Don Antero Pérez: La historia del deporte de Cojedes

Coprotagonista de la mayor hazaña del deporte de Cojedes, los 23 innings y un tercio que lanzó en el Nacional Juvenil de 1968 el “Coporo” Sánchez, juego que le ganó a Distrito Federal 2 carreras por 1 en Ciudad Bolívar

Don Antero Pérez: La historia del deporte de Cojedes

Luis Carlucho Martín

Como un Pancho López cualquiera, sus diabluras y apegos, desde los 12 años de edad, lo hicieron destacar entre el resto de los estudiantes del segundo grado de la escuela Carlos Viloria, de la avenida Ricaurte de San Carlos, donde pasó a ser un líder y mostró sus primeras dotes de dirigente. Nos referimos a Don Antero Pérez --autodenominado “la historia viva del deporte cojedeño”--, quien hincha el pecho cuando se devuelve al pasado, con habilidad y memoria certera.

“San Carlos era un pueblito. No había luz. No había televisores y muy pocos aparatos de radio. Dependíamos del presidente del Estado (figura del Gobernador), porque él autorizaba el encendido de la planta que funcionaba diariamente de 7 a 9 y media de la noche”, recordó.

Transcurría la mañana del 22 de octubre de 1941; fecha histórica por el desempeño de nuestros beisbolistas en el Mundial de La Habana. El juego estaba pautado para las 3 de la tarde. Era la final contra Cuba. Para la época, en condiciones normales, habría que esperarse hasta el otro día para enterarse de lo que luego se transformó en la hazaña del siglo XX en el deporte venezolano.

“El que entre a la escuela le cae la madre. Y esa vaina sí que era bien arrecha en esa época. Así manejé a mis 60 compañeros y nos fuimos a la puerta de la residencia de gobierno  de manera grosera, porque éramos unos carajitos alborotados. Nos atendió Julio Ramón Montenegro, gobernador del momento, y de inmediato autorizó para que conectaran la planta y nos prestaran un radio que pusimos en la plaza Bolívar. Así nos enteramos de los acontecimientos”.

Eso lo cuenta, lleno de regocijo, Don Antero, quien, a sus casi 80 años, recuerda con claridad el costo de aquella hazaña.

Como prendimos la luz en la tarde –rememora–, el pueblo se quedó sin energía en la noche. Por eso, la señora que me crio, Isabel Rodríguez, me castigó al saber que yo era el cabecilla de aquella gesta; y en la escuela el bachiller Jesús Alberto Pérez, director, me suspendió un mes por contravenir las normas y por instar a mis compañeros para que faltaran a clases. Pero logramos nuestro objetivo.

Tiempo después, Antero Pérez, con el deporte metido en las venas, sobre todo el beisbol, organizó dos equipos en su escuela: Royal y Venezuela. Con guantes de trapo y en cualquier espacio que le brindara la región echaban sus caimaneras. Necesitaban implementos deportivos y se atrevió a firmar una correspondencia en nombre del director de la escuela, lo que le valió otra suspensión…pero, como él dice, volvió a lograr sus objetivos.

En su insistencia por apoyar el deporte cojedeño dirige una correspondencia a Rómulo Betancourt, quien responde: “Cuente con mi respaldo porque descendientes de José Laurencio Silva dan un brinco en busca de la culturización del músculo”, aseguró.

Por menos de 90 bolívares

Durante el gobierno regional de Leoncio Dorta –nos cuenta–, a pesar de que el Concejo Municipal nos donó un terreno, que en estampillas costó 86 bolívares, no conseguimos el apoyo por parte del Dr. Juan Bautista Abreu para hacer el estadio, por lo que, con orientación de Martín Polanco, logramos que Abelardo Raidi nos publicara en El Nacional una carta titulada “Menosprecio oficial al Deportivo Tirgua”.

Se fue a Caracas con 50 bolívares en un viaje que duró casi un día de camino. Al regresar lo metieron 8 días preso con apenas 17 años de edad. “!Y eso que era plena democracia!”, advirtió.

Estos altibajos dirigenciales lo llevaron a oponerse al sistema imperante, de modo que cuando se instauró el régimen de Pérez Jiménez se hizo afecto y llegó a ocupar muchos cargos en la administración pública, aunque su pasión siempre inclinó la balanza hacia el sector deporte.

