El cáncer de páncreas es uno de los tumores más letales. No da síntomas en sus fases iniciales por lo que su detección precoz es clave. Un nuevo estudio relaciona este tumor con la diabetes y la obesidad.
Joanna Guillén Valera
El cáncer de páncreas es la tercera causa de muerte por cáncer en nuestro país, aunque sigue teniendo una prevalencia muy baja, suponiendo un 3,1% del total de tumores diagnosticados en España durante el año 2020, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
A pesar de que se desconocen las causas exactas de su aparición, se han identificado varios factores de riesgo que pueden contribuir a la aparición de dicha enfermedad, como son: tabaco, alcohol, antecedentes personales de pancreatitis crónica, mutaciones genéticas adquiridas, grupo sanguíneo, la edad (aumenta el riesgo a partir de los 60 años) o el sexo (más frecuente en hombres que en mujeres), la obesidad y la diabetes. Precisamente, un nuevo estudio realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Columbia Británica revela un vínculo directo entre los niveles altos de insulina, comunes entre pacientes con obesidad y diabetes tipo 2, y el cáncer de páncreas.
El estudio, publicado en Cell Metabolism , proporciona la primera explicación detallada de por qué las personas con obesidad y diabetes tipo 2 tienen un mayor riesgo de cáncer de páncreas. Los investigadores demuestran que los niveles excesivos de insulina sobreestimulan las células acinares pancreáticas, que producen jugos digestivos y esta sobreestimulación conduce a una inflamación que convierte estas células en células precancerosas.
Como informa el autor principal del estudio, el doctor James Johnson, profesor del Departamento de Ciencias Celulares y Fisiológicas y director interino del Instituto de Ciencias de la Vida de la UBC, “el aumento de la obesidad y la diabetes tipo 2 en los últimos ha disparado los casos de cáncer de páncreas (para 2030, se espera que se convierta en la segunda causa principal de muertes relacionadas con el cáncer). Estos hallazgos nos ayudan a comprender cómo sucede esto y resaltan la importancia de mantener los niveles de insulina dentro de un rango saludable a través de la dieta y el ejercicio físico».
El estudio se centró en el adenocarcinoma ductal de páncreas, que es el cáncer de páncreas más prevalente y más agresivo, con una tasa de supervivencia a cinco años inferior al 10%. “Cuando hablamos de cáncer de páncreas, los especialistas en Aparato Digestivo nos solemos referir al adenocarcinoma, el tumor maligno más frecuente del páncreas y que supone entre el 80-90% de los casos”, explica Daniel de la Iglesia García, experto de la Fundación Española del Aparato Digestivo y especialista en Aparato Digestivo en el Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela.
Desde hace tiempo se había relacionado la obesidad y la diabetes tipo 2 como factores de riesgo para el cáncer de páncreas, pero los mecanismos exactos por los cuales esto ocurría aún no estaban claros. Este nuevo estudio arroja luz sobre el papel de la insulina y sus receptores en este proceso.
«Descubrimos que la hiperinsulinemia contribuye directamente al inicio del cáncer de páncreas a través de los receptores de insulina en las células acinares», explica Anni Zhang, primera autora del estudio. «El mecanismo implica una mayor producción de enzimas digestivas, lo que lleva a una mayor inflamación pancreática».
Si bien la insulina es ampliamente reconocida por su papel en la regulación de los niveles de azúcar en sangre, el estudio subraya su importancia en las células acinares pancreáticas. Los hallazgos muestran que la insulina apoya la función fisiológica de estas células al producir enzimas digestivas que descomponen los alimentos ricos en grasas, pero en niveles elevados, su mayor acción puede fomentar la inflamación pancreática y el desarrollo de células precancerosas sin que el paciente lo sepa.
En opinión de los autores, este descubrimiento puede allanar el camino para nuevas estrategias de prevención del cáncer e incluso enfoques terapéuticos dirigidos a los receptores de insulina en las células acinares.
