Sembrando Fortaleza: El Papel de Padres y Maestros en la Resiliencia de Niños y Adolescentes.
El papel insustituible de padres y maestros es el de arquitectos de la fortaleza emocional. Desde el hogar, al fomentar la autonomía y la toma de decisiones adecuadas a su edad, y desde el aula, al crear ambientes psicológicamente seguros y modelar comportamientos resilientes, se sientan las bases para que los jóvenes no solo superen las dificultades, sino que emerjan fortalecidos de ellas. Reconocer la diversidad de contextos en los que se desarrolla la resiliencia es vital para aplicar estrategias efectivas y contextualizadas, preparando así a las nuevas generaciones para prosperar en cualquier escenario.

Psicólogo George Taborda
En mi artículo pasado titulado “El Arte de la Resiliencia: Aprendiendo a Navegar la Incertidumbre en un Mundo en Constante Cambio” el mensaje iba dirigido a la población adulta y por su longitud no pude incluir a los jóvenes y adolescentes. Este articulo esta exclusivamente dedicado al tratamiento de la resiliencia en niños y adolescentes a los cuales les toca construirse como personas en el mundo de hoy el
cual es una corriente rápida, una marea que no para de cambiar y que nos exige adaptarnos casi a diario. Para nuestros niños y adolescentes, este entorno se siente, a menudo, como navegar en un mar turbulento, lleno de olas imprevistas y desafíos que crecen en complejidad. Ya no hablamos solo de las presiones académicas o los dilemas sociales de siempre; ahora, la incertidumbre global, la inmediatez de las redes sociales y el ciberacoso son realidades que moldean su día a día. Sin las herramientas adecuadas, estos jóvenes navegantes pueden sentirse perdidos, abrumados y con una creciente sensación de ansiedad o estrés.
En este panorama, la resiliencia emerge no como un rasgo innato o una cualidad exclusiva de unos pocos "fuertes", sino como una habilidad fundamental y necesaria para enfrentar el mundo de hoy. Es la capacidad de levantarse después de cada caída,
de adaptarse a los cambios sin perder el rumbo y de, incluso, salir fortalecido de las adversidades. No se trata de evitar el dolor o los fracasos, sino de equiparlos para gestionarlos, aprender de ellos y seguir adelante con un espíritu más robusto.
aquí donde el papel de los adultos se vuelve insustituible. Padres y maestros, cada uno desde su trinchera, son los principales arquitectos de esta fortaleza emocional. Son ustedes quienes tienen la valiosa tarea de guiar, modelar y proporcionar las
herramientas necesarias para que los niños y adolescentes cultiven su propia resiliencia. Este artículo explorará cómo, a través de acciones concretas y conscientes, tanto el hogar como el aula pueden convertirse en verdaderos semilleros de fortaleza, preparando a las nuevas generaciones para prosperar en cualquier escenario que la vida les depare.
Entendiendo la Resiliencia Infantil y Adolescente
Para poder fomentar la resiliencia, primero debemos entenderla a fondo en el contexto de la niñez y la adolescencia. No es una copia exacta de la resiliencia adulta; está en pleno proceso de formación, lo que la hace más dependiente de un entorno de apoyo y
del modelado positivo de los adultos.
¿Qué Significa la Resiliencia en los Jóvenes?
Capacidad de Superar y Crecer: En esencia, para un niño o adolescente, la resiliencia es la habilidad de superar dificultades, adaptarse a cambios significativos, recuperarse de fracasos o adversidades, y salir de estas experiencias no solo ileso, sino fortalecido. Es esa chispa interna que les permite reponerse después de un tropiezo en el colegio, una discusión con un amigo, o
un desafío personal.
Dependencia del Entorno y Modelado: A diferencia de los adultos, cuya resiliencia puede estar más consolidada, la de los jóvenes se nutre de forma crucial de las interacciones con su entorno familiar, escolar y social. Aprenden observando cómo los adultos a su alrededor manejan el estrés y los contratiempos. Mitos Comunes sobre la Resiliencia Infantil Es fundamental desmentir algunas ideas erróneas, muchas convertidas en mitos, que, lejos de ayudar, pueden entorpecer el desarrollo de esta habilidad:
Mito 1: "Los niños son fuertes por naturaleza y deben resolverlo solos" Falso. Si bien los niños poseen una increíble capacidad de adaptación, no nacen con un manual para afrontar cada crisis. Necesitan guía, apoyo emocional y herramientas concretas de parte de los adultos para navegar sus desafíos. La autonomía se fomenta gradualmente, no arrojándolos al vacío.
