La Maestra vida de Paco Diez

Su salto de la Escuela de Química de la UCV a la de  Educación Física del Pedagógico de Caracas y luego a la cuna del baloncesto, le llena las alforjas de méritos para el Doctorado Honoris Causa que le otorga su Universidad Pedagógica Experimental Libertador, que después de su familia es su mayor orgullo.

La Maestra vida de Paco Diez
La Maestra vida de Paco Diez
La Maestra vida de Paco Diez
Luis Carlucho Martín
Cuando los jóvenes María Soledad Escribano, desde Madrid, y Argimiro Diez, desde Santander -al norte de España-, debieron exiliarse en la localidad francesa de Montouban, acatando el “obligatorio paquete turístico” del Generalísimo Francisco Franco, jamás pudieron imaginarse que terminarían asentando una familia en Caracas. Menos aún podían pronosticar que su primogénito Francisco, concretaría tantos éxitos palpables: Miembro del Salón de la Fama del Deporte Venezolano, Premio Buen Deportista YMCA y Dr Honoris Causa de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, entre otros.
Let’s make up
Es Francisco “Paco” Diez, de controversial carácter, expresidente del Instituto Nacional de Deportes, formador e ideólogo de aquellos “Héroes de Portland” y carnet número dos de la YMCA Venezuela. Su hermano menor, Vicente, es el número uno…
--Los ‘Macropanas del Pedagógico’ me agasajaron con el Sonero Clásico en plena Avenida Páez. Agradezco ese tremendismo de Orlando Herrera, El Negro Cole, el premio nacional de literatura Federico Villalba, Jesús ‘Malandro Viejo’, el “Zurdo” Flores, Aníbal Istúriz, Luis López y Luis Burgos -explicó Diez tarareando su predilecta ‘Pedro Navaja’ a la vez que refería algunos pasajes de esa tarde salsera en el improvisado abrevadero.
Salsa y control
A Paco le brillan los ojos cuando habla de Rubén Blades y de ritmos latinos. Dicta ponencias sobre salsa, negritud y baloncesto. Se inspira y amablemente esparce sus conocimientos hasta conseguir elementos comunes que influyen en la identidad de nuestra raza y asegura que “el buen bailador de salsa tiene aptitudes innatas para actividades físicas y generalmente muestra inteligencia ante situaciones de la vida”.
La clave: tres-dos
Cuando contaba con apenas 3 años de edad, sus padres, junto a un grupo de exiliados decidieron huirle a la guerra. América sería el destino. La travesía se hizo en tres días de París a Islandia, a Groenlandia, a Montreal, a Nueva York, a Puerto Rico y finalmente a Maiquetía. Sus viejos venían con sus tres-dos: dos hijos, dos maletas y doscientos dólares, para sembrarse en Sarría... Ese tres-dos típico de la clave que le da ritmo a su vida cotidiana.
Vagabundeando voy…
“Era un fenómeno haciendo y volando papagayos con cruceros (hojillas) para cortar el de los demás, aunque más de uno se me fue a la isla”, retrotrae esos tremendismos de chico.
Evoca recuerdos de su papá, el exfutbolista y jugador de bolas criollas, Don Argimiro, quien los crio atendiendo su ‘Tintorería Central’, allá en Sarría.
Revela que “le preparaba a los muchachos caña clara con Kool-Aid y todo el mundo contento, porque yo era el propio médico asesino por mis instintos químicos”, cuenta a mandíbula batiente. Instintos de alquimista, que vueltos conocimiento por sus más de 80 créditos aprobados en la UCV, años más tarde, fueron instrumento de lucha en las candentes protestas estudiantiles en el Pedagógico.
Compañera mía…
En plena juventud conoció a su inseparable Josefina Boza, con quien trajo al mundo a Paquito (+), Ricky y María Soledad, que como mamá nos dio a Victoria, “la alegría de los Diez”, tal como reza el nick de su BB (tf celular). Comparten un elegante pero nada ostentoso bunker familiar, decorado con varios óleos del expitcher Manuel Pérez Bolaño y otros pinceles reconocidos.
