Luces, cámaras… ¿Escape?: entre la fantasía y la propaganda…
"Los rescates son como selfies: valen más si hay testigos... aunque el fondo sea un decorado de cartón." ANACLETO

Luis Semprún Jurado
El humo del café se enroscaba en el aire mientras el grupo, hoy más numeroso de lo habitual, esperaba la charla. Anacleto ajustó los lentes con dedos manchados de tinta y soltó un suspiro teatral antes de comenzar: «Amigos, hoy analizaremos ese curioso espectáculo que llaman “diplomacia de bolsillo”. Cuatro opositores, o cinco, según el libreto que lean, supuestamente salieron de la ex Embajada argentina en Caracas como si fueran figurantes de una película de espías de bajo presupuesto. En el libreto oficial, hay cinco protagonistas... pero en la realidad, alguien olvidó contar bien. ¿Operación épica? Más bien tragicómica. Veamos los actos de esta obra: Acto I: Los números que no cuadran. María Corina Machado, en su papel de guionista principal, anunció la liberación de "cinco héroes": los activistas identificados como Pedro Urruchurtu, Humberto Villalobos, Claudia Macero, Omar González y Magaly Meda. Pequeño detalle: Claudia Macero ya había abandonado el refugio días antes, con discreción. ¿Error de guión? ¿O acaso en el mundo paralelo de la oposición el álgebra es distinta? Pero si los números no cuadran, lo que viene es aún más llamativo: la narrativa oficial tampoco lo hace... Acto II: El gobierno venezolano habló de un "acuerdo humanitario". Curioso, porque la única prueba es la certeza de que esas cuatro personas ya se encuentran en el exterior. ¿Dónde está el acuerdo firmado? Acto III: El papel de Corina Parisca Machado en la trama nos lleva a la última paradoja: el “drama” de la persecución, que nunca existió. La señora Corina Parisca de Machado (madre de MCM) salió por el aeropuerto, según registros migratorios. Y hasta se dejó fotografiar varias veces. Si nadie la buscaba, ¿por qué el melodrama inicial? Quizás porque en política, como en el teatro, el prólogo debe ser lo suficientemente dramático para vender entradas.» Anacleto hizo una pausa para dejar caer el sarcasmo como azúcar morena en su taza: «Lo fascinante no es la salida, sino el libreto. Mientras unos venden epopeyas, otros susurran “negociaciones”. Y el público, atrapado entre versiones, se pregunta: ¿quién dirige realmente esta obra? ¿Los actores, los patrocinadores… o el dinero tras bambalinas?» El coronel, siempre puntual, intervino: «¿Y los 900 presos políticos de los que habla MCM?» «Ah, querido coronel», respondió Anacleto con media sonrisa, «esa es la secuela. Y por experiencia, las segundas partes nunca mejoran la trama.» El aire del café se espesó cuando Anacleto, hojeando un informe con la elegancia de quien desvela partituras de ajedrez político, siguió con su análisis: «Imaginemos, camaradas, que un mago anuncia con gran pompa haber liberado a cuatro palomas de una jaula... Así opera la “diplomacia de los espejos”: hoy protagonista de un “rescate exitoso”, mañana cómplice silencioso de otros encierros. Y ahí tenemos al “héroe de doble filo”: el Secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, se jacta de su rol clave en esta “operación impecable”. Curioso: los mismos que aplauden su proeza olvidan que, en otro momento, él mismo firmó órdenes para redefinir el concepto de “derechos humanos” bajo criterios... digamos “flexibles”. ¿Rescate aquí, secuestro allá? La geografía de la ética es tan movediza como la arena de una playa privatizada.» Anacleto susurra: " «La verdad es como el café: amarga para quien no está acostumbrado» y continua: «Criticar a Nico por “socavar instituciones” tiene su chiste: ¿Dónde quedó ese ímpetu moral cuando su gobierno convirtió cárceles extranjeras en bodegas de disidentes e inocentes migrantes?» El coronel, mordiendo su pipa fría, interrumpió: «¿Y los “socios”, qué?» Anacleto alzó una ceja: «Ah, los socios... Esos fantasmas útiles que nunca aparecen en foto pero siempre cobran su comisión. ¿Se llamarán USAID, FMI, o simplemente “intereses estratégicos” como Nayib Bukele? La etiqueta depende del público.» Anacleto murmuró: «En el diccionario de algunos gobiernos, “derechos humanos” es una entrada con asterisco: “Aplican sólo donde convenga”.» Hace una pausa para encender un cigarrillo y suelta la bomba: «¿No es este Marco Rubio el mismo arquitecto de esa “gestión carcelaria ejemplar” en El Salvador, donde los presos políticos aprenden que el silencio es la moneda de cambio?» La pregunta quedó flotando como el humo del cigarrillo que Anacleto apagó con precisión quirúrgica; bebió un sorbo de café y dejó su taza sobre la mesa con un clic calculado, mientras el grupo guardaba silencio. Su mirada recorrió los mapas mentales de los presentes antes de soltar: «Hablemos de la “fuga imposible”, ese guion que ni Hitchcock se atrevería a filmar. Imaginen: una ex embajada en una calle custodiada por el ojo omnipresente de las cámaras rusas y los agentes de un Estado que vigila hasta el vuelo de las palomas. ¿Un escape “impecable”? Más bien un acto