La ketamina es un anestésico que se utiliza desde los años 60, pero en la actualidad está en boca de todos por otros motivos: su consumo como droga de abuso, el potencial antidepresivo recogido por varios estudios y, en las últimas semanas, la muerte del actor Matthew Perry.
María Sánchez-Monge
“La causa de la muerte de Matthew Perry, de 54 años, fueron los efectos agudos de la ketamina», según ha afirmado el Departamento Médico Forense de Los Ángeles en su informe sobre la autopsia. El actor que encarnó a Chandler Bing en la mítica serie Friends también se hizo famoso por sus adicciones. De hecho, en las horas previas a su fallecimiento había tomado buprenorfina, un medicamento para combatir la adicción a opioides que pudo influir en el fatal desenlace. Sin embargo, todo parece indicar que estaba tomando ketamina para tratar sus problemas de ansiedad y depresión y no con fines recreativos. Son la cara y la cruz de esta sustancia: droga de abuso y fármaco. Todo depende de la dosis, la vía de administración y el objetivo con el que se utilice.
La ketamina es un anestésico general de acción rápida sintetizado en 1962 que sigue utilizándose hoy en día con fines médicos y en veterinaria. Induce sedación, inmovilidad, amnesia y analgesia significativa. Su presentación farmacéutica es en forma de líquido inyectable.
Según informa el Plan Nacional de Drogas en su página web, “a dosis bajas produce efectos similares a los de una borrachera por alcohol, con pérdida de coordinación, dificultades para hablar y pensar, visión borrosa…”. Cuando se administra en dosis altas “puede provocar un viaje muy intenso, con delirios, pseudoalucinaciones, pérdida de la noción del espacio y del tiempo y distorsión de la realidad”.
Ketamina como droga de abuso
Desde Energy Control comentan que el uso médico de la ketamina “es limitado por los efectos adversos de tipo psicodélico que aparecen en la fase de recuperación”. No obstante, “se trata de un anestésico aún utilizado en pediatría, geriatría y obstetricia, así como analgésico en unidades de tratamiento del dolor”.
La progresiva reducción de su utilización como anestésico en humanos ha ido paralela al aumento notable de su utilización con fines recreativos. Quienes adquieren esta droga de abuso en el mercado negro buscan los siguientes efectos:
- Euforia.
- Relajación.
- Disminución de la sensación de dolor.
- Alucinaciones visuales y auditivas.
- Cambios en la percepción del tiempo.
- Desinhibición.
- Sensación de estar fuera del cuerpo.
- Desconexión.
- Disminución de la sensación de cansancio.
“Los efectos psicodélicos de la ketamina son cualitativamente distintos a los deñ LSD o las setas y tienen que ver con la percepción del propio cuerpo”, según explican los expertos de Energy Control. “En ocasiones, es posible llegar a un estado catatónico en el que se puede ver el cuerpo desde fuera o desarrollar experiencias cercanas a la muerte (ECM): la sensación de abandonar el propio cuerpo, atravesar un túnel y fundirse en una eternidad sin tiempo ni espacio”.
Entre los efectos adversos más frecuentes cabe destacar el entorpecimiento que produce en dosis demasiado altas o seguidas, debido a su efecto anestésico. El resultado es la pérdida de equilibrio y reflejos, que puede implicar un riesgo importante de accidentes (fundamentalmente, caídas). Asimismo, puede producir náuseas, vómitos, vértigo, sensación de mareo, dolor de cabeza, confusión y desorientación. Disminuye la atención, la capacidad de concentración e, incluso, puede provocar amnesia.
El uso continuado de ketamina desemboca en tolerancia y adicción. También pueden aparecer trastornos físicos (dolores abdominales, problemas oculares, temblores, etc.) y psicológicos (ansiedad, insomnio, psicosis, etc.). Cuando se usa de forma crónica puede dañar la vejiga y el sistema urinario.
Tras una sobredosis puede ocasionar, entre otros efectos peligrosos, aumento de la presión intracraneal e intraocular, taquicardia, convulsiones, insuficiencia cardiorrespiratoria e hipertonía muscular.
Ketamina como fármaco para la depresión
En los últimos tiempos se ha intensificado la investigación sobre el potencial de las sustancias psicodélicas (LSD, ayahuasca, éxtasis, ketamina, psilocibina…) en el tratamiento de trastornos mentales como la depresión, el síndrome de estrés postraumático, la ansiedad y las adicciones.
Cuando se usa bajo supervisión médica, la ketamina parece tener un potencial antidepresivo con ciertas ventajas frente a los fármacos tradicionales. Aunque no funciona en todos los pacientes, en aquellos que sí lo hace tiene un efecto mucho más rápido.
Desde noviembre de 2022 está disponible en España el fármaco esketamina (un derivado de la ketamina) intranasal para la depresión mayor resistente al tratamiento. Según explica la psiquiatra del Hospital Universitario de Álava Ana González Pinto en una revisión sistemática publicada en Psiquiatría Biológica, “los antidepresivos actuales pueden tardar semanas en iniciar su efecto, e incluso meses, para lograr la respuesta y remisión”. Además, “entre el 30-45% de pacientes con depresión no alcanza una respuesta adecuada con el primer tratamiento antidepresivo”. En estos pacientes, “el tratamiento con la esketamina intranasal en combinación con un antidepresivo oral de nuevo inicio ha demostrado ser eficaz y seguro” y se han observado mejoras “en los síntomas depresivos a las 24 horas tras la primera administración”. La experta concluye que “la reciente aprobación de la esketamina intranasal para el tratamiento de la depresión mayor en pacientes que han fallado al menos a dos antidepresivos orales supone la única opción terapéutica hasta la fecha para el tratamiento de estos pacientes”. Este fármaco ofrece “una rápida reducción de los síntomas depresivos mantenida en el tiempo, disminuyendo el riesgo de recaída y con un perfil favorable de tolerabilidad”, resalta en referencia a sus efectos adversos.
Por otro lado, diversos estudios apuntan que la ketamina resulta eficaz frente a la ideación suicida tanto por su mecanismo de acción como por la rapidez con la que actúa frente a la depresión.
También se investigan sus efectos frente al trastorno de estrés postraumático, entre otros problemas mentales.
El Pepazo/Marca