Manuel Paredes
Existe una visión de que la igualdad y la libertad constituyen una relación dialéctica decontradicción de la unidad y lucha de los contrarios, la cual ha llevado a una constante división y separación a lo largo de la historia, con las diferentes estrategias y políticas desarrolladas en el contexto de los cambios de la base material de la sociedad moderna (Balibar, 2017).
Posterior a la revolución francesa, ejecutada por la burguesía para enfrentar el viejo sistema feudal y romper con la monarquía absolutista (El Estado y la soberanía soy yo), se levantan a partir de la Declaracion de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, las banderas de la libertad y de la igualdad, las cuales levantan esa dialéctica entre democracia y ciudadanía, donde no basta el establecer iguales derechos y consagrarlos en la Constitución sino que debe existir a la vez la capacidad del ciudadano para
ejercerlo y hacerlo cumplir en primer lugar.
En segundo lugar, es posible observar la contradicción entre insurrección y constitución, esto viene dado por el hecho que es la acción insurgente la que se impone frente al régimen feudal y presenta un programa de transformación que responde a los intereses de clase, en este caso de la burguesía con la alianza de los sectores campesinos, aspecto que se logra en Francia, mas no así en la Alemania de esa época.
Y finalmente se establece el papel del Estado en garantizar esos derechos y el rol de las organizaciones sociales que pugnan por el cumplimiento de los mismos en beneficio de las mayorías, sin embargo, ha existido en momentos de crisis económica y social la respuesta neoliberal de las clases dominantes mediante la promoción ilimitada del individualismo y del utilitarismo, la conversión del hombre en un ser que actúa conforme al cálculo económico y de allí en la antipolitica, la cual es negadora del ejercicio de la democracia burguesa.
Es importante destacar que el carácter de la ciudadanía se configuró a partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial en 1945, fundamentalmente en los Estados Europeos con el carácter social, donde no solo se reconocía la existencia de una serie de derechos (educación, salud, derechos laborales, entre otros), sino universalizándolos, es decir, se constituyeron en derechos para todos, sin exclusión, de otra manera el Estado nación no hubiera podido sobrevivir, teniendo a la vez como contrapeso el papel en su época de la Union Soviética como contraparte en la contradicción socialismo- capitalismo.
El desarrollo de estos derechos de libertad e igualdad hay que situarlos entonces en varios ámbitos y contextos como lo son la visiones del derecho natural del hombre, una de estas consideraciones la formula Juan Jacobo Rousseau quien planteó el contrato social para vivir en sociedad, que les otorga ciertos derechos a cambio de abandonar la libertad de la que dispondrían en estado de naturaleza.
El otro fue de Locke, padre del liberalismo clásico, el cual consideró que la soberanía no estaba en el Rey sino de la sociedad, opinò que debía haber separación de poderes del poder legislativo y ejecutivo (monarquía y parlamento), así como la libertad religiosa y la primacía de los derechos del individuo sobre los del colectivo, de allí su concepción liberal.
Por su parte el materialismo histórico que encarna Marx, destaca en este contexto, en tanto especificidad de la aplicación del texto de los derechos del Hombre, que estos se relacionan con la transformación producida en su base material la cual determina los cambios, es decir, es el proceso del desarrollo del capitalismo y el interés de la burguesía la que genera la derrota del feudalismo y la eliminación de la monarquía francesa.
En el análisis materialista histórico Marx plantea en la Gaceta Renana (1848), que el triunfo de la burguesía era entonces el triunfo de un nuevo sistema social, la victoria de la propiedad burguesa sobre la propiedad feudal, del sentimiento nacional sobre el provincialismo, de la competencia sobre el corporativismo, del reparto sobre el mayorazgo… de las luces sobre la superstición, de la familia sobre el nombre, de la industria sobre la pereza heroica, del derecho burgués sobre los privilegios medievales
(Marx, 1848).
Esa igualdad no significa soberanía igualitaria, lo cual llega a ser contradictoria, producto de que, al ser desplazada la monarquía, la soberanía pasa en el nuevo estado capitalista o burgués al establecer jerarquías e instituciones que responden a los intereses de la clase social dominante, pese a la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, de manera que se soslaya el derecho natural.
Sin embargo, este no significa que se renuncie por parte de los distintos sectores como los obreros, campesinos, entre otros o de los países que se encuentran bajo el dominio colonial o económico de las naciones poderosas e imperialistas a insurgir y rebelarse exigiendo libertad e igualdad en sus derechos.
De allí el surgimiento en el campo ideológico de las concepciones socialistas-marxistas, liberales o conservadoras con base a la defensa de distintas posturas con respecto a los derechos universales y la igualdad, en el marco de las estrategias de transformación o preservación del Estado, de allí que coexistan en el desarrollo de una sociedad burguesa los intereses de clase de las distintas expresiones políticas ideológicas amparadas por las libertades democráticas alcanzadas a partir de la revolución francesa.
Aunque en los últimos tiempos los términos entre izquierda y derecha no tienen ya umbrales que los diferencien en muchos casos, es asi como los denominados de izquierda practican sin ningún desparpajo políticas neoliberales y conservadoras como es el caso de China, pero también lo realizan gobernantes que dicen ser socialistas pero aplican los paquetes antiobreros con mayor energía que los conservadores, o los sectores de derecha que realizan distribución del ingreso nacional y menor índice de desigualdad como los países de Europa nórdicos como Suecia, Finlandia y Noruega.
Se trata entonces de lograr que los ciudadanos ejerzan sus derechos y avancen hacia una nueva sociedad, donde el Estado no sea el que regule a la humanidad, estableciéndose una relación de pares de igualdad, que no de igualitarismo y de libertad en el desarrollo de su condición de ser humano, donde el ser humano se realice cambiando la naturaleza para satisfacer sus necesidades en un proceso dialéctico en el que la transformación es mutua y a la vez se rompa con la opresión del Estado, permitiendo en el ser humano el desarrollo de las facultades humanas, latentes y potenciales con una capacidad ilimitada
de desarrollo.
El Pepazo