¿Nobel del Cinismo… o Nobel del Descaro?
“La curiosidad surge cuando hay un espacio entre lo que sabemos y lo que queremos saber.” ANACLETO

Luis Semprún Jurado
El Bohemio olía a café quemado y a incredulidad. Afuera llovía como si el cielo tuviera vergüenza ajena. En la radio, una voz femenina chillaba el anuncio del año: “María Corina Machado, Nobel de la Paz 2025.” La noticia había caído como una bomba y el silencio como una lápida. Hasta el reloj del fondo pareció detenerse. Me reí. No de alegría, sino de la tragicomedia que supera cualquier guión de Hollywood o cualquier delirio de novela. Anacleto levantó la vista, acomodó el sombrero, y murmuró entre dientes: «La Sayona… ¿Nobel de la Paz? Camaritas… eso es como darle el premio de cocina a un pirómano… como cuando la Paz es solo un código para una invasión.» dijo, agitando un pedazo de periódico con su mano, mostrando una foto y el titular. «La segunda peor opción después del orangután anaranjado» soltó, sin anestesia, revolviendo su taza. «Hubiese sido un desgracia peor si se lo entregan a ese genocida por omisión.» Algunos rieron incrédulos. Otros se miraron sin saber si era sarcasmo o profecía. «¿Y por qué no?» preguntó uno de los más jóvenes, con la ingenuidad intacta. «Dicen que fue por su lucha por la libertad y “por su incansable batalla promoviendo los derechos democráticos del pueblo de Venezuela, buscando una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia.”» alegó. «¡Madre mía! Pero ésta, ¿cuándo ha trabajado incansablemente en algo que no sea la traición?» argumentó Anacleto de inmediato, y lo miró con esa mezcla suya de compasión y fuego. «Libertad…¡esa palabra que usan los poderosos cuando necesitan esclavos nuevos!» respondió. «Rousseau decía que “el hombre nace libre, pero en todas partes está encadenado”. En el caso de esta señora, nació encadenada… al amo equivocado.» Un murmullo recorrió el salón. El sindicalista gruñó, el boticario rezongó, el pichón de periodista murmuró algo ininteligible y alguien comentó: «Dicen que fue nominada por Noruega, pero aupada por Narco Rubio.» Anacleto dio una calada profunda al cigarrillo. «Claro. El Nobel de la Paz hace tiempo dejó de premiar la paz. Ahora premia la obediencia. Y si el galardonado ayuda a mantener la hegemonía yanqui, mejor todavía.» y finalizó la idea con: «Ahí está la clave, camaritas. 'Transición justa y pacífica' para ellos significa instigar un golpe de Estado, promover una revolución militarista a sangre y fuego, pedir intervenciones extranjeras. Eso es lo que promueve esa señora con su 'incansable trabajo'. Es la etiqueta que el imperio le pone a la traición.» El periodista jubilado intervino: «Pero Anacleto, ¿no fue Zelensky candidato también?» «Sí, y también lo fue Kissinger en su día» replicó con una sonrisa agria. «Eduardo Galeano lo resumió mejor que nadie: “La hipocresía es el homenaje que el vicio le rinde a la virtud.” El Nobel se ha vuelto eso: una ceremonia de hipocresías bien peinadas.» Una risa seca estalló en la barra. El estudiante de Ciencias Políticas levantó la mano: «Entonces, ¿esto es político, no ético?» «Todo premio que sale de un salón diplomático es político, camarita. Detrás de cada medalla hay un pacto, un interés, una factura pendiente. Lo de “La Sayona” es una jugada maestra de propaganda. La premian para legitimar una narrativa: la de la víctima perfecta, la mártir fabricada, la “Madre Teresa” del antichavismo. Pero si uno raspa la pintura, debajo no hay paz: hay rencor, hay odio, hay codicia, hay Washington.» El murmullo se hizo más denso. «Es el premio de la complicidad, hijo, de la complicidad. Y es tan grave que hasta la Casa Blanca, por cinismo puro, lo critica. Como dicen por ahí: el póster oficial del premio debió ser “Por ser la mascota del orangután anaranjado y de la CIA.” Eso hubiese sido más exacto, más realista. Y mira, fíjate cómo es la cosa: esta mujer invitó por carta a Netanyahu, el criminal de guerra por genocidio, a atacar a su propio país. ¡Pide ayuda al Satanyahu! Todo ello para que Estados Unidos pueda saquear nuestros recursos.» Una profesora de Filosofía, voz de tiza y temple, apuntó: «Pero ella se dice pacifista.» «Pacifista como quien manda drones desde una oficina climatizada» respondió Anacleto sin mirarla. «La Sayona habla de paz mientras aplaude sanciones que matan niños; habla de libertad mientras pide bloqueos, habla de democracia mientras excluye a la mitad del país. ¿Y a eso llama paz? Ella es una MAGA sionazi que se ha obsesionado con dañar a su pueblo por no haberla acompañado en su obsesión de poder. Maquiavelo decía: “El fin