León Magno Montiel
@leonmagnom
La palabra serenata nació en la Italia del siglo XVIII, deriva del vocablo “calmado”, “que puede exponerse en la noche”.
Data exactamente de 1717, así lo registra el sabio etimólogo Joan Corominas en su “Diccionario Etimológico”.
En la música popular de esa época, la serenata era una forma musical ejecutada para homenajear a alguna persona importante. Ese vocablo pasó al español, llegó a América y comenzó a designar el canto que realizaban los trovadores al sereno, en las noches sin lluvias, como ofrenda a la mujer que pretendían, estaba conformado por canciones poéticas, muy melódicas, para declararle el amor a la dama cortejada.
En Venezuela la serenata es parte de una larga tradición, reflejada por nuestros cantores, rondallas y compositores:
“Un bambuco y una serenata
le dieron vida a un amor
un mozuelo cantaba a una flor
que más tarde sería mi madre
le cantaba mi futuro padre
lleno de inmenso fervor”.
(Renato Aguirre, 1972).
En la cultura musical zuliana contamos con un cantor identificado con el calificativo “El último serenatero”: Es Jack Pérez Newman, quien nació el 23 de octubre de 1953.
Su padre fue Hernán Pérez Martínez, un comerciante zuliano que sentía gran admiración por la cultura norteamericana, especialmente por su cine pionero y por los clásicos musicales. Por ello a todos sus hijos les colocó nombres patrimoniales anglosajones, motes de gran popularidad en los Estados Unidos.
Al surrapo de esa familia lo nombró Jack Humberto Pérez Newman, nativo del signo escorpión, talentoso cuatrista, compositor y solista.
Su niñez transcurrió en la parroquia Santa Lucía de Maracaibo, era el hermano menor en un hogar con 10 hijos, marcado por las enseñanzas cristianas de su madre María Elisa Newman, quien les impartió una educación escolástica y conservadora.
A la edad de 8 años comenzó a aflorar su talento para la música, su innata capacidad de rimar versos y cantar afinado.
Fue noticia en su parroquia cuando participó en el programa “El Mundo de los Niños” en el canal pionero Ondas del Lago TV, tenía solo ocho años de edad, levantó aplausos y una ola de buenos comentarios que hicieron sentir orgullosos a sus padres, personas poco afines con el mundo del espectáculo.
Se inició como gaitero profesional en 1966 con el conjunto Los Rudos de Cheo Barrios, divisa que obtuvo mucho éxito durante las década de los 60 y 70. Jack fue su director musical, productor y arreglista.
Luego entró a las filas de la Fórmula Gaitera, en 1976 llegó a Tropicales del Éxito por tres temporadas. En 1980 aceptó la invitación para pertenecer a Estrellas del Zulia y permaneció con intermitencias hasta 1985.
Fue integrante de Súper Grupo Maracaibo.
Junto al compositor y destacado repentista Víctor Hugo Márquez fundó en 1986 el conjunto Profesionales de la Gaita, que tuvo una breve trayectoria. También tuvo una destacada participación en la agrupación Gosugaita en las temporadas 2000 y 2001.
Su prestigio se fue consolidando como cantante de alto nivel interpretativo, cuatrista respetado y compositor solvente. Su compañero inseparable para las composiciones a cuatro manos ha sido José Marrero, un poeta, ebanista, hombre experto en taraceas.
Marrero creaba las líricas y Jack las vestía con melodías muy originales. Juntos han ganado múltiples festivales, han dejado gaitas memorables como: “El palomo”, “El pito de la Regional”, “Nevado”, “La vená”, tema que grabó el conjunto Santanita vocalizando el profesor Hermilo Suárez; “El curioso”, “Ana María y El Negro”, grabada por Germán Ávila con Rincón Morales; “El Grande y El Pitirrojo”, “Qué viva la pepa”, “Los símbolos de la patria”, que interpretó Ronald Galbán con Gaiteros del Tablazo; y “La campeona de la salud” grabada por la agrupación Los Chiquinquireños en 2011, en las voces de Carlos González y Danelo Badell.
Una de las joyas que han creado es el tema “Colindante y el poeta” que participó en el Festival Pampero de 1989 con arreglos y guitarra de Miguel Delgado Estévez, interpretada por el dueto Danelo Badell y Ricardo Cepeda:
“Con orgullo y donosura
va llevando aquel cochero
un ilustre caballero
al centro de la cultura,
contemplando su escritura
absorto en su inspiración
en ese coche va Udón
del Zulia genio y figura”.
(Pérez-Marrero, 1989).
Jack también estuvo como invitado especial y figuró como productor y arreglista de los conjuntos Gran Chiquinquirá y Gaiteros del Empedrao.