En 1952 transcurrían los días de gobierno regional de Adolfo Saldi, a quien le pidió oficializara una lista que él presentaría ante el Instituto Nacional de Deportes de Caracas, con la intención de que su Presidente, General Arroyo Ludert, creara formalmente el IND Cojedes. Portadores de este documento fueron dos emisarios: “El Paisa” Salcedo y “Chicho” Torres, quienes regresaron con el nombramiento oficial del bachiller Pérez Lara. “El mismo que me había suspendido en la escuela y me había castigado en los equipos de beisbol, pero acá no cabe la retaliación. Yo lo nombré en el IND porque sabía de su intachable conducta y quería un hombre correcto para el deporte”, sentenció.

Desde allí comenzó a enseriarse la dirigencia deportiva, se agilizó la construcción del estadio, con el empuje de los equipos San Carlos AA, de Aldo Novelito; el Unión de Mario Kelesit, y el Cojedes de Don Antero. Así se le dio forma a la liga interna.

Él se atribuye la llegada a Cojedes de Alfonso Ríos y también del “Poli” Camacho, y sabemos lo que ambos significaron y aún significan para la historia del deporte de esta región. Ríos le da el nombre al estadio de beisbol y Camacho fue el mánager por excelencia de los seleccionados del Estado.

“Mi mayor orgullo”

Además del orgullo que muestra al hablar de sus progenitores Manuel Canuto Rodríguez y María Quiteria Pérez (quienes lo trajeron al mundo el 3 de enero de 1929), de su esposa Elia Urbina de Pérez, y de sus hijos Miriam Antonia, Manuel Canuto y José Luis --floristera, abogado y cantante, respectivamente--, dice que su mayor satisfacción se la ha dado el deporte.

Era el año 1954. Jugaba Cojedes contra la Selección Nacional que nos representaría en un torneo internacional en México. Antero era el leftfield en el equipo que manejaba el “Poli” Camacho. En la Selección Nacional figuraban nombres como el jovencito Luis Aparicio y ese gran lanzador llamado Andrés Quintero. A la altura del noveno inning el juego estaba empatado sin moverse el marcador.

Con los ojos vidriosos, de pura emoción, nos cuenta este personaje que “El Paisa Salcedo recibió base por bolas. El Chingo Pedreáñez la rodó por tercera y Salcedo llegó a segunda. Mariño roletea y El Paisa avanza a tercera. Llegó mi turno. Yo no quería batear. Estaba nervioso. No bateaba promedio, pero tenía un excelente toque de bola ¿Te imaginas? Un tocador con dos outs. Qué arrecho ese momento. Bueno, hice lo que sabía. Sorprendí con el toque. Cerré los ojos. Corrí durísimo y supe que se coronó el objetivo por el estruendoso ruido del público. Los dejé en el terreno, me dije”.

Cuenta que el titular de El Universal, que él mismo redactó, decía: “Antero Pérez, leftfield de Cojedes, dejó en el terreno al equipo que nos representará en México”.

Asegura que ese es su mayor orgullo en el deporte. Y mire que ha logrado tantas cosas. Organizador y fundador de equipos y de ligas. Fundador de los estadios de beisbol de Cojedes. Cronista deportivo en la agencia Ofipren desde 1951, y pare usted de contar.

Protagonista activo

Se atribuye, entre otras cosas, coprotagonismo de la mayor hazaña del deporte de Cojedes. Se refiere a los 23 innings y un tercio que lanzó en el Nacional Juvenil de 1968 el “Coporo” Sánchez, juego que le ganó a Distrito Federal 2 carreras por 1 en Ciudad Bolívar. El mánager era Alfonso Ríos.

--Con la caída de Pérez Jiménez tuve que irme de Cojedes y me abrí paso en el estado Bolívar. Ocupé varios cargos en la Siderúrgica. Inicié una huelga porque sólo aceptaban a los que hablan italiano. Después tuve que interceder para desmontar el paro. Reingresé a mi mundo deportivo. Formé parte de Asobeisbol de Bolívar y de la Comisión de Campeones Nacionales. Montamos el torneo en Bolívar y gestioné el viaje de Cojedes. Conseguí apoyo logístico con Luis Manuel Peñalver, Rector de la UDO y llamé a Guillermo Sutil del IND Cojedes para ofrecerle apoyo. Así Cojedes y “Coporo” Sánchez pasaron a la historia –indica orgulloso…

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