pues, que a pesar de ser dueña de muchos bares, con el tiempo el espíritu de Margot se convirtió en la de una mujer amable, porque comprendió en carne propia, lo duro que fue aquella alegre vida y, porque también no le gustaba que ofendieran o maltrataran a las mujeres.
Dicen que cada insulto o maltrato que recibían las mujeres a su alrededor, la tomaba como insulto para ella misma. Y delicada como fueron sus últimos años, Margot, quien también odiaba el desorden y la suciedad, se dedicó a velar por respeto de las mujeres.
Y tras adoptar el espiritismo “MaríaLioncero venezolano”, Margot igualmente se preocupó por ayudar a las mujeres en problemas legales, sacándolas de la prostitución, de la calle, del vicio, de las tristezas y de la mala vida.
Tras su muerte, a las que muchos aseguran se produjo el 17 de diciembre de 1982, a sus 60 años de edad, su espiritualidad comenzó a ser adoptada como la de una mujer milagrosa. Tan es así, que recientemente, su tumba en el Cementerio Municipal de Cabimas, se ha convertido en un lugar de perenne peregrinaje.
Quienes acuden a su tumba, consideran a Rosa Margot Montilla como un espíritu que transmite mucha paz y frescura, lo cual da a notar que a pesar de haber fallecido en una edad avanzada, su espíritu permanece joven lleno de vida, con mucho amor y cariño para dar.
En su tumba, sus seguidores ofrendan con champagne, cerveza, vino, cigarrillos, colonia fina y abundantes frutas, porque así le gustaba a ella en vida y, porque además representa un signo para atraer mucha abundancia y felicidad.
Los espiritistas ubican a Rosa Margot Montilla como una mujer protectora, de todas aquellas que acuden a ella, para alejarla del peligro, de la acechanza maligna, de las tristezas, de la tradición y del sufrimiento.
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