El prodigio francés Víctor Wembanyama deja su primera gran exhibición en lo que puede ser el nacimiento de una nueva era en la NBA
El universo asiste ojiplático al nacimiento de una supernova. Una de las más grandes que haya visto el baloncesto. Porque las elevadísimas expectativas con las que Victor Wembanyama llegaba a la NBA igual se quedaban hasta cortas. En su quinto partido en la mejor Liga del mundo, 38 puntos, 10 rebotes, dos asistencias, dos tapones y una recuperación. Todo eso con un amplio repertorio, un 57,7% en tiros de campo, para ganar a los Suns de Kevin Durant y Devin Booker (121-132) y anotando 10 de los 12 puntos de su equipo después de que los de Phoenix empataran a 116 tras ir 27 abajo. «Alguien tiene que hacerlo. Mañana podría ser otro compañero», dijo con absoluta normalidad.
Un ser como el gigante francés, de 2,24 metros y 2,44 de envergadura, sólo existía hasta ahora en la mente de algún científico o de algún escritor de ciencia-ficción. Bien podría ser un experimento genético o un jugador creado para un videojuego, aunque seguro que se le pondría con más músculo. Sin embargo, es real, aunque parezca un personaje de Avatar. Sólo le faltaría ser azul. Wembanyama es el fruto del amor de una exjugadora de baloncesto y un saltador de longitud. Habría que estudiarles a ambos.
El ser humano no ha visto a nadie sobre una cancha que se parezca a este chico de 19 años. Lo dice Kevin Durant, que ya le ha sufrido dos veces: «No veo a nadie como él en la NBA. Sé que ambos somos altos y flacos, sé que me ha visto jugar mucho cuando él era más joven, pero también vio muchos otros jugadores en los que se inspiró. Es único. Va a crear su propia historia, podéis tratar de comparar, pero va a ser distinto a cualquier otro». Su compañero Devin Booker no le contradice: «Estamos tratando de ver qué es porque nunca hemos visto algo así antes».
Indescifrable e indefendible
En sólo cinco partidos, pero especialmente en este último ante los Suns, Wembanyama se ha confirmado como un jugador indescifrable y, por tanto, indefendible. Basta ver sus mejores acciones para comprobar que sus recursos son ilimitados. Actualmente es el jugador más alto de la NBA pero puede ser el primero en llegar a un contraataque, lanzar triples en carrera y botar tan bajo como un base, anota a la media vuelta, machaca a tres metros del aro como si su brazo fuera extensible… Saca ventaja de cualquier emparejamiento: a los pequeños les lleva a la zona, a los grandes les supera por velocidad. Basta ver la imagen que acompaña este texto para preguntarse: ¿Cómo se defiende eso?
Wembanyama es único. Va a crear su propia historia, podéis tratar de comparar, pero va a ser distinto a cualquier otro
Kevin Durant, jugador de los Suns
En San Antonio se frotan las manos con el prodigio, llamado a cambiar el rumbo de la franquicia como en su día hizo Tim Duncan. De ser uno de los peores equipos de la NBA, a la cima, aunque este año se antoja demasiado pronto. Sin lesiones, Wembanyama está destinado a marcar una era en la mejor Liga del mundo. Porque a su físico incomparable le acompaña una buena cabeza, que es igual de importante. Es lo que le faltaba a un jugador venido del futuro. El baloncesto del siglo XXII, pero en 2023.
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El Pepazo/Marca