Caracas reconoce la importancia del libro como parte indisoluble de la evolución cultural, social y educativa, por lo que históricamente lo ha honrado con su siembra y su cultivo a través de hechos informales y de tradición, hasta que más adelante, con apoyo institucional y gubernamental, se impulsó la creación de bibliotecas, la realización de ferias y ciertos esfuerzos independientes que dieron origen a las peñas literarias.
La historia registra que los primeros esfuerzos organizados para encauzar el apego de la ciudadanía por el libro y por la lectura datan de finales de siglo XIX con las primeras ferias del libro en Venezuela, aunque, por supuesto, hay antecedentes aislados.
Está registrado que, durante la Colonia y los días iniciales de la fase de República, no se dieron manifestaciones organizativas de eventos masivos para el realce del libro; no obstante, el libro no masificado (no oficial) tuvo determinante importancia en la formación de aquellos patrones culturales.
Préstamos, remates y testamentos
Los testamentos representaban un inventario literario y de obras artísticas que una vez heredadas, subastadas, vendidas o donadas, eran un aporte al crecimiento cultural de aquellos ciudadanos, de todos los estratos sociales, que adquirían esos bienes “culturosos”.
Algunos estudios revelan que se leía desde temas prohibidos por los intereses del Imperio español y por la Iglesia, hasta los grandes clásicos y autores del siglo de oro español, así como temas teológicos, de arte y de asuntos legales, que en aquella Venezuela de los siglos XVII y XVIII provenía de unos 2.300 autores foráneos.
Una de las maneras de garantizar la democratización y el acceso a la lectura fue la modalidad de los préstamos, donaciones y hasta el reparto de copias manuscritas como lo hacían los profesores de la Universidad de Caracas.
En cuanto a la modalidad del remate público literario la primera experiencia quedó registrada en El Tocuyo en 1653 cuando se subastó por un peso el título "Marcos de Obregón", de Vicente Espinel; por dos pesos "Arte", de Nebrija, y por tres pesos las "Epístolas de San Jerónimo"; así como "Vocabulario" por seis pesos y medio.
Guzmán Blanco un gran editor
Es en la época dura de Guzmán Blanco, entre los años 1870 y 1888, cuando toma auge la impresión de gran cantidad de libros, aunque muchos de carácter oficial debido a su interés por promocionar todo lo relacionado a la gestión gubernamental; no obstante, también imprimieron obras literarias debido a la afición por la lectura que caracterizó al notable venezolano.
Más adelante, en el marco del Centenario del Natalicio del Libertador (1883) las autoridades caraqueñas asumen la Exposición Nacional del Libro entre el 2 de agosto y el 4 de septiembre. Fue un mes para promover la historia y sus valores a través de la lectura y otras actividades culturales apostando a la modernidad y el progreso.
El evento que impactó a más de 60 mil ciudadanos sirvió para promocionar y regalar libros, revistas, panfletos y periódicos de la época. Algo similar hizo Eleazar López Contreras, pero en el marco de los 152 años del Natalicio de Don Andrés Bello del 29 de noviembre al 17 de diciembre de 1939 cuando organizaron la primera gran Exposición del Libro Venezolano.
Algunos eventos modernos
Pero es a partir de 1967 cuando la Cámara del Libro, una asociación civil sin fines de lucro, asume diversidad de actividades, todas con la intención de estimular la industria en general, que involucra desde el librero, el autor, el editor, bibliotecólogos y archivólogos, las casas distribuidoras y el público, para en una especie de gran simbiosis apuntar al ganar-ganar cultural con el libro y la lectura como excusa y como vehículo para el crecimiento intelectual del país.
Estos son eventos multidisciplinarios de carácter netamente cultural que han conseguido éxito gracias a las alianzas entre organizadores, entes privados y gubernamentales así como ONG’s.
Desde 1998 se dio anual e ininterrumpidamente la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo; de igual manera es reconocida la Feria del Libro Universitario de Mérida que alcanza más de 20 ediciones en la Universidad de Los Andes.
La Universidad Metropolitana montó en 2007 y 2008 El salón del Libro. Desde 2009 se realiza la Feria de la Lectura de Chacao en la plaza Francia. A partir de 2010 se organiza la Feria del Libro de Baruta en la plaza Alfredo Sadel, de Las Mercedes. Y la Feria de la Lectura de Sucre data de 2011, y se monta en la plaza Miranda de Los Dos Caminos.
La Feria Internacional del Libro de Venezuela, Filven, una iniciativa del Estado venezolano instaurada desde 2005, se ha convertido en la tutora de la actividad, con el éxito y la resonancia consabida, abierta a autores nacionales y foráneos, en lo que significa una verdadera fiesta internacional de la cultura del libro y la lectura que aún se mantiene.
Hubo una vez la FIL Caracas
Siempre con el ánimo de aportar, la acuciosa amiga, mujer de letras, Yineska Barreto, nos insta a agregar al texto original, lo siguiente: Fundalibro organizaba en Caracas, mucho antes de la Filven, la Feria Internacional del Libro, FIL Caracas. La primera fue en 1992, dedicada a los países del Caribe. La segunda se realizó del 14 al 21 de noviembre de 1993. La tercera, del 11 al 20 de noviembre de 1994, dedicada a los países bolivarianos. La cuarta, del 4 al 12 de noviembre. La quinta, del 9 al 17 de noviembre de 1997. El país invitado de honor fue Brasil y el tema central fue el Diseño Gráfico. La sexta, del 7 al 16 de noviembre. País invitado: México. La séptima, del 7 al 14 de noviembre de 1998. Y la octava en 1999. Todas en noviembre para que no coincidieran con otras ferias similares de gran trascendencia. “Terminando la Feria de Caracas, muchos libreros y editores importantes, venían a hacer ruedas de negocios con otros libreros, distribuidores, editoriales y bibliotecas, y de acá partían a la Magna Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México”, indica Yineska.
Librerías, libreros y peñas
La tradición del libro en Caracas se mantuvo gracias a libreros, librerías y peñas, que generaron espacios para la discusión permanente a partir de la lectura. Ya no se existen las visitas a domicilio del desaparecido Círculo de Lectores, pero en la memoria quedan los nombres de libreros famosos como Don Jonás Castellanos, quien hasta hace poco atendía en el pasaje Humboldt, su librería Mundial, nacida en Santa Capilla. O Walter Rodríguez de la Cámara del Libro. Emblemáticas fueron La gran pulpería del libro; Lectura, de Chacaíto; Única, Cruz del Sur, Suma y Tecni Ciencias y Nuevo Mundo, de Sabana Grande; Librería Alejandría, de Las Mercedes. También han aportado los libreros de la UCV y de la avenida Fuerzas Armadas, así como las peñas literarias entre las que destacó La República del Este y su rica historia intelectual. Qué viva el libro, los escritores, Don Andrés Bello, Mathilde y el cuento sobre la totona, que contaremos en otra nota. ¡Vaina pa buena!
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