Rubio, Machado y ExxonMobil: La tríada que “vende democracia” y compra petróleo…
“Cuando los opositores callan ante atrocidades, dejan claro que su lucha no es por el pueblo, sino por el poder" LAURA DIB, CEPAZ

Luis Semprún Jurado
El humo de cigarrillo flotaba sobre la mesa donde el mesero acababa de dejar un “marroncito”. Anacleto, observando al copioso grupo reunido a su alrededor, ajustó los lentes de carey y, clavando la mirada en los presentes, dijo: «La próxima vez que Rubio hable de “democracia”, recuérdenle que en su Florida natal los verdaderos cubano-americanos lo repudian. No representa al exiliado que huyó de Cuba, ni al pueblo cubano que lo desprecia, ni al venezolano que siente vergüenza ajena al verlo arrastrarse para “olerle los peos” a su jefe, ese orangután anaranjado. Rubio es el retrato perfecto de las “alimañas” trumpistas que votaron por él, según “The Sacha View”.» Apagó el cigarrillo con una sonrisa cómplice se ajustó los lentes con dedos manchados de tinta digital y continuó: «Hoy cerramos el expediente de quien los migrantes venezolanos creyeron su aliado. No basta con exponer su trayectoria ni su entorno: hay que desenmascararlo para que no engañe a más incautos.» El coronel retirado interrumpió con aire solemne: «¿Y María Machado y Edmundo González?, ¿No juraron defender “a capa y espada” a los venezolanos? ¿O solo quieren sacar a “Nico”?» ¡Ah, el arte de Anacleto! Ese equilibrio entre bisturí intelectual y sonrisa pícara: «Celebro que capten la esencia: Rubio y Machado antes vendían esperanzas; ahora venden deportaciones. Se autoproclaman “voces de los venezolanos”, pero su silencio ante las deportaciones masivas a El Salvador, país con historial de tortura, delata su contradicción. ¿Cálculo político? Condenarlas les costaría financiamiento en Florida. Además, ¿no han oído sus declaraciones? "Todos son del Tren de Aragua, enviados por Maduro para desestabilizar EE.UU." Mientras callan, exigen sanciones que ahondan la crisis venezolana... y generan más migración.» El café se enfrió. Anacleto guardó su libreta manchada de tinta y mientras encendía otro cigarrillo un estudiante alzó la voz: «Entonces, ¿su prioridad es desestabilizar a Maduro, no proteger a nuestros migrantes injustamente enviados a campos de concentración? ¡Hipocresía de clase! Casi todos los deportados son pobres. Solo representan a la élite exiliada.» Anacleto, auténtico como el café de esquina que sabe a conspiración, respondió sarcástico: «Los espejismos políticos, como el café mal preparado, dejan regusto amargo... pero a veces son lo único que nos mantiene despiertos. Nos dijeron que el socialismo era el camino al infierno. Curioso: allá no hay “offshore” en Caimán, sólo demonios más honestos que un congresista de Miami. El café está servido, camaritas. Esperemos que los corruptos se quemen la lengua... o al menos les tiemble el pulso al firmar sus próximos chanchullos.» Hizo una pausa dramática: «Los derechos humanos no son bandera de conveniencia: o se defienden siempre, o se es cómplice. Y el silencio, queridos camaritas, también tiene dueño. Hasta la rata del padre José Palmar lo admitió: "En Guantánamo hay venezolanos inocentes. ¿Dónde está la ‘oposición democrática’?”» Los murmullos iban en aumento hasta que una joven dijo: «¿No decía Machado que luchaba por “todos” los venezolanos? Según documentos filtrados por “The Intercept”, en 2023 su equipo negoció con Rick Scott priorizar sanciones sobre derechos migratorios. ¿Es cierto?» Anacleto, mientras le servían otro marroncito, soltó la bomba: «Rubio y Machado aplaudieron la Ley SB 1718 de Florida (2023), que criminaliza a los migrantes. Irónico: 62% de los deportados son venezolanos, los mismos que en 2019 ellos incitaron a "huir del socialismo". ¿Error o cinismo? Rubio los invitó al "sueño americano", y Machado se alinea con él y con Trump. No olviden su alianza con el lobby anticastrista de Florida (MAGA Inc.), los mismos que impulsan deportaciones (The Miami Herald). ¡Y lo de Elvira Salazar!...» Ajustó los lentes, espetando el veredicto final: «Machado no es líder: es administradora del negocio llamado “oposición”. Su mercancía es el dolor del venezolano; su cliente, el poder de Washington; y su silencio, la moneda que mejor cotiza. Mientras, en las cárceles de El Salvador, los "invitados al sueño americano" aprenden la lección al estilo orweliano: para esta oposición, “todos los venezolanos son iguales, algunos son más iguales que otros… pero los del offshore son aún más iguales”.»
