béisbol y la salsa: las grandes pasiones de Rubén Mijares

Hoy miércoles 10 de diciembre estuviera cumpliendo 87 años este destacado periodista deportivo nacido en Puerto Cabello 

béisbol y la salsa: las grandes pasiones de Rubén Mijares
béisbol y la salsa: las grandes pasiones de Rubén Mijares

Buenos Aires (Dimas J. Medina) No sabíamos que estaba enfermo, pero desde que supimos que el torneo de nuestro beisbol profesional, correspondiente a la temporada 2017-18, se jugó en su honor, comprendimos que se lo merecía.

Por algo, en el año 2016 fue exaltado al Salón de la Fama de nuestro beisbol, ubicado en el Centro Comercial Sambil de Valencia. Y si lo llevaron a este inmortal recinto, fue porque el amigo Rubén se lo había ganado, en reconocimiento a su extraordinaria trayectoria de más 50 años en el periodismo deportivo.

Y sobre su imponente presencia en el beisbol profesional, recordamos de manera triste aquel lunes 15 de enero de 2018, cuando su prestigio ingresó a la gloria eterna, como agudo y entusiasta referente del periodismo deportivo en nuestro país, tanto en la prensa escrita como en los medios audivisuales.

Además de conocedor impedernido del beisbol, nuestro amigo Rubén, fue también un excelente melómano. Por eso, hoy quiero rescatar de nuestra memoria, tres hechos que particularmente nos unió profundamente con este ícono de la comunicación social nacido en Puerto Cabello el 10 de diciembre de 1938.

El primero, haberlo conocido personalmente en un restaurant de Carora, donde el entonces voluminoso y espigado periodista almorzaba con el equipo de transmisión radial de los Cardenales de Lara. Eso fue durante mi etapa de estudiante de bachillerato allá en nuestro glorioso liceo Alfredo de Jahn de Cabimas. Nos trasladábamos con mi hermano Chuma (QEPD) y el amigo Orangel Arrieta para el novenario de mi abuela Camelia Rivero en Churuguara, estado Falcón.

Tan importante resultó aquel encuentro, que años después cuando comenzaba a matar fiebre como estudiante de periodista, volvimos a coincidir con Rubén Mijares, pero esta vez, en el estadio “Luis Aparicio El Grande” de Maracaibo.

Desde entonces, comenzó una amistad que se consolidó cuando un segundo encuentro, ocurrido a mediados de la década de los 90, pudimos conocer otra faceta de Rubén Mijares: Su festiva devoción por los ritmos musicales afrocaribeños. 

Por invitación de un pana, enamorado como todos mis amigos de farras, de la salsa y del beisbol, Rubén Mijares viajó a Barinas. Lo llevó su otro amigo, el locutor y sonero Noel Arnaldo Zamudia Aro, para que disertara una charla sobre la salsa, que lamentablemente no se pudo realizar.

Zamudia y su grupo de rumberos nos inventamos una fiesta para no desperdiciar la presencia del periodista y melómano porteño en Barinas y la excusa fue el cumpleaños de otro amigo, el hoy desaparecido Carlos Pantoja.  

En la casa de Pantoja, Mijares no sólo bailó y habló de la buena salsa, sino que al día siguiente, le tributamos un sencillo homenaje, en aquellos recordados torneos de pelota suave que realizaba la Liga Hípica de Softbol que dirigía precisamente Carlos Pantoja.

Años después, invitamos a Rubén Mijares para que disertara en Barinas sobre la historia de nuestro único Hall de la Fama en el beisbol de las grades ligas, Luisito Aparicio. Ocurrió en plena festividades en honor a Nuestra Virgen del Pilar, en el año 2001. Viajó acompañado del propio Aparicio y del también ex pelotero y comentarista Dámaso Blanco. Y no conforme con la charla que disertó en los abiertos espacios de la alcaldía de Barinas, propusimos al entonces alcalde Julio César Reyes, que lo incluyera como jurado al reinado de aquellas ferias, junto a sus acompañantes Aparicio y Blanco. Así ocurrió y después vino la rumba sana entre sus panas.  

Después de aquellas etílicas reuniones, vino un tercer encuentro que particularmente me enorgulleció como periodista. Ocurrió en plena Serie del Caribe celebrada en Margarita en el 2010. Allá Rubén Mijares, como jefe de prensa, me encomendó varios trabajos como su asistente, debido a las fallas que mostró su equipo en la logística para el desarrollo de una importantísima actividad durante aquel evento: La exaltación de varios jugadores al Salón de la Fama de la Serie del Caribe.

Cuando me propuso que lo ayudara durante aquel evento, como su emergente asistente, no puse ninguna objeción a sus órdenes, porque lo consideraba como un maestro. Y así lo consideré hasta su muerte.

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