Cáncer de páncrea y sus síntomas
Uno de los grandes problemas del cáncer de páncreas es que no da síntomas. Según Mileidis San Juan Acosta, especialista en Aparato Digestivo y responsable del Comité de Actividades Fundacionales de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) “en general, esta patología en fases iniciales no produce síntomas, por lo que suele diagnosticarse en estadios avanzados y su mortalidad es muy elevada, llegando al 90%”.
Solo a medida que el cáncer progresa “presenta síntomas de dolor por la presión de nervios cercanos u otros órganos, coloración amarillenta de la piel (ictericia) que se produce cuando el tumor comprime la vía biliar y/o la pérdida de peso y desnutrición, incluso vómitos por una obstrucción del duodeno que impide el paso de los alimentos desde el estómago hasta el intestino”, explica en detalle.
En cuanto a su detección, hay varias pruebas que diagnostican el cáncer de páncreas o que dan a conocer la extensión del mismo. “La analítica”, apuntan desde la FEAD, “es una prueba complementaria en caso de que exista la sospecha para estudiar algunas enzimas hepáticas o marcadores que pueden ayudar al diagnóstico de sospecha”.
La principal prueba radiológica es la Tomografía Computarizada (TC) o scanner, que muestra si existe tumor, cuál es su extensión y si hay metástasis. Para la detección de tumores de menor tamaño o de ganglios linfáticos afectados se procede a realizar una endoscopia que permite tomar biopsias del tumor. Y la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE) se utiliza para examinar los conductos biliares y pancreáticos.
Tratamiento ¿qué opciones hay?
“Las opciones de tratamientos en este tipo de cáncer son las cirugías, la quimioterapia, y en ocasiones la radioterapia. Normalmente se intercalan entre ellas, existiendo varias combinaciones posibles. Se decidirá según la ubicación del tumor, tamaño, extensión, si hay ganglios afectados o metástasis, afectación de vasos sanguíneos, la edad o la patología asociada” según apunta San Juan. Además del tratamiento específico, los pacientes pueden recibir otros tratamientos que ayudan a combatir los efectos del tumor, como es el apoyo nutricional, tratamiento para el dolor, tratamiento con insulina si desarrollan diabetes, colocación de prótesis e incluso cirugía paliativa de derivación.
Como explican los autores de la guía Cáncer de páncreas: alimentación y calidad de vida, de la Fundación Más que Ideas y de la Asociación Cáncer de Páncreas, “en cuanto al tratamiento con medicamentos, la mayoría son ensayos clínicos o estudios con fármacos en los que se intenta demostrar que aumentan la supervivencia global y la supervivencia libre de progresión, que es el tiempo en el que el tumor no crece gracias a su acción”.
Estos se comparan con los tratamientos estándar, para conocer si son más eficaces. Según los autores, “se está haciendo un gran esfuerzo en buscar nuevas combinaciones o estrategias de quimioterapia, como, por ejemplo, explorar la combinación tripletes de fármacos como FOLFOX más nab-paclitaxel o FOLFOX más irinotecan liposomal. También se estudian nuevos compuestos, algunos que actúan sobre el estroma (tejido circundante a las células tumorales) como, por ejemplo, pamrevlumab, que se estudia en tumores». E igualmente, se investiga el uso de inmunoterapia más allá del uso para el pequeño subgrupo de pacientes con cáncer de páncreas con inestabilidad de microsatélites, y en combinaciones con quimioterapia.
Por otro lado, “se está realizando un gran esfuerzo en conocer mejor la biología molecular del cáncer de páncreas, con la secuenciación de tumores para conocer las características genéticas de las células del tumor y del estroma, además de averiguar las vías que se activan dentro de las células durante el desarrollo tumoral con la intención de identificar nuevas opciones de tratamiento, o estrategias de medicina de precisión para mejorar los resultados”.
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