El silencio calculado de María Machado, ante las deportaciones masivas de venezolanos, muchos de ellos víctimas de la crisis, que ella misma ayudó a agravar con su retórica incendiaria y su lobby por sanciones económicas cada vez más brutales, desnuda la contradicción fundamental de su proyecto político. Mientras recibe el apoyo entusiasta de figuras como Marco Rubio, Elvira Salazar y hasta Donald Trump Jr., los mismos que promueven leyes antiinmigrantes en Florida y justifican las deportaciones con discursos de "invasión marxista", su autoproclamada defensa de "todos los venezolanos" se revela como lo que siempre fue: un eslogan vacío para una audiencia selecta. La realidad es obscena en su crudeza: la misma "lideresa" que pide más sanciones (que destruyen la economía venezolana y expulsan a más migrantes) ahora calla cuando esos migrantes son perseguidos, encarcelados y deportados por los mismos aliados que ella abraza en Washington. ¿Dónde está su voz cuando los "hermanos venezolanos" que huyeron del hambre son tratados como criminales por la administración que ella apoya?
El cinismo republicano alcanza su expresión más grotesca cuando instrumentalizan a Machado como símbolo contra Maduro, mientras impulsan políticas que desgarran a las mismas familias venezolanas que dicen “querer liberar”. La denuncia de Yorelis Bernal, madre a quien autoridades texanas arrebataron a su hijo de 2 años durante el proceso de deportación, según reportó TeleSUR, revela la hipocresía en estado puro: los mismos, que usan a los migrantes como arma propagandística, ahora los tratan como mercancía desechable. Cuando ya no pueden enviarlos a Guantánamo o El Salvador, recurren al robo de niños bajo el eufemismo de “protección migratoria”, mientras los hijos de estos ideólogos, y los de la propia Machado, duermen libres, a buen resguardo. Esta no es sólo doble moral: es la prueba final de que su retórica “libertaria” siempre operó sobre un mapa excluyente, donde los pobres son moneda de cambio y los niños migrantes, daños colaterales aceptables. ¿Dónde está la voz de la “lideresa” ante estos crímenes? Silenciada por el mismo cálculo político que la lleva a abrazar a quienes ven a los venezolanos no como ciudadanos, sino como instrumentos de su cruzada anticomunista.
Los hilos que unen a Marco Rubio, María Corina Machado y ExxonMobil tejen una red de intereses geopolíticos y económicos que trasciende la retórica democrática. Exxon, con sus multimillonarias inversiones en las aguas disputadas del Esequibo, ha sido actor clave en la escalada de tensiones entre Venezuela y Guyana, coincidentemente, el mismo escenario donde Rubio ha lanzado alarmas sobre una supuesta 'invasión venezolana' sin presentar evidencia (CNN, 3/10/2023). La sincronía es reveladora: mientras Rubio recibía $350,000 del sector energético en 2019 (OpenSecrets), impulsaba sanciones contra PDVSA que paralizaron la economía venezolana, y la OFAC, bajo presión de estos mismos grupos, revocó la Licencia 41 afectando directamente la producción petrolera nacional. El supuesto financiamiento de Exxon a las actividades de Machado completa este círculo perverso: una “oposición” que hace loby por medidas que estrangulan a su propio pueblo, mientras favorecen los intereses de una corporación que busca seguir explotando recursos en territorio disputado.
Esto no es política exterior: es un cabildo petrolero disfrazado de cruzada libertaria, donde el sufrimiento venezolano se convierte en moneda de cambio para contratos de extracción y ganancias bursátiles. Estas actividades, disfrazadas de "lucha por la libertad", priorizan beneficios geopolíticos y económicos (ej: Ley SB 1718 de Florida) sobre los derechos humanos, dejando a migrantes pobres en condiciones inhumanas. Anacleto lanzaría una pregunta que quedaría flotando como un derrame de crudo en el Caribe: “¿quién libera a Venezuela de sus “liberadores”?
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