Por Víctor Hugo Mónaco
IG: @elplacerderazonar
X: vhmonaco
Dicen que es un monasterio.
Otros, que es un palacio.
Algunos lo llaman la Octava Maravilla del Mundo.
Pero, más allá de estas afirmaciones –que son ciertas–, El Escorial también fue concebido para ser algo mayor:
🜂 Un Mapa del Universo.
🜁 Un Refugio del Espíritu.
🜄 Un Ancla contra el Caos.
🜃 Un Espejo del Alma.
Felipe II mandó a levantar Orden en medio del Abismo. Su planta —aparentemente una parrilla por San Lorenzo— oculta una Triple Verdad: es un reflejo en la Tierra del Templo de Salomón, del Árbol de la Vida y de la Jerusalén Celestial.
Al igual que el Rey Sabio, el monarca español sabía que la Arquitectura puede vencer al Caos; porque cuando la Forma obedece al Espíritu, hasta la piedra aprende a orar, dando sentido a la materia. El Número –entendido como Armonía por Pitágoras y también como Nombre de Dios, según la Doctrina Mística Judía– delinea la simetría de El Escorial: cada proporción revela una ley del Cosmos, porque la Geometría es el Lenguaje de Dios.
El Escorial ofrece la oportunidad de realizar el Viaje Iniciático. El Hombre —aún siendo Peregrino del Tiempo— puede despertar su Alma y abrazar la Eternidad... antes de morir. La Conciencia Expandida –fin último de esta experiencia– transforma de tal modo la percepción de las cosas, personas y vivencias que su portador deja de pertenecer a este mundo, aunque siga caminando entre los hombres. Vive –sí, inmerso en las vicisitudes de lo cotidiano– pero ya no vive para sí mismo sino para la Misión que le fue confiada: Despertar a los que –a su vez– todavía duermen... como Testigo del Misterio.
La Iniciación
El Escorial, más que un recorrido turístico, permite una Ascensión Espiritual en Tres Actos:
El Primer Acto nos lleva a la Basílica, sede de la Presencia Divina y Eje del Cosmos. Allí el alma se adentra en el Misterio, la materia se arrodilla ante el Infinito y la luz se convierte en pluma con la que lo Sagrado firma su Presencia.
Desde su frontispicio, Seis Reyes de Judá nos hablan de izquierda a derecha, erigidos desde lo alto como Mentores del Alma:
• Josafat: La Luz que avanza en la Oscuridad, cuando todo parece perdido. El Juicio Justo, la Conciencia que Discierne.
• Ezequías: La Purificación del Santuario Interior, Promesa del Hombre Nuevo. La Fe que Sana, la Voluntad que transforma el Destino.
• David: El Propósito por el que el Hombre debe luchar, cuando se sabe Amado por Dios. El Corazón del Reino, el Amor que ordena el caos y vence el miedo.
• Salomón: La Sabiduría que edifica lo eterno, verdadera garante de Armonía y Paz cuando rige nuestro destino.
• Josías: El Guardián del Libro y la Verdad Recuperada, pese al complot del Error y la Ignorancia. El Retorno a la Ley, la Memoria Espiritual que Despierta.
• Manasés: El que cae para volver a levantarse y así reconstruir en sí mismo un asombroso monumento a la Misericordia y al Perdón de Dios.
El Mensaje de los Seis Reyes no es mera alegoría: es pura Pedagogía del Alma tallada en piedra. El recordatorio eterno de las etapas de nuestra Historia Salvífica:
— Recibir el Llamado.
— Construir lo Sagrado.
— Defender el Alma del Ego.
— Caer y Levantarse.
El Segundo Acto nos lleva a la Biblioteca. Santuario del Conocimiento. Preludio del Paraíso, en el que el Divino Maestro nos concederá conocer como somos conocidos. La Revelación hecha tinta y papel. Cada libro pareciera susurrar a quien quiera leerlo:
“Si me buscas, yo salgo a tu encuentro.”
Más de cuarenta mil manuscritos —Kabbalah, Alquimia, Geometría Sagrada, Cosmología árabe, Ciencia renacentista y Astrología culta—, rescatados por Felipe II de las hogueras de la Inquisición, atestiguan que la Duda también es un camino lícito hacia la Verdad: porque es preferible comenzar en la vida con preguntas y terminar con respuestas... que comenzar con respuestas y terminar con preguntas.
El Tercer Acto nos lleva al Panteón Real, morada final de quienes gobernaron con Sabiduría, Justicia y Verdad, porque todo Poder viene de Dios. Allí los Reyes no mueren: se depuran para la Eternidad, recordándonos que somos polvo de estrellas pero también Luz Infinita que se reconoce a sí misma en la carne. Por eso la Historia, aunque duerma, jamás debe olvidarse.
Todo es Conciencia
El Escorial es una Obra de Realeza Interior: la OPERA MAGNA del Alma. Erigido sobre un Lugar de Poder –uno de tantos que hay sobre la Tierra, nexos secretos entre lo visible y lo invisible–, alineado con solsticios, estrellas y proporciones divinas, permite al Tiempo respirar distinto... entre dimensiones. Quien sepa escuchar —tras vaciarse de sí mismo, bien sea por circunstancias de la vida o por una decisión personal, sostenida durante años— podrá oír emocionado el Corazón del Universo y la Voz del Silencio que siempre sobrecoge... porque El Escorial es Punto de Partida y Retorno de la Conciencia.
Ahora sé que ya había estado allí antes. Mis pasos solo cumplieron un pacto antiguo: Volver... cuando estuviera listo.
No caminé solo. Además de mi familia, me acompañaron recuerdos que aún no han ocurrido y visiones del porvenir que ya pasaron en otra línea de tiempo, pues allí todo es un Eterno Presente de cosas pasadas, actuales y futuras... porque El Escorial revela una Verdad Eterna a quienes creen y saben que la Fe entra por el oído:
Lo Auténtico nunca desaparece.
Puede sepultarse bajo el peso de los años, pero –como la Vida misma– siempre encuentra la forma de abrirse camino hacia la superficie. La Conciencia siempre vuelve a aquello que nunca dejó de pertenecerle, porque somos lo que pensamos y las palabras definen lo que somos. Al igual que la Luz y el Amor, puede ocultarse... pero jamás se extingue.
En El Escorial no busqué a Dios: Allí Él me recordó dónde encontrarme... en medio de una sinfonía de piedra donde la mente medita y el alma se eleva.
Para recibir en tu celular esta y otras informaciones, únete a nuestras redes sociales, síguenos en Instagram, Twitter y Facebook como @DiarioElPepazo
El Pepazo