Mito 2: "Protegerlos de todo sufrimiento los hace más felices"; Equivocado. La sobreprotección les niega la oportunidad de desarrollar habilidades de afrontamiento. Enfrentar pequeños fracasos y frustraciones de forma controlada es vital para construir su confianza en sus propias capacidades y su tolerancia a la frustración.
Mito 3: "Hablar de problemas emocionales los hace más débiles"; Perjudicial. Validar las emociones y enseñar a los niños a identificarlas y expresarlas de manera saludable es un pilar de la inteligencia emocional y un factor protector
clave para la resiliencia. ¿Por qué es Tan Importante Ahora? La Resiliencia como Factor Protector en un Mundo
Diverso La creciente preocupación por la salud mental en jóvenes —con el aumento de la ansiedad, la depresión y el estrés— subraya la importancia crítica de la resiliencia. Pero esta importancia se magnifica y se diferencia enormemente según el contexto enel que se desarrollan:
En Países Desarrollados (Japón, EE. UU., Europa Occidental, China urbana, etc.): Los desafíos, aunque complejos, suelen estar asociados a la presión académica intensa, la competitividad social, el uso excesivo de la tecnología y las redes sociales, la autoimagen y, en algunos casos, la falta de conexión en entornos muy individualistas. La infraestructura de apoyo (salud mental, educación inclusiva, recursos comunitarios) tiende a ser más robusta, aunque no siempre accesible para todos. La resiliencia aquí a menudo se enfoca en la
gestión del estrés, la adaptación a la innovación, la flexibilidad cognitiva y la capacidad de discernir en un mar de información.
En Países con Situaciones Difíciles (Venezuela, Cuba, gran parte de Latinoamérica, países africanos, zonas de conflicto): La resiliencia adquiere una dimensión mucho más cruda y vital. Los niños y adolescentes enfrentan adversidades sistémicas y de supervivencia: la escasez de recursos básicos (alimentos, medicinas, servicios públicos), la violencia (social o de conflicto), la migración forzada, la desestructuración familiar debido a factores económicos o políticos, la falta de oportunidades educativas, la incertidumbre extrema y el
creciente número de desastres naturales producto del maltrato humano al planeta que habitamos. Para estos jóvenes, la resiliencia no es solo sobre el bienestar emocional, sino sobre la capacidad de persistir, innovar con lo poco que se tiene, mantener la esperanza y construir redes de apoyo comunitarias en medio de un caos constante. Su "mar turbulento" es, a menudo, una tormenta perfecta que exige una fortaleza inmensa simplemente para sobrevivir y, más aún, para soñar con un futuro.
Entender estas realidades diversas es clave para que padres y maestros, sin importar dónde se encuentren, puedan aplicar estrategias de resiliencia de manera contextualizada y efectiva, reconociendo que cada niño, en su entorno particular, necesita un tipo específico de apoyo para florecer. El Rol de Padres: Construyendo Cimientos de Fortaleza en Casa
El hogar es el primer y más influyente laboratorio de vida para un niño. Es el espacio donde se gestan las primeras lecciones sobre cómo afrontar el mundo, y donde los padres, a través de sus interacciones diarias, se convierten en los arquitectos primarios de la resiliencia de sus hijos. No se trata de una tarea extra, sino de integrar conscientemente ciertas prácticas en la dinámica familiar.
3.1. Permítales Enfrentar y Resolver Pequeños Problemas: La Clave para Crecer
Uno de los errores más comunes, a pesar de su buena intención, es la sobreprotección. Cuando los padres intervienen constantemente para resolver cada pequeño inconveniente de sus hijos, les niegan una oportunidad de oro para desarrollar la confianza en sus propias capacidades. La resiliencia no florece en un invernadero sin corrientes de aire; se forja en la exposición controlada a los desafíos.
El peligro de la "solución fácil": Imagina a un niño que no encuentra su juguete favorito y de inmediato el padre o la madre lo busca y se lo entrega. O al adolescente que tiene un desacuerdo con un amigo y el adulto intercede para resolverlo por él. Cada una de estas intervenciones, aunque busca aliviar el malestar inmediato, roba al joven la experiencia crucial de la búsqueda, la frustración y, finalmente, el logro personal.
