Linares, un rico don regalón
Dicen que fue tan dadivoso que a sus empleados los pensionaba mejor que a los empleados públicos. En 1878 donó a otro grande de la historia, Don Agustín Aveledo, 200 mil pesos para mantener el asilo de huérfanos de La Pastora. En 1893 la misma yunta levantó el Hospital de Niños, inaugurado por Joaquín Crespo. Aunque fue llamado Hospital Linares, luego pasó a ser La Cruz Roja, como en la actualidad.
Luis Carlucho Martín
Eso de que todo lo anterior fue bueno y que no se repite, a veces parece gamelote, pero lean estas líneas y opinen… El 30 de agosto del año cataplún (1891), mientras el gordito y sudoroso presidente de la República, Raimundo Andueza Palacios, se regocijaba por el respaldo que el pueblo le mostraba como mandatario, se estaba haciendo entrega de la obra más moderna de aquella Caracas que se iba afrancesando al gusto que había impuesto el Ilustre Americano, Antonio Guzmán Blanco. Se trataba de la calle con los edificios más altos de toda la ciudad, con barandas de hierro y madera que daban sentido desde lo estético hasta lo seguro. Una calle empedrada con majestuosas construcciones a cada lado, que servirían de negocios, y algunas oficinas para el Concejo Municipal. Todo fue una donación del guaireño, pero criado y crecido en Caracas, Don Juan Esteban Linares, un panadero que aprendió tanto del comercio y con un golpe de fortuna hizo bastante dinero exportando frutas a Europa.
Indudablemente, sus contactos gobierneros lo colocaron en posiciones privilegiadas, pero de su billetera sacó dinero para tal obra. Entre tragos, por la celebración presidencial y la algarabía por la obra, la inventiva popular le dedicó estos y otros versos: “Tú nos has dado una calle / y quieres que lo callemos; / pues bien, no te complacemos / aunque tu cólera estalle / Linares se ha de llamar / la calle, y así ha de ser: / conque amigo, hasta más ver / y paciencia y barajar”.
Dicen que fue tan dadivoso que a sus empleados los pensionaba mejor que a los empleados públicos. En 1878 donó a otro grande de la historia, Don Agustín Aveledo, 200 mil pesos para mantener el asilo de huérfanos de La Pastora. En 1893 la misma yunta levantó el Hospital de Niños, inaugurado por Joaquín Crespo. Aunque fue llamado Hospital Linares, luego pasó a ser La Cruz Roja, como en la actualidad.
Linares dejó constancia escrita de su obra al exponer: “con verdadera satisfacción hago entrega al digno representante del Municipio de Caracas de la nueva calle como lo ofrecí al Gobierno del Distrito (...) posponiendo al interés material la satisfacción patriótica de contribuir al bien público y al ornato de Caracas”. La calle se llamaba Pasaje del Mercado --por San Jacinto--, pero con justicia hoy es el Pasaje Linares.
Ahí siguen sus adoquines soportando la inclemencia de la intemperie y de los desechos fecales y micciones que la miseria humana aún vierte ante la indolencia de cualquier autoridad. Su parecido a nido de atracadores ha cambiado en estos días con un techo simulado de sombrillas y un vivo juego de colores (tendencia artística promovida internacionalmente por el movimiento Umbrella Sky Project, que en varios países trabaja los aspectos estéticos de algunas ciudades).
Ojalá la historia no le tenga un prontuario oculto a este personaje, digno de ser imitado, al menos, en entrega de obras públicas a tiempo.
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