Un vigilante impidió a Luis Herrera Campins visitar al director de un periódico en Barinas

Ex presidente conmemora hoy el centenario de su natalicio

Un vigilante impidió a Luis Herrera Campins visitar al director de un periódico en Barinas
Un vigilante impidió a Luis Herrera Campins visitar al director de un periódico en Barinas

Dimas J. Medina 

Neuquén

Ramón Catalino Colmenares fue un personaje que marcó simpatía y humildad en la historia laboral del diario La Prensa de Barinas.
      
A finales de la década del 80, “Cantalicio”, como también se le conoció a este humilde trabajador, se desempeñaba como vigilante, cuyo modesto oficio lo catapultó como una persona fuera de serie.

Disciplinado y obediente, “Cantalicio” cumplía al pie de la letra las órdenes superiores. Por eso, para aquellos días, ningún extraño subía a la redacción, sin orden expresa.
      
A pesar de ser un humilde hombre sin formación escolar, estaba en todas las jugadas. Era hablador, anecdótico, atento y siempre con una sonrisa a flor de labio.

Raras veces lo vimos triste o amargado. Tanta alegría destilaba aquel humilde hombre de origen campesino, que de tanto tratar a nuestro director, como señor Santeliz (+), un día se le ocurrió bautizarlo como “Cantalicio”, pero para su consumo personal y para un pequeño grupo de trabajadores del periódico, a quien siempre expresaba su agradecimiento por tanta complicidad y gratitud hacia su persona. Por eso, se ganó el apodo que intentó endilgarle a su jefe máximo.

Un día sábado cualquiera, don Alberto Santeliz estaba ocupado en su oficina y ordenó a su vigilante, prohibir cualquier visita a su despacho.

El director de La Prensa no quería toparse con nadie, porque a esa hora –ya pasada las doce del mediodía-, no había periodistas en la sala de redacción y los pocos que laboraban para aquel entonces, la mitad estaba descansando. 

Sólo estaban de guardia, Raúl Álvarez González, el hoy desaparecido Javier Lazarte y Ramón Medina Alfonso, pero ninguno se encontraban en la redacción para esa hora.

“Ya sabes, no me pase a nadie para arriba”, ordenó con su ronca y pausada voz Santeliz al vigilante del diario La Prensa.
      
No había pasado 20 minutos de haber recibido aquella orden, cuando un grupo de 7 dirigentes copeyanos de Barinas, que acompañaban aquel día al ex presidente Luis Herrera Campìns, llegaron al periódico con la misión de saludar al director.

Ramón Catalino Colmenares no conocía a nadie de aquel grupo de visitante. Su ignorancia política tampoco le permitía reconocer la presencia de aquel importante personaje, que junto con sus acompañantes, debieron esperar hasta 10 minutos para que pudieran ser atendidos por Santeliz.
      
“Epa camarita, para donde va usted”, le reclamó Colmenares a Guillermo Artahona (+) en el momento en que éste intentaba subir a la oficina de Santeliz.

“Tengo órdenes de no dejar subir a nadie”, dijo convincente y con voz de mando, aquel modesto trabajador.
       
Si no es por uno de los presentes, que desesperadamente obligó al vigilante a comunicarle a Santeliz, sobre la presencia del ex presidente de la república en la recepción del periódico, el hecho hubiese pasado sin penas ni glorias.

-Señor Santeliz, aquí abajo hay un grupo de personas que quieren conversar con usted –comunicó vía telefónica Colmenares desde su puesto de trabajo

-Quiénes son –respondió Santeliz
      
-Un momento, señor, voy a pedirle sus identificaciones... Aquí están un señor que se identificó como Artahona y otro señor que dice llamarse Luis Herrera…
      
Santeliz tuvo que bajar para corroborar el insólito incidente en el que se vio envuelto aquel humilde vigilante, que obligó de inmediato a presentar las disculpa a los perplejos visitantes.

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