justifica los medios”, pero lo decía como advertencia, no como excusa.» Anacleto esperó que ese análisis calara en el ambiente y continuó. «Entonces, profesora. ¿Por qué se le da el premio justo ahora? Porque todo va en el sentido de legitimar una intervención criminal de EEUU contra Venezuela y su pueblo. Ya tienen todo el entramado montado en el Caribe. Solo faltaba que el Comité Nobel le preparara la alfombra roja para que EEUU pueda decir: 'Voy a luchar por la democracia, voy a sacar a un narcodictador e instaurar en Venezuela a la Premio Nobel de la Paz', haciendo que su poder mediático niegue todo el pasado malévolo de “galardonada”. ¿Quién en su sano juicio se opondría a eso?» Uno de los parroquianos, viejo combatiente de ideas, comentó: «Entonces, ¿el Nobel ya no vale nada?» «Vale lo que vale un dólar inflado: su poder simbólico» dijo Anacleto, moviendo la taza vacía. «Se usa para decorar el crimen con un barniz moral. Cuando Obama lo recibió, ya tenía tropas en Afganistán; cuando la Unión Europea lo ganó, estaba dejando morir migrantes en el Mediterráneo; y ahora, mientras ocurre el genocidio de Gaza, La Sayona, que nunca detuvo una guerra, recibe el mismo galardón que Luther King. ¡Ironías de la historia, camaritas! García Márquez tenía razón: “La incredulidad en los milagros no impide que estos existan… pero los convierte en espectáculos de feria.”» Una joven estudiante de periodismo, con libreta en mano, se animó: «¿Y qué hay de malo en reconocer su lucha política?» Anacleto exhaló el humo despacio. «Nada,» aseveró Anacleto «si la lucha fuera sincera. Pero lo suyo es una franquicia. Ella no lucha: invierte, no lidera: repite, no arriesga: negocia. La presentan como Juana de Arco tropical, pero es apenas una ficha de embajada.» Un silencio respetuoso cubrió la mesa. La radio volvió a sonar, con una voz solemne: “El Comité Nobel ha querido reconocer el compromiso de Machado con la libertad y los derechos humanos.” Anacleto soltó una carcajada amarga. «Sí, claro… derechos humanos made in USA. De esos que solo aplican cuando conviene. ¿Dónde estaban esos mismos comités cuando Israel bombardeaba hospitales en Palestina? ¿O cuando las sanciones mataban enfermos en Caracas? ¿O cuando la OTAN destrozó Libia?» Golpeó suavemente la mesa. «Esa “paz” que ellos defienden es la paz del cementerio: sin disidencias, sin ruido, sin vida.» El viejo del fondo, que casi nunca hablaba, murmuró: «Entonces, ¿por qué lo aceptan todos con tanta naturalidad?» «Porque el mundo se acostumbró a aplaudir el espectáculo» contestó Anacleto. «Rousseau decía que “la apariencia manda en el mundo más que la realidad.” Y eso es lo que celebran: la apariencia de la paz, no su esencia.» Una estudiante de Sociología preguntó: «¿Y los medios?» «Ah, los medios… los nuevos templos del engaño» replicó Anacleto. «Cada editorial reproduce el libreto. The Washington Post la llama “mujer de coraje”, CNN la describe como “símbolo de resistencia”. ¡Resistencia! Si resistir es vivir de sanciones ajenas y dar entrevistas en inglés, entonces sí, es una heroína.» Miró a su derredor y con tono de misterio dijo: «¡Es una vergüenza que no se lo hayan dado a nadie relacionado con Gaza! Había muchos merecedores: la flotilla Sumud, los médicos que arriesgan sus vidas, los niños palestinos que resisten la hambruna, los reporteros, los rescatistas, etcétera. Era una oportunidad histórica para que el Comité del Nobel de la Paz se reivindicara. Pero no lo hicieron. ¿Por qué? Porque la paz que premian es la paz de los cementerios, la paz del saqueo,» apagó su cigarrillo y continuó: «Y mientras el Presidente Maduro denuncia las masacres de Israel en Gaza como el genocidio más horrible desde Hitler, La Sayona afirma que la lucha de Venezuela es la lucha de Israel. Quien celebra un genocidio no quiere ningún bien para su pueblo, solo para sí, para sus intereses egocéntricos, para sus amos en Miami y Washington.». Encendió otro cigarrillo y dijo. «Cuando el poder entrega medallas, no reconoce méritos, asegura lealtades. El Nobel a “La Sayona” no es un premio… es un contrato.» Afuera la lluvia se volvió más fina. Anacleto miró por la ventana, con voz grave siguió: «Galeano decía que “la historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás.” Pues bien… el profeta ya nos advirtió. Este siglo no premia la paz: la terceriza. Y cuando el verdugo se disfraza de pacificador, la humanidad entera firma su sentencia.» Bebió el último sorbo frío de café y, con tono de epitafio, cerró: «Camaritas… que quede escrito: cuando los verdugos reciben Nobeles, es porque la verdad ya está enterrada.»
