Leonardo Núñez Martínez
Crecí admirando y amando mujeres. Mi madre, mi abuela, mis hermanas, tías, primas y amigas de la infancia y juventud, a las maestras que tuve. Las viejas del pueblo, limpiando y ordenando “ranchos”, “fogoneando”, luciendo “armadores” y “abanicos” en misa, verseando y bailando “gaitas”.
Admiré las ensaladas de Ìsida y los “buñuelos” de tía Emperatriz, los regaños de Castorila, la bondad de tía María y la guapeza de Eòlida. Disfruté las arepas de Paulina, Elirma y tía Adelaida, la ternura de tía Ana y el cariño de tía Elsa.
Escuché muchas veces las tertulias de Radegunda, Ana Isabel y Célica en la cocina con mi madre y las grabé en mi memoria. Las “desconchadas” de Tita y Tía Lupita, los “aruñazos” de Ciomira y las repelencias de “mamacita” no disminuyeron para nada mi amor por ellas.
En mis sueños vi a Ana María Campos respondiendo al látigo que Morales “mondaría” sino capitulaba. También soñé con Manuelita Sáenz empujando al Libertador por un balcón, para salvarlo de los traidores. Igual, siempre me he imaginado a las mujeres vietnamitas combatiendo gringos en los brazos del Mekong confundidas con los juncos.
Me impresionaron las destrezas de las femeninas manos Yukpas en la cestería, la autoridad de la mujer guajira, el saber de las Sanfrancisqueras en sus barbacoas y conocer la mujer que parió 28 hijos en Los Puertos. A las “maestras” de las “materas” siempre he respetado y a las “comadronas autorizadas” que ayer “parteaban” en La Villa.
En fin, “me han estremecido un montón de mujeres, mujeres de fuego, mujeres de nieve…” como dice Silvio en su canción y me sigue estremeciendo el amor de mis hijas.
Pero, la historia me dice que las mujeres siempre han formado parte del “botín de guerra” de los conquistadores, de los imperialistas y sus mercenarios, y eso me estremece también.
La impunidad conque han actuado en los territorios invadidos registra miles de mujeres violadas y ultrajadas en las comunidades amerindias que “descubrió” Colón. En Vietnam, Irak, Afganistán, Libia y otros objetivos, los invasores gringos han incluido a las mujeres en los “bienes” de su “botín”.
Estremece pensar, que el Día Internacional de la Mujer nace para recordar que 129 obreras norteamericanas fueron quemadas por negarse a formar parte del “botín” de los egoístas.
¡ORGULLOSAMENTE MONTUNO!
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El Pepazo