Está semana fuimos víctimas como pueblo venezolano de una afrenta histórica sin precedentes: 238 connacionales nuestros, migrantes, fueron deportados desde los EEUU; Pero no a su país de origen, sino a un tercer país: El Salvador. El presidente Bukele, tristemente célebre por sus prácticas fascistas; justificadas según él, por la "pacificación y la seguridad", "alquiló" a los Estados Unidos, una carcel antiterrorista para recluirlos, sin importar si debían algo a la justicia o no.
Aislados, vejados y sin condena firme; ni solicitud alguna ante la justicia de alguno de los tres paises, fueron recluidos a golpes, simplemente por lucir tatuajes combinados con facciones de origen latino: Secuestrados. Gente trabajadora detenida en la calle, con sus bienes confiscados, sin derecho a la defensa y menos al debido proceso.
Trump borró de golpe y porrazo, cuánto documento, orden ejecutiva, parole o tipo de asilo temporal, a tiempo determinado o permanente amparaba a buena parte de los migrantes: de la noche a la mañana pasaron de refugiados, a deportados. Sin importar vínculos con la comunidad, tiempo de permanencia: nada.
Y Bukele, ni corto ni perezoso ofreció sus cárceles como depósito humano para recluirlos, a cambio de una suma de dinero, nada despreciable, por cada ser humano; así los nuestros terminaron convertidos en mercancía una vez más, y debo decir una vez más; porque muchos de ellos fueron estafados por organizaciones terroristas disfrazadas de partidos que desde Venezuela les prometieron asilo y permanencia en los iueseis, el sueño americano.
Los partidos de la plataforma unitaria comerciaron con "constancias de perseguidos políticos" a cambio de una suma variable de verdes; luego ponían a esos "beneficiarios", en contacto con los coyotes, que a cambio de otra suma de verdes, los guiaban en su viacrucis por el Darién; dónde los entregaban a quienes se encargaban de garantizar el ingreso a Estados Unidos y el trámite de asilo completo. Así que nuestra gente tuvo precio de ida y de regreso.
Otros se fueron de manera independiente, vendieron sus bienes, sacaron pasaportes y entraron formalmente a Estados Unidos, con algo de capital para sobrevivir unos días; o pagaron también a coyotes en otras rutas, por otras entradas.
Muchos se fueron hablando pestes de nuestro presidente Nicolás Maduro, del gobierno bolivariano y hasta del país, de Venezuela, de la patria que los vió nacer. Hoy aprendieron a valorar a la patria solidaria, humana y cálida. Es ese gobierno bolivariano, el que está peleando en las instancias internacionales por medios diplomáticos y jurídicos; y es Nicolás Maduro el que se ha puesto al frente de la Batalla, atendiendo a los familiares y luchando por los nuestros afuera y adentro.
La oposición en su afán de atacar al presidente Maduro y tratar de montar la matriz del estado fallido o forajido; en su frustración, al ver qué les ha sido imposible tomar el poder en Venezuela, inició una campaña mediática para criminalizar a los migrantes, creando el mito del Tren de Aragua y maximizando sus actividades delictivas y ocasionando una ola de xenofobia en todo en continente en contra de los venezolanos.
Hoy vemos con preocupación e indignación, los tratos inhumanos que reciben nuestros connacionales, secuestrados en El Salvador; y el recrudecimiento de una ola violenta en contra de los venezolanos, que son detenidos, que les rompen los vidrios de sus carros, los golpean o los expulsan de comercios, lugares públicos, escuelas y sitios de trabajo; hasta terminar presos, incomunicados y secuestrados en un país franquicia.
Nosotros estamos en pie de lucha, por la defensa de los nuestros; hemos iniciado la campaña "Venezuela dignidad siempre"; el venezolano firma, se moviliza y se organiza, motivado por el amor a la patria, por el sentimiento de indignación y por la sangre caribe y cimarrona, que corre por nuestras venas; aquí hay muchos Chávez, muchas Manuelitas, ovarios y cojones para defender la patria; sin importar el tamaño del enemigo, del imperio o de quien nos afrente; somos los libertadores de 5 naciones y cada uno de los nuestros lleva la sagrada sangre de nuestros combativos pueblos aborígenes.
Esta lucha apenas empieza, según un estudio reciente, más del 70% de la población; sin importar su posición política, está de acuerdo con la defensa de los migrantes y de la soberanía nacional. El venezolano no tiene precio, tiene es valor; somos pueblo valiente, comprobado al fragor de la lucha y tenemos toda confianza en que con Nicolás Maduro como líder, vamos a lograr el rescate de los nuestros y reivindicar una vez más el nombre de la patria de Bolívar: Venezuela Dignidad Siempre.
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