de realismo mágico donde la lógica se evapora como el alcohol en el café. ¿Cómo lograron escabullirse sin ser vistos en una calle monitoreada por los ojos de dos potencias? ¿O acaso la discreción sólo funciona cuando hay complicidad?», preguntó. «En este ajedrez geopolítico, los peones no se mueven sin que los alfiles lo noten. A menos, claro, que el juego esté pactado… o que los jugadores prefieran no ver.» Sacó un teléfono celular del viejo maletín y sonrió: «Mientras tanto, en Florida, los algoritmos de la esperanza trabajan horas extras. Periodistas convertidos en “influencers”, “likes” (me gusta) que valen más que titulares… Luz Mely Reyes lo retrató bien en “Te tienes que ir”: el exilio es un limbo donde la nostalgia se mezcla con el “clickbait”. ¿Informar o entretener? Ahí está el dilema del siglo… o la monetización del desarraigo.» Hizo una pausa para ajustar sus lentes, como si enfocara la ironía: «Carla Angola, por ejemplo, vende drama en dosis de prime time. ¿Periodismo o telenovela? En esta época, a veces cuesta distinguir. Lo cierto es que cada “¡ÚLTIMA HORA!” alimenta no sólo audiencias, sino ilusiones que luego chocan con el muro de lo real.» El coronel, siempre incisivo, interrumpió: «¿Y la vigilancia rusa? ¿Cómo no detectaron el escape?» Anacleto sonrió, como un maestro ante alumno aplicado: «Ah, coronel… ¿Y si la pregunta correcta es por qué no lo detectaron? En política, lo que no se ve… suele ser lo que no conviene mostrar. Quizás todos ganan algo con este libreto: unos, la épica; otros, la excusa para apretar tuercas; y los de siempre, los titulares.»
La reciente salida de cuatro opositores venezolanos, que permanecían “escondidos” en el inmueble de la ex Embajada de Argentina en Caracas, ha generado un intenso debate sobre la naturaleza del proceso y la veracidad de las versiones difundidas. Mientras algunos sectores han calificado el hecho como una "operación de extracción", fuentes oficiales del gobierno venezolano han asegurado que no existía persecución contra los “escondidos”; que su salida fue producto de una “negociación”. María Machado, opositora venezolana, calificó la operación como "impecable y épica por la libertad de CINCO héroes de Venezuela". En su mensaje, expresó su reconocimiento y agradecimiento a quienes hicieron posible la salida de Pedro Urruchurtu, Humberto Villalobos, Claudia Macero, Omar González y Magaly Meda. Machado no sabía que Claudia Macero había salido días atrás tranquila y discretamente. ¿Por qué no lo sabía? Porque a ella no le importaba lo que les ocurriera. Imagínense, lo primero que negoció fue la salida de su “mamá”, quién abandonó Venezuela el 5 de mayo, rumbo a Bogotá. ¿Y los demás, qué?
El ministro del Interior, Diosdado Cabello, afirmó que la salida de los opositores no fue un "rescate", sino el resultado de un acuerdo en el que participó la madre de María Machado, “Corina Parisca de Machado”. Según Cabello, la madre de Machado abandonó Venezuela el 5 de mayo, viajando a Bogotá como parte de la negociación. A los cuatro “escondidos” tuvo que prestarles una escalera y una cuerda pues no querían que “los vieran salir por la puerta”, ni que se supiera que habían negociado. Esta versión contradice declaraciones de líderes opositores que insisten en que la salida fue una operación internacional liderada por EEUU y organizada con mercenarios de Erick Prince. El secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, “confirmó” que su país desempeñó un papel clave en la salida de los activistas, calificando la operación como un "rescate exitoso". Rubio criticó al gobierno de Nico, acusándolo de socavar las instituciones venezolanas y violar los derechos humanos. ¿No es el mismo que socava los derechos humanos de los inocentes que tienen secuestrados en El Salvador? ¿No fue él quien firmó la orden?
Existe un fuerte cuestionamiento sobre la narrativa del "escape", debido a la estricta vigilancia que rodea la Ex Embajada de Argentina en Caracas. Esta está ubicada en la misma calle que otras sedes diplomáticas, incluida la Embajada de Rusia. Algunos se preguntan sobre la posibilidad de que un "escape" pudiera ocurrir sin que las autoridades venezolanas, ni la vigilancia estricta de la Embajada Rusa, lo detectaran. El espectáculo mediático en torno a estos eventos ha reforzado la narrativa de ciertos sectores opositores, convirtiendo un acuerdo discreto en una hazaña digna de un guión cinematográfico. Sin pruebas claras que sustenten la versión de un "escape impecable", la presencia constante de vigilancia en la zona y la ausencia de registros de un operativo secreto ponen en duda la veracidad de estas afirmaciones. Mientras tanto, el verdadero público del drama político sigue siendo la población venezolana, atrapada entre discursos polarizados y narrativas diseñadas para manipular expectativas. Mientras el espectáculo de los titulares sigue su curso, el público venezolano continúa atrapado entre discursos inflados y verdades que nunca llegan.
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