Vivir con Propósito: Acción, Comunidad y Legado Estoico

Vivir con Propósito: Acción, Comunidad y Legado Estoico

Psicólogo George Taborda (última entrega)


Imaginemos la historia de Elena. Después de una exitosa carrera en finanzas que le trajo estabilidad económica, Elena sentía un vacío. Tenía una buena casa, un coche de lujo, viajes… pero la pregunta ¿para qué todo esto? rondaba su mente. Un día mientras ayudaba en un comedor comunitario, se sintió genuinamente útil. No era su trabajo habitual, pero el simple acto de servir, de interactuar con personas en necesidad y ver la gratitud en sus ojos, le produjo una satisfacción que ningún bono de fin de año le había dado. Empezó a dedicar cada vez más tiempo a causas sociales, y aunque seguía trabajando, el foco de su vida cambió. Su vacío empezó a llenarse con
un sentido de propósito que trascendía su beneficio individual. No dejó su carrera de golpe, pero transformó su enfoque: usaba sus habilidades financieras para asesorar a ONG y dedicaba sus fines de semana a proyectos comunitarios. Su vida, antes
centrada en la acumulación, se volcó hacia la contribución.

La experiencia de Elena nos plantea una pregunta fundamental: ¿Es el estoicismo una filosofía puramente individualista, centrada solo en la paz mental propia? ¿Se trata solo  de cómo uno se maneja internamente ante las circunstancias? En nuestros dos artículos anteriores, exploramos la dicotomía del control (distinguir lo que está en nuestro poder de lo que no) y cómo la virtud y la razón nos forjan una fortaleza interior inquebrantable. Ahora, es el momento de expandir esa visión. El estoicismo, lejos de ser una doctrina pasiva o egoísta, es un llamado a la acción ética y al servicio a la comunidad. Nos impulsa a vivir una vida con profundo propósito, impactando
positivamente no solo nuestro mundo interior, sino también el mundo que nos rodea.

Del Interior al Exterior: La Acción Correcta
Si bien el estoicismo pone un énfasis considerable en el control de nuestra mente y nuestras reacciones, este control interno no es un fin en sí mismo. Es, más bien, una preparación, una base sólida para la acción correcta. Para un estoico, la virtud no es solo una cualidad interna; debe manifestarse en nuestras decisiones y comportamientos. No basta con ser sabio, valiente, justo o templado en la teoría; estas virtudes deben traducirse en cómo vivimos y cómo nos relacionamos con los demás. La vida estoica es una vida de compromiso activo con el mundo, aunque con una perspectiva serena y racional.

Un estoico entiende que la felicidad (eudaimonia o florecimiento humano) no se logra en el aislamiento. Como seres sociales, nuestra razón nos indica que somos parte de un todo mayor. Negarse a contribuir a la comunidad sería ir en contra de nuestra propia
naturaleza racional y social. Como bien lo expresó Séneca en sus Cartas a Lucilio  "Vivir para los demás no es solo una acción noble, sino una inversión en nuestra propia felicidad"; La verdadera satisfacción se encuentra a menudo al extender nuestras virtudes hacia el exterior.

La Esfera de la Acción y el Deber Social (Cosmopolitismo)
Los estoicos promovían el concepto del cosmopolitismo, la idea de que somos ciudadanos no solo de nuestra ciudad o país, sino del cosmos, de la humanidad entera. Esta perspectiva ampliada nos invita a vernos como partes interconectadas de una gran familia humana, y con ello, surge el deber social. Nuestras acciones tienen un eco que va más allá de nosotros mismos.
Este deber se manifiesta en lo que los estoicos llamaban katheko, que se traduce como "acción apropiada" o "deber";. No se trata de un deber rígido impuesto por reglas externas, sino de acciones que están en armonía con la razón y la virtud, y que contribuyen al bienestar colectivo. Elena, en su historia, ejemplifica este kathekon: su acción de ayudar en el comedor comunitario y asesorar a ONG no era algo que "debiera" hacer por obligación externa, sino una expresión natural de su virtud de justicia y benevolencia, alineada con un sentido de propósito mayor.

El estoicismo nos anima a:
● Actuar con justicia: Tratar a todos con equidad, imparcialidad y benevolencia. Esto implica ser honestos, cumplir nuestras promesas y buscar el bien común en nuestras interacciones diarias.

● Contribuir al bienestar ajeno: Usar nuestras habilidades y recursos para mejorar la vida de quienes nos rodean, ya sea en nuestra familia, comunidad o incluso a una escala global. El estoico no es indiferente al sufrimiento ajeno; al contrario, su compasión lo impulsa a la acción racional para aliviarlo, siempre desde la distinción de lo que puede controlar.
● Ejercer el liderazgo con virtud: Aquellos en posiciones de poder, como Marco Aurelio, tenían el deber de gobernar con sabiduría, justicia y templanza, entendiendo que su rol era servir a la polis (ciudad) y no a sus propios intereses  Su Meditaciones son un manual de cómo ejercer el poder con una profunda conciencia de la responsabilidad social.

Este enfoque en el deber y la acción social nos aleja de una vida de placer hedonista o de reclusión egoísta, y nos dirige hacia una vida de significado y contribución. 

El Propósito y la Eudaimonia (Florecimiento Humano)
La culminación de la filosofía estoica no es la ausencia de dolor, ni la insensibilidad emocional, sino la consecución de la eudaimonia. Como mencionamos en el artículo anterior, la eudaimonia no es simplemente ";felicidad" en el sentido moderno de placer o alegría efímera. Es un estado de florecimiento humano, una vida bien vivida, alineada con la razón y la virtud, que conduce a una profunda satisfacción y plenitud.

