Con dos guerras en pleno apogeo y que ponen a la humanidad en peligro, este mundo alocado enciende velas dentro de calabazas, se disfraza y rinde culto a los muertos en la famosa fiesta de Halloween. Desde la lógica y desde lo autóctono en nuestro país, no tiene ninguna justificación; no obstante, es una realidad con muchos adeptos quienes con su práctica inflan cuentas de comerciantes espectrales que se enriquecen con el vulgar tráfico de esos cuentos de hadas.
Luis Carlucho Martín
Extrañamente cuando se vivió la exhumación de Franco, los kurdos estaban en su batalla, Evo era reelecto en Bolivia, Chile estaba en llamas, hubo nuevo Emperador en Japón, el Brexit generó prurito, Cataluña estaba que explotaba, el hijo del Chapo incendió México, Estados Unidos acentúa su injerencia, Argentina se abrió más al FMI, Brasil y Colombia en sospechoso silencio, y el calentamiento global creaba tormentas en el Mediterráneo y vaguadas tropicales (granizo incluido), y hoy con dos guerras en pleno apogeo y que ponen al mundo en peligro, este mundo alocado enciende velas dentro de calabazas, se disfraza y rinde culto a los muertos en la famosa fiesta de Halloween, una tradición anglosajona que nada tiene que ver con las festividades folclóricas nuestras, pero que gracias al marketing y al negocio que representa, misteriosamente forma parte indisoluble de la programación rumbera de nuestra (in)cultura en escuelas, liceos, comunidades, clubes y en muchísimos hogares.
Desde lo sobrenatural o lo mágico, está bien, todo eso se relaciona con tan tenebrosa celebración; pero desde la lógica y desde lo autóctono en nuestra Caracas, no tiene ninguna justificación; no obstante, es una realidad con muchos adeptos quienes con su práctica inflan cuentas de comerciantes espectrales que se enriquecen con el vulgar tráfico de esos cuentos de hadas.
De Roma e Irlanda a América
Cuando el Imperio romano comenzó a venerar a la naturaleza con la fiesta de la cosecha y a Pomona, la diosa de los árboles frutales, asentó las bases para que luego los irlandeses iniciaran el año celta en vísperas del Día de los Santos, que coincide con el fin del invierno y de la recolección del producto de sus cultivos.
Así en 1745 nace el festival llamado Samhain, donde se exacerba el culto a los muertos y a los espíritus extraterrenales, a los cuales la tradición les atribuye la facultad y la libertad de vagar a sus anchas por toda la Tierra: (trick or treat).
Esa rumba pagana, que fusiona creencias anglosajonas con fe cristiana (por el Día de Los Santos) toma fuerza debido a la intervención de unos sacerdotes (druidas) encargados de organizar el «martillo» a diversos hogares a los que se les pedía como colaboración comidas exóticas para su consumo y la sobra era ofrendada a los hambrientos espíritus que pululaban por allí.
De esta parte de la tradición nace otra leyenda que le da vida a Jack-o-lentern, (conocido también como Jack El Tacaño), un personaje tan malandrín que logra burlar al mismísimo Satanás, que pretendió en vano castigar al rufián por los pecados y las maldiciones que profería sobre los hogares que se negaban a contribuir con el alimento para los muertos.
Supuestamente, quien no se bajaba de la mula para tan estéril dieta estaría condenado a sufrir accidentes, a perder su ganado, a quedar sin casa o incluso a morir. Según, Jack se sentó a beber unos tragos con el Príncipe de las Tinieblas y cuando iban a pagar la cuenta el astuto beodo engañó a su compañero de copas, quien bajo los efectos dionisíacos fue víctima de los engaños que lo devolvieron al infierno…
Y por ahí van los tiros. Visto así, ¿qué tienen que ver estas interesantes leyendas con nuestras tradiciones criollas? Exacto. Un coño.
Brujas americanas
El All Hallow’s Eve celta llega a Estados Unidos y Canadá en 1840 con la migración de irlandeses movidos por épocas de hambruna. Así trasladan sus creencias y tradiciones…
En 1921 se institucionaliza con un desfile en Minnesota y es a partir de los años 70, con aportes de la televisión y el cine (la icónica película Halloween, de John Carpenter), cuando la industria y el marketing transforman mágicamente la tradición en un money maker, que debido a la transculturación y al esnobismo, ha penetrado las sociedades dependientes altamente consumistas.
Surgieron películas, cuentos, series, personajes, videojuegos, donde lo menos que importa es generar suspenso o miedo. Lo que sí interesa es que aumenten los ingresos a las cuentas bancarias de las empresas transnacionales creadoras de tan fantasmagóricas basuras.
Estrategia para Caracas
La cosmopolita Caracas, por estar en la moda, por no quedarse atrás (en su pleno derecho, se queja de inseguridad, hiperinflación y otros males que afectan el bolsillo y la papa diaria), en cada parroquia, municipio, comunidad organizada, barrio y en muchas discotecas o tascas, el tema es Noche de Brujas. Negarlo sería una idiotez… ¿Será porque todos sabemos dónde anda Jack, Satanás y las verdaderas brujas trastocando con su injerencia los intereses subcontinentales y nacionales?
De que vuelan, vuelan: un espíritu burlón asegura que la celebración criolla debe ser con una «CLAP-labaza» y su vela antiapagones, pero hay que agregar un tobito, ya que a pesar del promocionado esfuerzo estatal aún siguen las fallas en el suministro energético y del vital líquido…
Hechizado o no, este pueblo no se rinde y dejando atrás el tema de la nacionalidad de Jack, espera una fusión real entre el Abracadabra y el Amén.
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El Pepazo