En un rincón especial luce una pequeña mesa con un velón iluminando el camino de un sinfín de fotos de su desaparecido hijo mayor, Paquito, manteniendo vivo su recuerdo y su presencia para mitigar la tristeza de lo que él califica, con un nudo en la garganta, como su mayor derrota. Ya ha digerido que todo tiene su final...
Basket en salsa
Colecciona pines, gorras y navajas, además de música latina en todos sus géneros con predominio salsero. Trofeos, medallas, diplomas y fotografías de sus tres hijos en ejecución deportiva. Hijos de gato sí cazan ratones. Muchos adornos están enmarcados en detalles alusivos a su vida y pasión: el baloncesto. Quizás por ello exhibe con orgullo una foto “muy especial” junto al récordman Wilt Chamberlein, que le recuerda sus días de estudiante en latitudes norteñas, a donde viajó becado gracias al programa Alianza para el Progreso. “En Springfield tuve la fortuna de conocer a mi eterno entrenador Ed Billik”.
Su salto de la Escuela de Química de la UCV a la de  Educación Física del Pedagógico de Caracas y luego a la cuna del baloncesto, le llena las alforjas de méritos para el Doctorado Honoris Causa que le otorga su Universidad Pedagógica Experimental Libertador, que después de su familia es su mayor orgullo.
--A pesar de tantos logros no me he podido sacar este clavo: gané una sola final con Gaiteros y perdí otra. Pero perdí una con Panteras y tres con Caracas y estuve a un juego de titularme con Trotamundos- refiere con evidente frustración.
El Código Da Vinci y Los Señores de los Anillos son sus libros preferidos. Se confiesa admirador de los ideales del Gran Mariscal de Ayacucho y el color azul es influyente en su densa personalidad.
Tom y Jerry, un par de puddles blancos, se pasean con sus pañales desechables por todo el apartamento como unos más de la familia.
El sabio
El tiempo que exigían los estudios de química en la UCV, más su deseo de estar en la selección nacional de baloncesto, más el “scouteo” de Gallego Carratú para darle vida al departamento de Educación Física del Pedagógico, más la semilla basquetera que en sus días del Colegio América de San Bernardino sembró Germán Garrido, fueron factores que lo llevaron a cambiar la química por todo lo que ha logrado hasta ahora y la historia le dio la razón: incontables éxitos en torno a un balón. 
“¿Quién fuera Paco Diez hoy día si me hubiera quedado estudiando química?”, reflexiona con ademanes de ganador.
La palabra amigo...
--¿Amigos?...Revisa sus recuerdos. Hace mutis. Ante la duda y como buen coach, consulta a su asistente, Josefina, y mientras ella elucubra Paco dice: “El Flaco” Borjas. Representa equilibrio ante mis reacciones emotivas. Otro amigo desde mis días de estudiante es “El Loco” Freddy Morales, de Casalta. Los panas del Pedagógico. Son muchos los amigos, pero estos son especiales. Así como Ken Wall.
Recuerda con mucho aprecio a José Key, quien lo ayudó a conseguir sus primeras 20 horas como docente en el liceo “Antonio José de Sucre” de Los Magallanes de Catia, aún como estudiante del IPC.
Un sitial muy importante para su ex profesor de anatomía, el Dr José Domingo Martínez Morales, por su ética de maestro integral.
El guaguancó del adiós
Nostálgico ha dejado saber en varias conversaciones que hay momentos en los que hubiese querido compartir con amigos que ya no están, como Camagüey Espinoza o Gustavo López o “Mamiro” o Gastón Portillo…
“Paco es una referencia de éxito en el deporte y en la vida. Nosotros vamos tras él. Cuando el deporte no era bien visto él triunfó dentro y fuera del país. Retornó y sin egoísmos compartió sus conocimientos”, refirió visiblemente emocionado el reconocido ex dirigente Alberto Centeno.
No hay dudas acerca de su huella en la docencia, en el deporte y en la salsa… “y lo que falta”, a decir del propio Paco, quien sueña con ver el Salón de la Fama del Baloncesto y, ¿por qué no?, el de la salsa, consciente de que la vida te da, te quita, te quita y te da!

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El Pepazo