Fomentando la autonomía a través del desafío: El objetivo es permitir que los niños y adolescentes enfrenten pequeños problemas "solucionables" por sí mismos. Esto puede ser algo tan sencillo como que un niño de primaria encuentre la pieza que falta en un rompecabezas, o que un adolescente planifique su propio horario de estudio para un examen. Para los más chiquitos, una disputa por un juguete con un hermano puede ser una excelente práctica para la negociación y el manejo del conflicto.
Guía, no imposición: El papel del padre no es dar la respuesta, sino guiar el proceso de pensamiento. Preguntas como:"¿Qué podrías intentar ahora?"; "¿Qué otras opciones se te ocurren?", "¿Qué pasaría si haces esto?";, o "¿Qué harías diferente la próxima vez?" son mucho más poderosas que una solucióndirecta. Esto estimula el pensamiento crítico y la creatividad para resolver problemas.
Beneficio clave: Al permitirles luchar y, eventualmente, superar estos pequeños obstáculos, los niños y adolescentes no solo construyen confianza en sus propias habilidades, sino que también desarrollan una tolerancia saludable a la frustración. Aprenden que está bien no saber la respuesta de inmediato y que el esfuerzo persistente a menudo conduce al éxito. Esta base es vital cuando, en el futuro, se
enfrenten a problemas más grandes y complejos.
3.2. Enséñeles a Identificar y Manejar sus Emociones: El Lenguaje del Corazón Resiliente Un pilar fundamental de la resiliencia es la inteligencia emocional. Si los niños no saben qué sienten, ni cómo expresarlo de forma sana, es como si tuvieran un montón de
cables pelados por dentro, esperando un cortocircuito.
Validar, no minimizar: El primer paso es validar sus emociones. Cuando un niño llora porque se le cayó el helado, o un adolescente se frustra por una mala nota, la respuesta útil no es "no es para tanto" o "ya se te pasará";. La respuesta útil es decirle: "Entiendo que estés triste/frustrado/molesto". Esto les enseña que sus sentimientos son válidos y que es normal experimentarlos.
Construyendo un vocabulario emocional: Ayúdalos a nombrar lo que sienten. Podéis usar juegos, tarjetas con caras de emociones o simplemente conversar. "¿Estás molesto o más bien frustrado?";,";¿Esa es una alegría grandota o más bien una calma?". Cuanto más vocabulario emocional tengan, mejor podráncomprenderse a sí mismos y a los demás.
Estrategias saludables de expresión: Una vez que identifiquen la emoción, enséñales cómo manejarla. No se trata de reprimirla, sino de canalizarla. o Para la rabia: Podrían dibujar lo que sienten, apretar una almohada, respirar profundo, o salir a correr un rato.
o Para la tristeza: Hablar de ello, escribir un diario, escuchar música tranquila o simplemente acurrucarse contigo o Para la ansiedad: Practicar la respiración diafragmática (el "respirar como un globo"), imaginar un lugar seguro, o hacer una actividad física que les
guste.
Modelado emocional: Los padres son el mejor ejemplo. Si nosotros como adultos expresamos nuestras emociones de forma sana y buscamos soluciones, vuestros hijos lo van a aprender. "Estoy un poco frustrado con esto, voy a tomar un respiro y luego lo intento de nuevo.";Al desarrollar esta educación emocional, los niños y adolescentes no solo construyen una sólida inteligencia emocional y autocontrol, sino que también aprenden a regular su sistema nervioso ante el estrés. Esta habilidad les permite procesar las adversidades
sin desbordarse, facilitando una recuperación más rápida y adaptativa.
Fomentar la autonomía y la toma de decisiones apropiadas para su edad aunado al desarrollo de su inteligencia emocional es una manera de ir sembrando independencia y autonomía, terreno fértil donde la resiliencia echa raíces. Permitir que los hijos tomen decisiones, adecuadas a su edad, les infunde confianza en sus padres y sobre todo confianza en ellos mismos.
Autonomía Progresiva: La clave es la progresión. No se trata de darles total libertad de golpe, sino de o Para un niño pequeño, la elección puede ser entre dos opciones de ropa para el día o qué fruta desea para merendar. o Para un niño en edad escolar, puede implicar decidir qué actividad extracurricular prefiere o cómo organizar su mochila.
o Para un adolescente, las decisiones pueden ser más significativas: cómo distribuir su tiempo entre estudios y ocio, qué cursos optativos tomar, o cómo manejar un presupuesto de bolsillo.
Aprendizaje del Error: Es fundamental que entiendan que los errores tiene consecuencias y que debemos aprender de ellos para no repetirlos.