Como solista, Jack Pérez ha interpretado temas exitosos como “El escaño de los viejos” y “El último serenatero”, el clásico que le dio popularidad, creado por el maestro Luis Oquendo Delgado en 1979; “Ingratitud”, “Gaiteros son”, “Cómo no voy a cantarte”, tema que interpretó junto a Estrellas del Zulia en el Festival Una Gaita para el Zulia de 1984, de su autoría junto a su cofrade José Marrero:
“Cómo no voy a cantarte
oh tierra del alma mía
si al ver mi pueblo me guía
una emoción pa’ ofrendarte:
un abrazo quiero darte
del tamaño de tu estado
y aquí te tengo guardado
mi corazón para amarte”.
(Marrero-Pérez, 1984).
En 1986 compuso junto a Walter Morales “Los remedios”, interpretada por Danelo Badell, la grabó Gaiteros de Pillopo y sonó en todo el país:
“Si tiene el pecho apretao
y una gripe que asesina
a eso hay que darle un parao
con plasma antiflojitina”.
(Morales-Pérez, 1986).
También sonó con los temas “La Ancestral” en 2003 y “A ver cuál le sale al paso” en 2004 compuesta a cuatro manos junto a Erbin Montes.
Jack Pérez Newman asumió con responsabilidad el cargo como coordinador de la Fundación para la Academia de la Gaita “Ricardo Aguirre González” (FUNDAGRAEZ) por varios años. Se siente orgulloso de ese desempeño.
Su vida familiar la compartió por 36 años con Flor Cubillán, madre de sus hijos Wendy y Jack, ellos son el centro de su motivación, de su pródiga inspiración.
Jack laboró como técnico de grabación en varios estudios de la localidad:
Gravenca, Fonográfica del Zulia, Fonolago y Sonofuturo. Eso gracias a su agudo oído musical y su experiencia como profesor de música en la Escuela Nacional “Josefina de Acosta”, en la Academias de Ray Zapata y en la Galería Arte Musical Yamaha, experiencia que le permitió dirigir con mucho tino a los cantantes que grababan sus temas.
Durante el año 2014, el talentoso cantautor fue diagnosticado de EPOC, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, una de las patologías más comunes de los pulmones que causa dificultad para respirar.
El EPOC le restó calidad de vida y lo hizo retirarse de los escenarios. Sus amigos y colegas de la gaita le brindaron un gran homenaje en el Centro Cultural “Humberto Mamaota Rodríguez” ubicado en el corazón de su barriada Santa Lucía, ese evento lo animó el joven cronista Francisco Hidalgo y contó con el respaldo de la Secretaría de Cultura del Zulia. La asistencia de los vecinos fue multitudinaria, entusiasta y emotiva, le manifestaron su afecto al bardo Pérez Newman, su apreciado vecino.
Finalmente, esa enfermedad crónica EPOC le quitó la vida a los 64 años de edad, en la barriada luciteña que le vio nacer, el 28 de julio 2014.
El hombre que nació en la víspera del día dedicado al Padre Antonio María Claret, aunque en el “vetus ordo” era el 23 de octubre el día original del santo; se confiesa su seguidor, admira la valentía que tuvo en su apostolado cristiano el santo catalán.
Nos refería: “No es de extrañar que un hombre de la influencia de Claret, que arrastraba a las multitudes, atrajera también la ira de los enemigos de la Iglesia. Pero las amenazas y los atentados se iban frustrando uno a uno, porque la Providencia velaba sobre él en las persecuciones.
Fueron numerosos los atentados personales que sufrió en vida el Padre Claret. La mayor parte frustrados por la conversión al cristianismo de los asesinos”.
Fue misionero en Cuba, por sus provincias orientales llevó el mensaje cristiano. Recorrió toda España y murió asediado en Francia, al momento tenía 62 años de edad, su tumba muestra el epitafio:
Amé la justicia y odié la iniquidad, por eso muero en el destierro”.
Con ese ejemplo de fe claretiana, con una probada vocación como creador de gaitas hermosas, llenas de contenido histórico y costumbrismo fecundo, Jack Pérez Newman está inscrito en nuestra historia como el último de los serenateros que habitó en este puerto, con la especial particularidad que sus serenatas no las ofrendó a una mujer, sino a la ciudad, como si esta fuese su dama predilecta:
“El último serenatero
que le canta a los amores
soy el último señores
que queda en el mundo entero”.
Su misión autoral la llevó con el reconocimiento de la patria gaitera, con el don propio de un genio, y como conceptuó el polémico pensador alemán Martin Heidegger:
“Genio es quien ha sido tocado por la luz del espíritu”.
Ese es el caso de Jack Pérez, nuestra historia así lo registra.
Tomo uno de tus versos en préstamo, y me atrevo a decirle a Jack Humberto:
«Un abrazo quiero darte, del tamaño de tu estado”.
Y este pueblo lacustre le guarda en su corazón para amarle.
El Pepazo