Las venas abiertas de Maracaibo: crónica de un reencuentro
“Hay ciudades que se desvanecen en la penumbra, y otras que reaparecen con decisión renovada.” ANACLETO

Luis Semprún Jurado
La mañana estaba fresca y en El Bohemio, el café olía a rescate urbano. Sin ningún tipo de apuro, Anacleto acomodaba su silla al lado de la mía bajo su sombrero raído. Colocó el portafolio sobre la mesa, sorbió un trago de su café, miró a su entorno, sonrió, y expuso: «Buenos días, camaritas, hoy hablaremos de esos raros momentos en que una ciudad encuentra su rumbo... aunque sea por un corto tiempo y de quien la lleva por el camino correcto. Hoy hablaremos del milagro silencioso que vivió Maracaibo entre 2000 y 2008 bajo la batuta de Gian Carlo Di Martino. Estemos claros: no fue un huracán, pero sí una brisa estratégica que reavivó calles olvidadas y confianza ciudadana.» Tomó aire y con gesto de arqueólogo urbano, sacó unas fotos amarillentas del vetusto portafolio. «”2006: La Plaza El Buen Maestro renace tras once meses de trabajo”, fue el titular de Panorama» soltó Anacleto «No fue maquillaje, fue rescate de memoria. Se propuso recuperar la identidad y lo hizo paso a paso. En 2006, convirtió la Plaza El Buen Maestro (1948) en un símbolo de renacimiento urbano. Un trabajo de once meses, considerado “una recuperación integral” por la Fundación Arquitectura y Ciudad. No era una simple inversión cosmética: era una obra que nos devolvió memoria y orgullo a los maracaiberos.» El coronel retirado, saboreando su café, recordó: «Antes, esa plaza era un nido de maleantes.» «¡Exacto!», asintió Anacleto: «Y la transformó en un sitio público digno de reconocer, un polo cultural en medio de la ciudad.» Hizo una pausa dramática y levantó su voz: «¡Como el Pachencho Romero para la Copa América 2007, camaritas! ¿Quién la trajo a Maracaibo?... Él.» Bajando el tono, más no la excitación, agregó: «Mejoró el Estadio Pachencho Romero, la ciudad brilló y fue sede de la final. Esa fue su carta de presentación al continente: ¡Maracaibo podía ser una anfitriona de primera!; una señal muy clara de que Maracaibo podía mirar al sur sin complejos.» El joven universitario preguntó: «¿Eso no se había intentado antes?» Anacleto respondió: «Antes no había estructura, y después careció de dirección política. Él tuvo las dos: visión urbana y músculo electoral. En 2000, ganó con el 56% postulado por UNT, aunque ya para 2004 fue el MVR quien lo respaldó, marcando así su ruptura con Rosales y su UNT. No fue oportunismo, fue convicción; no fue solo una fractura política, fue un divorcio de visiones.» Anacleto ajustó sus lentes, cuando el boticario de la esquina preguntó: «¿Y la gestión anterior, con Rosales?» «Buena pregunta», respondió Anacleto. «Rosales puso bases, pero fue Di Martino quien las consolidó. Y cuando tuvo opción de trepar a la Gobernación en 2004, prefirió la Alcaldía. No por comodidad: estaba convencido de que lo que estaba haciendo merecía continuidad.» La tensión subió cuando Anacleto recordó su giro político: «Desde su reelección con el MVR hasta su militancia actual en el PSUV, Di Martino no ha escondido su apuesta: una gestión urbana con músculo político. En 2008 disputó la Gobernación contra Pablo Pérez, pero perdió, lo que demostró que no siempre lo técnico vence a lo partidista, que en Zulia la gente no votaba por obras, sino por su credo… y aquí, por la influencia gringa de los campos petroleros del pasado, siempre ha existido un sentimiento proyanqui opositor. Gian Carlo no fue perfecto en su gestión, pero comparado con lo que había antes y vino después... » Anacleto dejó a propósito la frase en el aire, se acercó a la mesa, levantó su pocillo para darle un sorbo al café y con añoranza dijo: «El solo recordar a la Maracaibo limpia y bella de épocas