¿Cómo se relaciona esto con el propósito y la acción? Para los estoicos, la eudaimonia se alcanza precisamente al vivir de acuerdo con la virtud, y la virtud se manifiesta en la acción. Cuando nuestras acciones están guiadas por la sabiduría, el coraje, la justicia y la templanza, y cuando estas acciones contribuyen al bien de la comunidad, experimentamos un sentido de propósito que trasciende lo meramente personal. Elena, al dedicarse a causas sociales, no solo ayudaba a otros, sino que llenaba ese vacío existencial que sentía. Su propósito se encontró en la intersección de sus habilidades y la necesidad del mundo.

Marco Aurelio lo expresaba así:"Un hombre debe realizar sus acciones para el bien común, como parte del orden universal" Al actuar con propósito y contribuir a la "colmena" (la comunidad humana), cada individuo encuentra su lugar y su significado, no en la búsqueda egoísta, sino en la contribución desinteresada. La virtud en acción es el camino hacia una vida verdaderamente plena.

El Legado y la Muerte: Vivir con Conciencia
Finalmente, el estoicismo también nos invita a reflexionar sobre nuestra propia mortalidad, no de una manera morbosa, sino como un recordatorio para vivir con plenitud y propósito cada día. La práctica de la memento mori (recuerda que vas a morir) es una herramienta para centrar nuestra atención en lo verdaderamente importante y para inspirar la acción. Si sabemos que nuestro tiempo es finito, ¿cómo
queremos usarlo? ¿Qué tipo de legado queremos dejar?

Para un estoico, el legado no se mide en bienes materiales o en la acumulación de poder, sino en la calidad de nuestro carácter y el impacto positivo de nuestras acciones en el mundo. La muerte no es algo a temer, sino una parte natural del ciclo de la vida, y la preparación para ella consiste en vivir de tal manera que, cuando llegue el momento, podamos mirarla con serenidad, sabiendo que hemos hecho lo mejor que hemos podido, que hemos actuado virtuosamente y que hemos contribuido al bien.

Séneca lo ponía de forma elocuente: "No vivimos para un rincón, sino para el mundo entero".Nuestra vida, por corta o larga que sea, tiene la oportunidad de ser un ejemplo de virtud y una fuerza para el bien. Al enfocarnos en vivir con propósito, actuando virtuosamente y contribuyendo a nuestra comunidad, construimos un legado significativo que no se desvanece con nuestra partida. Como Elena, que encontró su verdadero sentido al servicio de los demás, todos tenemos la capacidad de dejar una huella de bien en el mundo, impulsados por la sabiduría milenaria del estoicismo. 

Conclusiones: Una Filosofía Completa para la Vida Moderna
Hemos recorrido un camino fascinante a través del estoicismo como filosofía de vida.
Comenzamos con la liberación que nos ofrece la dicotomía del control, aprendiendo a distinguir lo que está en nuestra mano de lo que no, y así reducir nuestro sufrimiento innecesario. Luego, profundizamos en cómo la virtud (sabiduría, coraje, justicia templanza) y el uso constante de la razón nos forjan una inquebrantable fortaleza interior, permitiéndonos afrontar la adversidad no como víctimas, sino con resiliencia y serenidad.
Ahora, en este último artículo, hemos visto que el estoicismo no nos invita a la pasividad o al egoísmo. Muy al contrario, es una filosofía que nos impulsa a la acción ética, a vivir con un profundo propósito y a contribuir activamente al bienestar de nuestra comunidad. La eudaimonia, ese estado de florecimiento y plenitud, se alcanza precisamente cuando nuestras vidas están alineadas con la virtud y cuando
nuestras acciones benefician a los demás, trascendiendo el propio yo.
En un mundo que a menudo parece caótico y demandante, el estoicismo ofrece un marco atemporal y sorprendentemente práctico. Nos enseña a controlar nuestras percepciones, a dirigir nuestros impulsos, a actuar con sabiduría y a aceptar con gracia lo que no podemos cambiar. Nos invita a ser, como diría el dicho, "árboles firmes en la tormenta", cuyas raíces son profundas en la virtud y cuyas ramas se extienden para ofrecer sombra y fruto a la comunidad. Aplicar estos principios no es un camino fácil, pero es un camino que promete una vida con menos ansiedad, más significado y una paz duradera. Es, en esencia, la guía para vivir una vida verdaderamente humana, plena y con un legado que vale la pena.

Referencias Bibliográficas
● Aurelio, M. (2006). Meditaciones. (G. L. Arribas, Trad.). Gredos. (Original publicado
c. 161-180 d.C.).
● Epicteto. (2014). Manual de Epicteto (Enquiridión). (C. García Gual, Trad.). Alianza
Editorial. (Original publicado c. 108 d.C.).
● Séneca, L. A. (2007). Cartas a Lucilio. (V. J. Herrero, Trad.). Alianza Editorial.
(Original publicado c. 63-65 d.C.).
● Hadot, P. (1995). Philosophy as a Way of Life: Spiritual Exercises from Socrates to
Foucault. (M. Chase, Trad.). Blackwell Publishing.
● Pigliucci, M. (2017). How to Be a Stoic: Ancient Wisdom for Modern Living. Basic
Books.

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