Las pastillas quemagrasas se han popularizado entre quienes buscan una pérdida de peso rápida y fácil. ¿Es posible lograrlo sin efectos indeseables? CuídatePlus ha trasladado esta pregunta a una endocrinóloga y una dietista-nutricionista.
María Sánchez-Monge
En las tiendas de nutrición deportiva, herbolarios y comercios online se venden infinidad de pastillas y preparados alimenticios que contienen L-carnitina, té verde, guaraná, cafeína, colina y mil sustancias más. La promesa de los fabricantes de estos productos es casi siempre la misma: tienen un poder quemagrasas que potencia la pérdida de peso. ¿Es realmente así?
La primera pregunta que hemos planteado a los expertos en nutrición es muy sencilla: si una persona necesita adelgazar porque tiene sobrepeso u obesidad, ¿tiene sentido que tome pastillas quemagrasas? Esto es lo que nos han respondido.
¿Tienen cabida en un plan global para adelgazar?
Para Adrea Ciudin, de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Obesidad (Seedo) y coordinadora de la Unidad de Tratamiento Integral de la Obesidad del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Vall d’ Hebrón, de Barcelona, antes de entrar en materia es preciso entender que las causas de la obesidad son múltiples: “Hay muchos tipos de obesidad con causas distintas”. Así, puede haber alteraciones achacables a la genética “o adquiridas en el metabolismo basal, que se escapan del control voluntario y están reguladas por diversos mecanismos moleculares y hormonales”. Estos mecanismos conllevan “un acúmulo excesivo de grasa corporal que afecta la salud”.
Los distintos orígenes de la obesidad determinan el tratamiento más adecuado en cada caso concreto. Las pastillas quemagrasas “supuestamente activan el metabolismo basal, pero el problema no siempre es ese, sino que puede haber otra causa”, argumenta Ciudin. Además, hay que tener en cuenta que la pérdida de grasa corporal “pone en marcha unos mecanismos de adaptación metabólica, que hacen que el cuerpo recupere esta grasa como mecanismo de defensa, de supervivencia”. Esto se debe “a un desequilibrio entre diversas hormonas que regulan el hambre y el bienestar a nivel del cerebro y otras moléculas a nivel del tejido graso o en el intestino”. En conclusión, “en vista de todos estos mecanismos, estas pastillas no tienen mucha base científica”, argumenta la experta. No obstante, admite que, dada la multiplicidad de causas de la obesidad, “es posible que en algunos casos funcionen”.
Mónica Herrero, vicepresidenta del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Aragón y miembro del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas, expresa similares dudas sobre el papel de este tipo de complementos. “Para perder grasa corporal es necesario un déficit calórico, es decir, para que nuestro cuerpo oxide la grasa debemos ingerir menos de lo que gastamos a lo largo del día o gastar más calorías de las que necesita nuestro cuerpo” explica. Para ello, lo más recomendado es “aumentar el ejercicio y comer adecuadamente”.
Los suplementos quemagrasas serían, en teoría, un refuerzo de los regímenes de adelgazamiento. “Nos venden que pueden oxidar las grasas de nuestro cuerpo y aumentar nuestro gasto energético, pero lo cierto es que no hay suficientes estudios para avalar tal propiedad o acción”, señala la dietista.
De hecho, los propios fabricantes suelen proponer que la ingesta de las pastillas se acompañe de una alimentación adecuada y ejercicio moderado. “Es fácil extraer la conclusión: es gracias a estos dos últimos cambios de hábitos por lo que podremos perder peso o mantenerlo”, resalta Herrero.
¿Qué dicen los estudios científicos?
En los últimos tiempos han proliferado los estudios sobre la eficacia de las pastillas quemagrasas porque, en palabras de la nutricionista, “es lo que el ciudadano está exigiendo: perder peso sin esfuerzo”. Pero sus resultados no responden a estas expectativas. “No podemos afirmar con contundencia que tengan estas propiedades porque no son estudios representativos (más bien son interesados) y siempre hay otros estudios que hablan de lo contrario”.
Ciudin también considera que la evidencia científica relativa a estos productos para adelgazar “es muy pobre y se basa en estudios con un escaso número de pacientes”. Además, en general, “la pérdida de grasa corporal es poco significativa”. La endocrinóloga cita, a modo de ejemplo, dos estudios científicos sobre la eficacia del té verde en los que la pérdida de peso fue de entre 0,2 y 3kg en 12 semanas, es decir, “nada significativo”, y otro sobre el guaraná que llega a la conclusión de que en humanos no hay datos sobre su eficacia y mecanismos de acción. Tan solo hay ciertas pruebas de una aceleración del metabolismo en “algún estudio en ratones”.
¿Son seguros estos productos?
En lo que se refiere a los posibles riesgos del consumo de estos productos, Ciudin expone que, dado que no hay “estudios bien hechos sobre su eficacia y posibles reacciones adversas, es difícil saber si son seguros o no”. Al ser suplementos alimenticios, no han pasado por todo el itinerario regulatorio que se exige a los medicamentos para poder salir al mercado. Es más, son “ampliamente accesibles, sin receta médica y a gran escala”.
Pueden ser potencialmente peligrosos en algunos casos, como por ejemplo si una persona con diabetes tipo 1 toma productos que inducen cuerpos cetónicos. “Corre el riesgo de padecer cetoacidosis”, indica Ciudin. Asimismo, apunta que algunos de estos productos se metabolizan por el hígado, al igual que algunos fármacos, por lo que pueden producirse interacciones.
Herrero alude a la utilización frecuente de estimulantes como ingredientes de los suplementos para la pérdida de peso. “Al estimular la termogénesis, pueden aumentar la presión arterial, producir palpitaciones, taquicardia y alteraciones hepáticas”, entre otros efectos adversos. Por ello, desaconseja su uso y cree que algunos de ellos “deberían estar prohibidos, ya que los ciudadanos desconocen el alcance que pueden tener». Al ser estimulantes, “casi todos, pueden causar insomnio”.
Por otra parte, los suplementos que contienen efedrina y cafeína, “tomados en cantidades elevadas aumentan el riesgo de sufrir efectos adversos neurológicos, gastrointestinales y cardíacos”, subraya la dietista-nutricionista.
Por último, Herrero cita estudios recientes en los que se advierte que “ciertos suplementos pueden interferir con medicamentos; por ejemplo, los que tratan la depresión”.
Impacto emocional de las pastillas quemagrasas
Hay otro efecto adverso que no es físico, sino psíquico: el impacto emocional que puede tener el consumo de pastillas quemagrasas. En opinión de Herrero, “en la sociedad en la que vivimos nos estamos acostumbrando a conseguir las cosas de inmediato y sin esfuerzo, y esto está haciendo que en el campo de la pérdida de peso cada vez haya más productos y dietas milagro”. La consecuencia es que quedan relegadas “o en un segundo plano todas las recomendaciones de los profesionales sanitarios para el cambio de hábitos”.
En la misma línea, Ciudin considera que las expectativas con las que se consumen los quemagrasas “pueden ser demasiado altas en comparación con lo que se obtiene”. Al fin y al cabo, “son suplementos que se pagan -no son baratos-, con eficacia no apoyada por estudios y sin resultados significativos en la vida real”. Pero, al ser tan fácilmente accesibles, muchas personas con obesidad “prefieren intentar estos remedios antes de acudir al médico y obtener un diagnóstico adecuado, que conduce a un manejo basado en considerar la obesidad como una enfermedad compleja, crónica y recurrente, que dura toda la vida”.
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