Leonardo Núñez Martínez
El fanatismo llevado a su máxima expresión conduce a la repulsa o rechazamiento a toda idea, iniciativa, novedad, innovación o propuesta que surja de otro, ajena o hecha en cabeza de quien adversamos con predisposición. Para el fanático iracundo basta saber que la proveniencia de una proposición no nace de sí sino de fuera de sí para que se active su actitud de rechazo.
En el campo, la resistencia a nuevas tecnologías, métodos de cría y cultivo, acopio, fertilización, reproducción y diversidad en la producción le han hecho mucho daño a la actividad agraria cuando ha habido «negación» a ultranza de formulaciones nuevas. Estas reacciones no han sido más gravosas por los resultados alcanzados visibles, demostrables e inmediatos. En la ciudad, las actividades económicas han sido más permeables a las invitaciones y ofertas novedosas, provengan de donde sea.
El fanatismo es producto de una escalada en la «negación» constante al contrario. Las reacciones extremas dificultan que haya coincidencias o eventuales encuentros por temor a mostrar debilidades. Según su lógica, a un rechazo normal debe sucederle una repulsa cruenta y más negativa.
«Denegar» la justeza, descalificar los motivos y obviar la necesidad de un Referendo Consultivo sobre el Esequibo es un acto irracional de «negación» enfermiza a todo lo que provenga del o los convocantes, en este caso la Asamblea Nacional, invitación aceptada y seguida por el Gobierno y el resto de los Poderes Constitucionales en defensa de nuestro total territorio.
Siendo ésta una iniciativa de Estado que convoca a toda la Nación venezolana, la «negación» a acudir a esta Consulta equivale a rechazar el auxilio en un hospital público; evitar que el agua o la electricidad lleguen al hogar; no sacar la cédula de identidad y pasaporte; no registrar un documento de compraventa; o negarse a cobrar un bono contra la guerra económica.
¡ORGULLOSAMENTE MONTUNO!
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El Pepazo
