Djokovic despacha ante el australiano De Miñaur su mejor partido en lo que va de torneo y alcanza por 13ª vez los cuartos. Se enfrentará a Rublev.
“Porque quería”, dijo con chulería Novak Djokovic cuando el extenista Jim Courier le preguntó en la Rod Laver Arena por qué había ganado tan “convincentemente” a Alex de Miñaur este lunes en los octavos de final del Open de Australia. El serbio acababa de pasar por encima del australiano en poco más de dos horas (6-2, 6-1 y 6-2), despachando su mejor actuación en lo que va de torneo, con menos signos de dolor en su muslo izquierdo que en los anteriores partidos.
Aún con el vendaje y los tapes puestos, apenas hizo algún que otro estiramiento en la pista, donde se movió con soltura y dirigió el juego con la precisión y la maestría que le caracterizan. De ese modo, envió un mensaje claro a sus rivales, quiere el título y peleará por él hasta que reviente si es preciso. En cuartos, ronda que alcanza por 13ª vez en el torneo (iguala a Jack Crawford y a Adrian Quist en la tercera plaza de la tabla histórica, por detrás de Roger Federer (15) y de Rafa Nadal y John Newcombe (14)) y 54ª en Grand Slams, se enfrentará a Andrey Rublev, que superó en un partido épico, con un revés que entró tras tocar en la red en el superdesempate, a Holger Rune (6-3, 3-6, 6-3, 4-6 y 7-6 (9)). “Es un top-10 establecido en los últimos años. Muy explosivo. Un poco como De Miñaur, así que espero que el resultado sea el mismo”, deseó Djokovic.
“Quería ganar en tres sets, lo siento por no que no se haya podido presenciar un partido más largo. Los primeros juegos fueron igualados y a partir de ahí me sentí más suelto y él estaba más tenso. Tenía que enfocarme en eso”, explicó el balcánico, tan sobrado que tenía claro que había disputado “el mejor partido de la temporada”. “No he sentido ninguna molestia esta noche. Mi equipo médico y mis fisios, gracias a Dios que me ayudan. En el primer partido me sentí bien, pero en el segundo no tanto. Las cosas pueden cambiar rápido”, añadió.
Estadísticas casi impecables
Los números le respaldan: un 75% de puntos ganados con primeros y un 67% con segundos, ni un solo punto de quiebre en contra, 26 golpes ganadores y 27 errores no forzados, quizá alguno más de la cuenta, el único pero ante un oponente que, en honor a la verdad, no le exigió tanto como se esperaba y que sucumbió ante el suave e implacable balanceo propuesto por un Djokovic que llega entonado al momento culminante del Open. El chacal asoma.
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El Pepazo/AS