Pedro Scott, digno ejemplo del jugador máster en Venezuela

Se trata de un basquetero que debutó en Miranda pero de inmediato pasó a jugar con el uniforme verdiblanco distrital –en aficionado– y caraquista en profesional. Hoy, a sus 75 años, defiende los colores del emblemático equipo Lomas de Urdaneta, semillero de tantos referentes no solo del baloncesto sino del fútbol, la lucha y el beisbol.

Pedro Scott, digno ejemplo del jugador máster en Venezuela
Pedro Scott, digno ejemplo del jugador máster en Venezuela

Luis Carlucho Martín

Cuando cayeron los cuatro primeros puntos –dos cestas de dos– en el partido que oficialmente subía el telón del gimnasio “Pedro Elías Belisario Aponte” de Maracaibo, el 16 de julio de 1968, durante el Campeonato Nacional entre el extinto DF y Miranda, su autor material, jamás pudo haber proyectado todo el recorrido que el baloncesto le pondría en su itinerario que aún hoy, a sus 75 años, lo mantiene vigente como jugador del máster 60 de Caracas, donde rinde desde lo técnico-táctico, y, lo mejor, se siente en plenitud física y mental.

Se trata de Pedro Scott, basquetero que debutó en Miranda pero de inmediato pasó a jugar con el uniforme verdiblanco distrital –en aficionado– y caraquista en profesional. Hoy defiende los colores del emblemático equipo Lomas de Urdaneta, semillero de tantos referentes no solo del baloncesto sino del fútbol, la lucha y el beisbol.

Scott, quien se reactiva para jugar máster +60, “gracias a la invitación de Martín Escobar”, está consciente del hándicap que cede –de 15 años– en esta categoría en la que hacen vida muchos exprofesionales y jugadores en buen momento físico. Luce prohibitivo rendir al máximo, por lo tanto, explica su disciplinada rutina de entrenamiento personal para adaptarse a las nuevas exigencias. Entrenamiento en superficie de arena para resistencia, velocidad y potencia. Seguidamente, gimnasio bajo la tutela del entrenador Edison Rivero; lanzamientos en la cancha de La Morita y natación –seis piscinas lunes, miércoles y viernes– en el complejo de piscinas Parmalat, en los altos mirandinos, donde reside.

Asegura que su meta es jugar en la máster 65 –categoría que está por crearse– porque tuviera un mejor desempeño. “No solo se trata de competir. Cada vez que entro a una cancha yo quiero ganar. Aunque estoy consciente del reto y voy paso a paso. Con Lomas de Urdaneta me va bien, me he adaptado a los compañeros, quisiera jugar en esa otra categoría”, expone en clara mención de que siente el rigor de las exigencias actuales.

Aunque siempre se habla de que el baloncesto a partir de máster 60 es más recreativo, de integración familiar y de neto compañerismo debido a su innegable impacto desde el compartir social, todos, absolutamente todos los jugadores tienen una meta: alzar la copa del campeonato. Son, casi en su totalidad, jugadores exprofesionales, de ligas empresariales o de la, lamentablemente desaparecida, Liga Metropolitana; es decir, hay baloncesto de excelente calidad. Por ello, Scott no duda en promover la participación. Invita a compañeros de su época –“aunque quedan pocos”, asevera entre risas–, y a los de subsiguientes generaciones para que se incorporen a engrosar las filas de esta maravillosa realidad que hoy cuenta con 14 equipos, una asociación –AsoMaxiBaloncesto– y un seguro para los participantes, entre otros logros.

Por su experiencia, por su estado físico, por sus condiciones, por su disciplina y por lo que representa su nombre en el sumario del baloncesto nacional, Pedro Scott es cotizado por muchos de los equipos actuales. Relata que inició entrenamientos con el equipo San Agustín. “Me sentí muy bien. Incluso logré un 90% en una práctica personal de lanzamientos de media distancia. Ahí me dije, estás listo. Fui tentado por GNB, pero me reclutó Lomas de mi amigo Chelí y aquí voy”, indica recién salido de un juego, en el que tuvo suficiente actividad, sin dar muestras de cansancio.

En la LiEspecial, Pedro Scott dejó un verdadero legado y escribió su nombre en la historia del Caracas junto a Bruno D’Adezzio, Héctor “Oreja” García, Alí Machado, Fedor Meza, Tavo Solórzano, Martín Escobar, Gustavo Maza, Douglas Barinas, Juan Mujica, Asterio Betancourt, Yván Olivares y sus dos grandes amigos Luis "Kunda" Tovar y Ramón "Tulo" Rivero, entre otros.

Scott, deja de jugar Liga Especial en 1983, cuando el DT gringo, Dennis Jovanovick, un tipo muy joven, lo nombró su asistente técnico porque se negaba a entrenar a alguien mayor que él y de comprobada jerarquía. Ese año fueron eliminados en semifinales por Panteras de Lara, a la postre campeones. Desde entonces, el caraqueño fue exitoso en ese nuevo rol con distintos entrenadores.

Egresado del Pedagógico de Caracas y con su destacada hoja de vida repleta de baloncesto, inicia su etapa como formador desde la cátedra de Educación Física. Hace una corta introspección y de su memoria saltan dos nombres: Escuela Técnica y Víctor David Díaz, acaso su alumno más emblemático.

Hoy Scott, autoridad en materia de baloncesto, vuelve a activarse e invita a que la familia y el entorno del jugador máster se integre y comprenda que la actividad deportiva a ese nivel, suma otras aristas a lo netamente competitivo, y no debería causar ningún tipo de conflictos. “Yo me despejo y me siento bien desde lo físico y mental, porque mi cuerpo se prepara para cada compromiso y para estar en armonía. Un juego no es solo un día. Añade cada preparación para estar al tope. Y luego se suma el compartir postpartido, de vital importancia para integrarnos y enriquecer el presente con memoria del pasado”, evoca con la sencillez y humildad de un verdadero exponente de la filosofía del deporte que exaltan el juego limpio y una mente sana, condiciones que, con su disciplina, darán mucho de qué hablar muy pronto.

Para recibir en tu celular esta y otras informaciones, únete a nuestras redes sociales, síguenos en Instagram, Twitter y Facebook como @DiarioElPepazo

El Pepazo