Leo Messi ya tiene su Mundial. En la última parada de una aventura que arrancó en 2006, el 10 argentino ha cosido la tercera estrella a una camiseta que ha defendido en 172 ocasiones desde que el 17 de agosto de 2005 se la pusiera por primera vez. Aquel día, ante una Hungría que entrenaba Lothar Matthäus entró al campo en el minuto 64 y fue expulsado en el 65. Su gran misión está cumplida, con un sufrimiento extremo, extenuante, en los penaltis, como si el fútbol quisiera que su último rey sudara sangre para ganar la competición suprema.
Messi sale de Qatar como campeón del mundo, y con mucho más. El de 2022 será recordado como el Mundial de Messi, como el de México lo fue el de Diego Armando Maradona. El 10, como en 1986, ha sido sobre el que ha girado un equipo, un bloque que, como alguna vez dijo Bilardo de su grupo campeón, se convirtió en una banda de psicópatas convencidos de lograr cualquier cosa alrededor de su astro.
Campeón del mundo, que era algo que le quitaba el sueño, Messi se va de Qatar siete dianas, que no le dan la Bota de Oro. Solo ante Polonia dejó de marcar, lo que ha impedido que añadiera a su colección de récord mundialistas hacer lo que solo logró el brasileño Jairzinho en 1970: anotar en todos los encuentros, siete.
Su doblete, el segundo es sus 26 partidos de los Mundiales, pasa a formar parte de la leyenda, de la historia del fútbol.
Desde 1982, Paolo Rossi, el máximo goleador del Mundial está en las filas del campeón. Sucedió con Kempes (1978) y Garrincha y Vavá (1962, no se desempataba por asistencias y era un premio compartido), e iba a repetirse en Doha. Pero fue para Mbappé.
La remontada de Mbappé
De esa concatenación salió, lógicamente, la elección de Messi como Balón de Oro, el heredero de Luka Modric como mejor jugador del Mundial. Es premio retorna a un futbolista del campeón, lo que no pasaba desde 1994, Romario. Desde entonces el premio fue para Kahn (2002), Zidane (2006), Forlán (2010), Messi (2014) y Modric (2018).
En lo que era la final entre el rey y el heredero a su trono, Mbappé, no había color. Argentina le puso a su líder todo para que tocara el cielo; al otro lado, ni el 10, Mbappé, fue más que una sombra ni encontró nada a su alrededor en lo que apoyarse para salir del naufragio francés. Pero de repente apareció Mbappé para en un minuto desatar una tormenta, dos goles que daban la vuelta a la final y le colocaban como Bota de Oro y con tiempo por delante para hundir a Argentina, a Messi y proclamarse rey del mundo.
Pero faltaba un último acto entre los dos gigantes. Y lo ganó Messi cundo parecía imposible. Ese balón que le cayó a centímetros de la línea de gol y que la rebasó por poco pero lo suficiente para que en el reloj de Marciniak apareciera la palabra goal decidió el Mundial y el Balón de Oro. Pero no la Bota de Oro. Esa fue para Kylian Mbappé. Con sus tres goles en la final, algo que solo había logrado el inglés Hurst en 1966, Mbappé cierra el Mundial con ocho goles para un total de 12 en las Copas del Mundo que ha jugado. Con 23 años, los 16 de Klose tienen fecha de caducidad. De momento, Mbappé ya ha marcado uno más que Pelé en sus cuatro Mundiales, entre 1958 y 1962. Premio menor para un Mbappé que levantó a Francia y marcó su penalti.
Argentina se convierte en la selección con más elecciones de Balón de Oro del Mundial desde que en 1982 la FIFA creó ese galardón: Maradona (1986) y Messi (2014 y 2018, para ser La Pulga el único con dos galardones).
Guante de Oro para el Dibu y revelación Enzo Fernández
El éxito de Argentina se multiplicó con el premio al mejor jugador (Enzo Fernández) y el Guante de Oro para Emiliano Martínez. La parada del Dibu al final de la prórroga es historia de las finales.
El fair play fue para Inglaterra.
El Pepazo/Marca