Empoderamiento y Autoeficacia: Cada decisión tomada, cada pequeña responsabilidad asumida, cada éxito, cada intento fallido, cada error cometido construye en el niño un punto de apoyo desde donde apalancarse en nuevas experiencias.
El Rol Fundamental del Docente en el Desarrollo de la Resiliencia Infanto-Juvenil
El papel de los educadores es indispensable y multifacético, trascendiendo la mera transmisión de conocimientos académicos. Los docentes, al interactuar diariamente con niños y adolescentes, se convierten en agentes catalizadores en la formación de
esta capacidad.
A continuación, se detalla la influencia de los maestros en el fomento de la resiliencia:
1. Creación de un Ambiente Psicológicamente Seguro y de Apoyo: o Establecimiento de un clima de confianza:
El aula debe ser percibida como un refugio donde los estudiantes se sientan seguros para expresar ideas, cometer errores y explorar sin temor al juicio o la humillación. o Fomento de vínculos significativos: La construcción de relaciones positivas y de apoyo entre el docente y el estudiante, así como entre los propios compañeros, proporciona una red de seguridad emocional que es vital cuando los individuos enfrentan dificultades.
2. Modelado de Comportamientos Resilientes:
o Ejemplo personal: Los educadores que demuestran perseverancia, una actitud positiva ante los desafíos, estrategias efectivas de afrontamiento del estrés y una capacidad para aprender de los fracasos, ofrecen un poderoso modelo a seguir. Los estudiantes internalizan estas conductas observando el comportamiento de sus maestros.
3. Enseñanza Explícita e Implícita de Habilidades de Afrontamiento o Resolución de problemas:
Los docentes pueden guiar a los estudiantes en la identificación de problemas, la generación de soluciones creativas y la evaluación de resultados, cultivando así su autoeficacia. o Regulación emocional: Facilitar la identificación, comprensión y gestión de emociones complejas (como frustración, ira o ansiedad) es crucial. Esto incluye enseñar técnicas de relajación, reestructuración cognitiva y
expresión saludable de sentimientos. o Pensamiento adaptativo: Fomentar una mentalidad de crecimiento, donde los errores son vistos como oportunidades de aprendizaje y los desafíos como posibilidades de desarrollo, contrarresta patrones de pensamiento
negativos.
4. Promoción de la Autoeficacia y la Autonomía: o Desafíos estructurados:
Al asignar tareas que son desafiantes pero alcanzables, los educadores permiten a los estudiantes experimentar el éxito, lo cual refuerza su creencia en sus propias capacidades. o Toma de decisiones: Brindar oportunidades para que los estudiantes tomen decisiones apropiadas para su edad y asuman responsabilidades fomenta un sentido de control sobre sus propias vidas.
5. Cultivo de Conexiones Sociales y Sentido de Pertenencia: o Colaboración:
El trabajo en equipo y los proyectos grupales no solo
mejoran las habilidades sociales, sino que también refuerzan la importancia del apoyo mutuo y la interdependencia. o Habilidades interpersonales: Enseñar comunicación efectiva, empatía y resolución constructiva de conflictos contribuye a la formación de
relaciones interpersonales saludables, un pilar fundamental de la resiliencia.
A manera de conclusiones podemos decir que la resiliencia, lejos de ser un rasgo innato, es una habilidad esencial que debe ser cultivada activamente en niños y adolescentes para navegar los desafíos del mundo contemporáneo. Esta capacidad de adaptarse y fortalecerse ante la adversidad se nutre fundamentalmente del entorno de apoyo y del modelado positivo que brindan los adultos. Es crucial permitir a los jóvenes enfrentar y resolver problemas menores para desarrollar confianza en sus propias capacidades y tolerancia a la frustración, y fundamentalmente, enseñarles a identificar y gestionar sus emociones de manera saludable.
El papel insustituible de padres y maestros es el de arquitectos de esta fortaleza emocional. Desde el hogar, al fomentar la autonomía y la toma de decisiones adecuadas a su edad, y desde el aula, al crear ambientes psicológicamente seguros y modelar comportamientos resilientes, se sientan las bases para que los jóvenes no solo superen las dificultades, sino que emerjan fortalecidos de ellas. Reconocer la
diversidad de contextos en los que se desarrolla la resiliencia es vital para aplicar estrategias efectivas y contextualizadas, preparando así a las nuevas generaciones para prosperar en cualquier escenario.
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