El Nobel no es un fin, sino un medio que busca consolidar una estrategia de guerra asimétrica de tres fases contra Venezuela, con el fin de dar legitimidad internacional para un cambio de régimen: 1. Legitimación Moral: El premio eleva a la opositora a la categoría de "pacificadora global," borrando su historial de llamados a la intervención y sanciones. Esto permite a EEUU, los otanazis y a la UE usar el eslogan: "Derrocaremos al narco-dictador Maduro y pondremos en su lugar a una ganadora del Premio Nobel de la Paz". 2. Preparación del Terreno: Analistas militares como Patricia Marins afirman que el otorgamiento del Nobel consolida un proceso que ya está en marcha. No se trata de un cambio político interno; es la alfombra roja para que Estados Unidos lleve a cabo una agresión, ya sea mediante una invasión naval o mediante operaciones de fuerzas especiales para capturar a Maduro. El Comité Noruego, como afirmó el profesor Marandi de la Universidad de Teherán, está "preparando el terreno para una guerra sucia de cambio de régimen". 3. El Silencio del Genocidio: La falta de coherencia del Nobel queda expuesta al ignorar la causa palestina. Mientras el mundo se desgarra por el genocidio en Gaza, la institución premia a una figura que declara abiertamente que “la lucha de Israel es la lucha de Venezuela.” Este acto de complicidad con la agresión es prueba definitiva de que el premio responde a una agenda geopolítica y no a un principio de paz universal.
El historial público de la galardonada desmiente cualquier pretensión de ser una figura de paz. Su "trabajo incansable" se ha centrado en acciones que han exacerbado la crisis humanitaria: 1-Peticiones de Intervención: La galardonada ha solicitado formalmente a gobiernos extranjeros (EEUU, UE, Netanyahu) y a figuras estadounidenses (Trump, Rubio) que actúen militarmente contra su propio país, lo que constituye un acto de traición a la soberanía nacional. 2-Apetencias de Robar: Su afán por el poder no es servir al país, sino manejarlo para sus amos en Miami. Como advirtió Maquiavelo, los hombres ofenden antes al que aman que al que temen. La galardonada ofende a la patria porque no le teme. Solo busca colmar sus intereses egoístas y los intereses de la CIA y EEUU. 3-El Veto Cubano: El móvil ideológico de la galardonada es dañar a Venezuela y dañar a su aliado: Cuba. Para el sionismo y sus aliados, Venezuela es un apéndice de la isla. Ella se ha obsesionado con dañar a un pueblo para dañar a otro. Sus alianzas con la facción MAGA de Donald Trump y su promoción en medios israelíes ("medios mata niños") es una prueba de la agenda a la que sirve: la de la agresión.
Frente al fracaso de la oposición y el cinismo del galardón, la respuesta final no es política, sino existencial y militar. La victoria no la darán los eslóganes, sino la unidad. El pueblo venezolano ha asimilado la lección de la historia: la única garantía de soberanía es la resistencia integral que va de la calle al Caribe: 1- Resistencia Tenaz: El pueblo lleva en la sangre la "semilla guerrera de Guaicaipuro." La resistencia informativa, la resistencia militar y la resistencia del pueblo unido son un solo cuerpo. Como sentenció García Márquez: “Ante la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida.” 2-La Táctica de la Ciénaga: El principal objetivo táctico es hacer que el costo del primer golpe de la agresión sea tan alto que el enemigo se ahogue en el intento. Hay que resistir ese primer golpe para que la intervención se convierta en un fango completo para EEUU. 3-Alianza de la Dignidad: En el tablero global, Venezuela cuenta con aliados fuertes en el nuevo mundo multipolar (China, Rusia, Irán, India y Corea del Norte). Esta resistencia internacional sabe lo que pretenden los EE. UU. y está dispuesta a apoyarnos. El pueblo venezolano es un tiburón más peligroso en el Caribe que cualquier flota invasora.
Diversos medios europeos (Le Monde, Der Spiegel, The Guardian) han documentado presiones diplomáticas de EE. UU. y del Parlamento Europeo para respaldar a figuras opositoras latinoamericanas “compatibles” con su agenda exterior. En 2023 y 2024, la Fundación Nobel recibió críticas por excluir nominaciones de periodistas palestinos y defensores ambientales latinoamericanos. El caso de María Corina Machado, promovida por el senador republicano Narco Rubio y el lobby petrolero de Miami, refuerza esa tendencia de instrumentalización geopolítica del galardón. Machado ha respaldado abiertamente sanciones contra Venezuela y ha solicitado intervenciones extranjeras “humanitarias”. Expertos de la CEPAL y de la ONU estiman que las sanciones han causado más de 40 000 muertes indirectas por escasez de medicinas y alimentos. Premiar a una promotora de esas medidas contradice el principio fundacional del Nobel de la Paz, destinado, según el testamento de Alfred Nobel, a quienes promueven la fraternidad entre las naciones. Historiadores como Michael Parenti y John Pilger han señalado que el Nobel se ha convertido en “instrumento de legitimación del poder occidental”. Casos como el de Obama (2009), la UE (2012) o Zelensky (nominado 2023) muestran la deriva política del galardón. La revista The Grayzone y analistas de Consortium News calificaron el premio a Machado como “una burla a las víctimas de las sanciones” y “una operación de marketing para limpiar la imagen de Washington en América Latina.”
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