Un mensaje de luz y de amor en tiempos prueba
Que el niño Dios traiga a los hogares el consuelo necesario y la fuerza para seguir luchando. Que la estrella de Belén ilumine el trayecto hacia un mañana donde la abundancia no sea solo material, sino de justicia, esperanza y paz. Es imperativo que la confianza no se apague en los corazones.
Ángel Montiel
En una Navidad donde las luces de los hogares intentan desafiar las sombras de la incertidumbre, es necesario que el abrazo trascienda las distancias y las dificultades. Esta fecha no es un simple formalismo del calendario, es la reafirmación de que, incluso en la precariedad de un pesebre, la esperanza siempre encuentra donde nacer.
Venezuela atraviesa hoy una de la crisis más difíciles de su historia. Es una realidad innegable, para muchos, la mesa no estará llena y el vacío de los seres queridos que partieron se siente con una intensidad desgarradora.
Sin embargo, la verdadera esencia del país no reside en las carencias actuales, sino en la dignidad inquebrantable de la gente.
Frente a la adversidad, se demuestra más solidez y el mundo contempla con asombro, una capacidad de entrega, de ayuda mutua y de fe que ninguna crisis puede arrebatar. La Navidad llega para recordarnos que le justicia y la paz son posibles cuando se camina al amparo de Dios. En este camino el ejemplo de hombres de gran valor, aquellos que dedicaron su vida a los más pobres con amor y entrega, debe ser el norte que guíe la voluntad para no rendirse.
Las crisis, por intensas que sean, son temporales, pero los valores cristianos de los pueblos son eternos. Caminar con fe y constancia representa el primer paso hacia la libertad plena y la reconstrucción integral.
Que el niño Dios traiga a los hogares el consuelo necesario y la fuerza para seguir luchando. Que la estrella de Belén ilumine el trayecto hacia un mañana donde la abundancia no sea solo material, sino de justicia, esperanza y paz. Es imperativo que la confianza no se apague en los corazones.
A pesar de las tormentas, la mano del Padre Celestial no suelta a su pueblo. Hay que agradecer por la fortaleza de quienes persisten, por el pan compartido con sacrificio y por el amor que mantiene la cohesión familiar. Cada gesto de bondad en medio de situaciones extremas es el reflejo de Dios.
Demostramos una solidez y resistencia ante las dificultades que el mundo admira, una capacidad de entrega, de ayuda mutua y de fe que ninguna crisis puede arrebatarnos.
La Navidad nos recuerda que la justicia y la paz son posibles cuando caminamos juntos hacia el bien común con la ayuda de Dios. Que el ejemplo de hombres de gran valor que dedicaron su vida a servir a los más pobres con amor y entrega, sea el norte que nos guíe para no rendirnos.
Las crisis de la intensidad que sea, son temporales, pero los valores cristianos de un pueblo son eternos. En la generosidad con el vecino y el apoyo al que menos tiene es donde realmente derrotamos la adversidad.
Caminar con fe y constancia es el primer paso hacia la libertad plena y la reconstrucción integral.
Que el Niño Dios traiga a cada hogar venezolano el consuelo necesario y la fuerza para seguir luchando por el país que merecemos. Que la estrella de Belén ilumine el camino hacia un mañana donde la abundancia no sea solo material, sino de justicia, de esperanza y mucha paz.
Insisto, que la esperanza no se apague en nuestros corazones.
Doy gracias al Padre Celestial porque que a pesar de las tormentas, su mano no nos ha soltado. Gracias por la fortaleza de los que no se rinden, con el pan que se comparte con sacrificio y por el amor que nos mantiene unidos a la familia.
Reconozco que cada gesto de bondad en medio de las situaciones extremas que estamos pasando, es el reflejo de su presencia de Dios en medio de nosotros. Recordemos que la primera navidad ocurrió en medio de dificultades, muchas carencias y caminos inciertos, pero fue allí en esos duros acontecimientos donde Dios se manifestó.
No permitamos que el desánimo apague el espíritu. Jesucristo es roca y esperanza. Tengamos fe y que sea el cimiento fuerte que nos mantenga firmes, sabiendo que después de la noche más larga y oscura, el sol de justicia siempre volverá a brillar.
Con la bendición de Dios. ¡Feliz Navidad!
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