de feria y navidades, de su gestión, se me ponen los pelos de punta. ¡Qué tiempos aquellos!» Uno que acababa de llegar, preguntó con sarcasmo periodístico: «¿Y las acusaciones de su relación con el ELN?» Anacleto exhaló una bocanada de humo y gruñó: «En 2008, por ZuvisionTV se denunció que enviaba alimentos al ELN. De inmediato él lo refutó como un “montaje” político para afectar su credibilidad, y luego la investigación demostró que era falso, pero… ya el daño estaba hecho, la gente cree lo que quiere más no lo que no debe. Las investigaciones lo exoneraron ya que hasta el supuesto guerrillero desmintió el hecho. El episodio nunca tocó sus obras, y eso es porque sus proyectos hablaban por él… eran más fuertes que los rumores.» Miró a los presentes, su ceño ligeramente fruncido. «Camaritas, no lo enaltezcan como un santo que no es; tampoco escondan su eficacia bajo la bandera partidista. Fue un alcalde serio, eficiente y faro de renacimiento urbano. Comparado con anteriores y posteriores, su gestión fue un oasis de sentido en medio del polvo político.» Apagando su cigarrillo con gesto conclusivo aclaró: «Luego fue cónsul en Milán, y allá aprendió de ciudades que funcionan y de calles que respiran. Imagino que cuando vuelva a gobernar, primero cobijará plazas, calles y estadios… luego se definirá el credo. Eso es lo que hace a un buen alcalde, y a un buen proyecto municipal.» El ventilador siguió girando. Afuera, una Maracaibo muy distinta a la de aquellos años intentaba recordar su momento de brillo.
Sin duda alguna las preguntas claves que se hacen los analistas políticos son: ¿Puede un hombre que gobernó Maracaibo en la era de la bonanza petrolera resolver los problemas de una Maracaibo en ruinas? ¿Servirán sus exitosas recetas del 2000-2008 para lograr el milagro de volver a hacer de nuestra metrópoli “la ciudad más bella que existe en el Continente”? Sí…, analizar el regreso de Di Martino a la alcaldía de Maracaibo, con su experiencia consular en Italia y el respaldo del Polo Patriótico, ofrece un terreno fértil para una evaluación estratégica, sobre todo luego de gobiernos “familiares, partidistas e improvisados” desde Manuel Rosales hasta Adrián Romero Martínez. Manuel abandonó su gestión cuando se convirtió en prófugo de la justicia en el 2009 (voló al Perú y Daniel Ponne culminó su mandato) y Adrián Romero termina la gestión de Rafael Ramírez, hoy reo de la justicia por corrupción. Es un secreto a voces: los servicios municipales de Maracaibo son un desastre y la recolección de la basura, como en tiempos de Eveling, tiene a la ciudad como un chiquero.
Habrá quien presente como desventaja una supuesta desconexión con la realidad actual de Maracaibo: La ciudad ha sufrido un deterioro significativo en infraestructura, servicios básicos y calidad de vida desde su última gestión. La experiencia en Milán, una ciudad desarrollada, podría no haberlo preparado para la complejidad de gestionar una urbe con colapsos recurrentes de servicios. Pero, no olvidemos que es “maracucho rajao”, a pesar de ser hijo de migrantes italianos, y que su familia la tiene aquí, lo que lo mantuvo en un ir y venir perenne. Su paso por el consulado de Milán pudo haberle dado una perspectiva diferente sobre gestión urbana, servicios públicos, y cooperación internacional, ofrecido modelos de ciudades europeas que podrían aplicarse en Maracaibo y profundidad en su visión urbana. Su permanencia al frente de la Alcaldía, pese a tentaciones mayores, reflejó compromiso con la ciudad. Ya no es un muchacho. Su madurez no solo es de edad, sino también política lo que hace posible una gobernanza responsable. La situación actual de Maracaibo hace que su regreso sea un caso de estudio muy interesante.
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