Los Ángeles rinde culto al mito de la NBA en algunas de sus calles más humildes
Enorme, abrumadora, caótica, lujosa, sucia, con olor a comida y marihuana, con calles que son autopistas y rincones cochambrosos, con un crisol de gente muy diversa, multimillonaria y pobre, amable y peligrosa, especialmente en South Central, donde el homicidio está a la orden del día como en los libros de James Ellroy, Los Ángeles, ciudad de las estrellas, no es de película. El coche es tan necesario como el oxígeno, Beverly Hills es la excepción a muchos rincones polvorientos y el cartel de Hollywood apenas se ve. Las playas son famosas, pero están lejos, al final de un viaje. La gente no sale de los coches y se pone a bailar en los atascos. Da golpes al volante. La noria de Santa Mónica es otro sueño más. En la urbe más idealizada del mundo, Kobe Bryant, leyenda del deporte mundial, está ‘vivo’. Nadie muere si lo recuerdan. Hace más de tres años del accidente de helicóptero en Calabasas (California) que le costó la vida precisamente por evitar la congestión del tráfico. También falleció su hija Gianna, de 13 años. Con la mirada fija, un indigente que parece dormido, pero que sólo está resignado por la vida tan perra que le tocó vivir, no deja de mirar a una pared. Kobe está tumbado, descansando, con la cabeza encima de una pelota. Al lado, Gigi. Es su modelo.
Según el sitio web, ‘Kobemurals.com’, hay 630 murales por todo el mundo que homenajean a la que fue estrella de Los Ángeles Lakers durante 20 años, el jugador más importante en la historia de la franquicia donde jugaron Jerry West, Chamberlain, Abdul-Jabbar, Magic Johnson y Shaquille O’Neal. Hay 455 en Estados Unidos y 177 en el resto del mundo, en 45 países distintos. Lágrimas globales por él y por su hija Gigi.
Se sigue llorando su pérdida con el dolor de renunciar, por una pésima jugada del destino, a alguien difícilmente repetible. En 1959, el 3 de febrero, Buddy Holly, Ritchie Valens y The Big Booper, cantantes de rock, se precipitaron con su avioneta sobre la nieve de Clear Like (Iowa) mientras estaban de gira. Fue el Día que Murió la Música. Si han escuchado American Pie, de Don McLean, lo entenderán. Con Kobe, aquel 26 de enero de 2020, se fue gran parte del baloncesto moderno.
Imposible no verle
Pero en Los Ángeles, la ciudad de los Lakers y los Clippers, de los famosos Dodgers de la MLB (la franquicia más moderna y abierta que tuvo al primer profesional negro, Jackie Robinson), la de los Rams y los Chargers con su futurista SoFi Stadium, la de los Kings de la NHL donde jugó Wayne Gretzky (el Michael Jordan del hockey sobre hielo), en definitiva, la capital del deporte profesional en Estados Unidos (nadie tiene más equipos de este nivel), es imposible no encontrarse con Kobe allá por donde camines. Es un icono recurrente, un personaje venerado que forma parte del mobiliario urbano. La complicidad de la ciudad con el héroe es única, una simbiosis de leyenda para un homenaje perpetuo.
Jonas Never, que se hizo famoso por un cartel de ‘Juego de Tronos’, tenía desde 2016 uno en un callejón en Lebanon Street que hoy está en obras, como tantos sitios en L.A. Se llamaba ‘Los Ángeles Lakers Culture’. Buscó un retrato de Kobe para añadir. «Sólo traté de encontrar la foto perfecta porque no me quería apresurar. Es un sitio de peregrinación». Con la imagen del ’24’ cuando ganó su quinto anillo en 2010, le salió una pequeña maravilla donde hay un ramo de flores amarillas y miles de dedicatorias de fans de todo el mundo.
Icono en cada esquina
En el caminar, en un área de cinco kilómetros a la redonda del Krypto.com Arena, Kobe es protagonista en sus múltiples facetas, como el hombre ‘DaVincesco’ que fue. Como gran socio de Pau Gasol, que le abraza en un mural en blanco y negro (de BF Murals) en una imagen de complicidad propia de la extraordinaria relación que mantuvieron.
Pau invitó a Vanessa, la viuda de Bryant, a la ceremonia de la retirada de su camiseta. Hubo un vídeo del mito en el videomarcador del Crypto.com Arena en una ceremonia de los Oscar en el que Bryant hacía campaña por el ’16’ (grabado por el periodista español Antonio Martín) y en su discurso para los hinchas del pabellón de los Lakers, Gasol le recordó efusivamente, emocionado. «Te quiero, hermano». Se escucharon gritos de «Kobe, Kobe, Kobe». En cuerpo no, en alma sí está.
La ciudad de Disneyworld expresa esto por sus poros. Es un clamor. Hay murales con Kobe con un Oscar (el que logró en 2017 con el documental animado ‘Dear Basketball’), con su hija Gigi (a la que le esperaba una brillante carrera en el baloncesto femenino, de ahí la fuerte implicación de Kobe en el básket de mujeres); convertido en ángel con unas alas blancas; con Shaq, con el que ganó tres anillos (2000, 2001 y 2002).
Un aficionado se hace una foto delante de un mural gigantesco con la cara de Kobe junto a una enorme serpiente negra, como metáfora de la ‘Mamba Mentality’, quizá el principal legado inspiracional de Bryant en el mundo del deporte, una ética de trabajo incorruptible que consistía en ser hoy mejor que ayer, crecer cada día con los valores de la pasión, la concentración, la valentía, el optimismo y la honestidad. Básicamente, para conseguir la mejor versión de uno mismo hay que trabajar duro, despiadadamente, cueste lo que cueste.
En el ‘Dream Team’ de 2008, mientras sus compañeros estaban en los casinos de Las Vegas en la preparación de los Juegos de Pekín, Kobe entrenaba de madrugada en el gimnasio. Unos entre ruletas, apostando, y él, entre pesas, trabajando en busca de la eternidad.
Héroe de los lakers
Jeanie Buss, propietaria de los Lakers, considera a Kobe el jugador estructural que le ayudó a mantener su imperio, igual que su padre, Jerry Buss, se apoyó en Magic Johnson para crear el showtime y levantar la franquicia allá por los 80. Con motivo del ingreso de Bryant en el Hall of Fame, habló con ‘Los Angeles Times’ sobre lo que significaba Bryant para ella.
Lo que perdimos todos con Kobe es a un ser realmente increíble»
Jeanie Buss, propietaria de Los Ángeles Lakers
«Tuve una gran pelea con Phil Jackson -su pareja y entrenador de los Lakers-. Le dije ¿por qué le has sentado? -en referencia al día que metió 61 puntos en tres cuartos porque el ‘maestro zen’ decidió darle descanso-. ‘Eso no es baloncesto, no se puede tirar todos los tiros, Jeanie’, me dijo. Luego, unas semanas más tarde metió 81 puntos. Y precisamente eso fue lo que perdimos todos, lo increíble que fue. Hacía todo lo que tenía que hacer para ganar partidos y campeonatos». Pau lo venera. «Me hizo ser lo que soy».
El vagabundo se levanta. Empieza a caminar con sus harapos y un perrillo. Sonríe. Los obreros mantienen su camino, en un breve descanso de la tarea. City of Stars. 2023, Los Ángeles, la ciudad de Kobe Bryant, un ángel inmortal.
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El Pepazo/Marca