Ibuprofeno, paracetamol, antibióticos…medicamentos a tomar en cuenta cuando se ingiere alcohol. Es habitual tomar medicamentos para el dolor o la inflamación de forma puntual o para el colesterol, la diabetes o la tensión, de forma crónica, y también es habitual beber alcohol de vez en cuando. Te contamos qué ocurre si mezclas ambas sustancias.
El uso de estos fármacos es muy frecuente, sobre todo el de las benzodiacepinas. De hecho, según datos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, España es el país del mundo donde más benzodiacepinas se consumen. Pero ¿qué ocurre con otros medicamentos también de uso frecuente como el paracetamol, el ibuprofeno o los antibióticos? ¿se pueden tomar con alcohol? ¿tienen efectos graves?
Beber alcohol y tomar paracetamol
El paracetamol es uno de los medicamentos más consumidos en España ya que se utiliza para aliviar el dolor. Aunque es bastante seguro, este fármaco no está exento de riesgos. Como recuerda Caballero, “el alcohol es un producto tóxico para el hígado”. Por este motivo, “si se combina con paracetamol se pueden incrementar los efectos de ambas sustancias sobre este órgano”.
Durante el metabolismo del paracetamol “se produce un compuesto muy reactivo (denominado NAPQI o N-acetil-para-benzoquinoneimina) que en condiciones fisiológicas normales y cuando el paracetamol se usa en la dosis recomendada no llega a generar toxicidad sobre el hígado porque es rápidamente eliminado por la acción del glutatión, una molécula intracelular con alta capacidad antioxidante”, explica. Sin embargo, “el consumo, especialmente el crónico y elevado pero también el esporádico, de alcohol puede modificar la capacidad del hígado de metabolizar el alcohol y aumentar su toxicidad”.
Por ello, se recomienda “un uso con precaución en personas con problemas de alcoholismo crónico o que consumen tres o más bebidas alcohólicas al día de manera habitual debido al riesgo de daño hepático”, explica el farmacéutico. En el caso del consumo crónico, “no se debe superar una dosis máxima de 2 gramos al día de paracetamol, aunque la recomendación concreta dependerá de las particularidades de cada caso”.
¿Y si espacio la toma del medicamento con el consumo de alcohol? En este sentido, el farmacéutico informa: “En cuanto al tiempo de espera entre el consumo del fármaco y el consumo de alcohol, se deben tener en cuenta muchos factores, como el estado general del paciente (edad, enfermedades concomitantes que puedan afectar al hígado) o la dosis utilizada, por ejemplo, por lo que no es posible dar una cifra exacta que pueda servir como referencia general”.
Beber alcohol y tomar ibuprofeno
En cuanto al ibuprofeno, este medicamento pertenece al grupo de los AINE (Antiinflamatorio no esteroideo) y se utiliza de manera frecuente para el dolor y para la inflamación. En este caso, su consumo habitual “puede provocar efectos secundarios gastrointestinales como dolor, malas digestiones o incluso úlcera de estómago si se toma de forma crónica y en cantidades elevadas”, explica el farmacéutico. Si se mezcla con el alcohol, “este tóxico puede potenciar estos efectos secundarios y hacerlos más frecuentes y graves, por lo que conviene evitar tomar alcohol mientras estemos en tratamiento con este fármaco”.
Beber alcohol y tomar antibióticos
En el caso de los antibióticos, es importante ir caso por caso ya que en el efecto puede ser una inefectividad del medicamento. Como apunta Caballero, “las interacciones entre el alcohol y algunos antibióticos pueden ser o no clínicamente relevantes en función del tipo de medicamento”.
Por ejemplo, “determinados antibióticos pueden perder su eficacia o provocar efectos secundarios graves al tomar alcohol, este es el caso de los nitroimidazoles como metronidazol o tinidazol”.
Este efecto también puede ocurrir con ciertas cefalosporinas (como cefamandol o cefoperazona), “por su capacidad para inhibir una enzima, la aldehído-deshidrogenasa, que metaboliza el aldehído que se produce durante el metabolismo del alcohol”. Por otra parte, en el caso del aldehído, “este es un compuesto tóxico y cuya acumulación provoca numerosos síntomas, como mareo, náuseas, taquicardia o un fuerte dolor de cabeza (lo que se conoce como “reacción tipo disulfiram”).
Es importante señalar que, “este tipo de reacciones al tomar alcohol se han llegado a observar hasta 3 días después del consumo del fármaco”. No obstante, hay muchos factores que pueden influir en la respuesta del paciente, por lo que (como en los casos anteriores) “no es posible dar una cifra concreta sobre el tiempo de espera que sirva como referencia general”.
Alcohol con antihipertensivos, estatinas y antidiabéticos
Además de estos medicamentos, hay otros tres que se toman de forma muy habitual en España como son los fármacos para controlar la tensión, el colesterol y la diabetes.
En el caso de los antihipertensivos, tal y como recuerda Caballero, “se debe tener en cuenta que el consumo crónico de alcohol aumenta la presión arterial, pudiendo interferir en la eficacia del tratamiento”. El consumo de pequeñas cantidades de alcohol “no produciría este efecto”. De hecho, “un consumo puntual de dosis moderadas de alcohol puede tener un efecto hipotensor que puede potenciar el efecto del fármaco antihipertensivo, por lo que conviene tener precaución”, advierte.
En el caso de los fármacos para el colesterol, hay que señalar que “en algunos casos, los empleados para el tratamiento de la hipercolesterolemia (fundamentalmente las estatinas) pueden producir un aumento de las transaminasas hepáticas, por lo que también conviene evitar el consumo junto con alcohol en cantidades elevadas”.
Para los diabéticos que toman medicamentos, estos deben saber que “el alcohol tiene un efecto hipoglucemiante, por lo que se desaconseja el consumo de alcohol en cantidades elevadas durante el tratamiento de la diabetes”.
Además, añade. “se ha descrito una reacción adversa poco frecuente pero cuyo riesgo aumenta al tomar alcohol en pacientes tratados con metformina. Esta reacción es la acidosis láctica, que puede llegar a ser muy grave”. Los síntomas más frecuentes de la acidosis láctica son “náuseas, vómitos, debilidad muscular y afectación de la respiración”.
¿Hay algún medicamento que se puede tomar con seguridad?
Como explica el farmacéutico, hay muchos medicamentos cuya actividad “no se ve afectada por el alcohol o que tampoco incrementan la toxicidad del alcohol”. Sin embargo, “aunque en determinados casos el consumo moderado de alcohol pueda no ocasionar interacciones graves con medicamentos, siempre conviene consultar con el médico o el farmacéutico para garantizar el uso seguro, teniendo en cuenta que la recomendación se debe adaptar a cada paciente en función de su situación concreta”, concluye.
El Pepazo/Marca/Cuídate
Ibuprofeno, paracetamol, antibióticos…medicamentos a tomar en cuenta cuando se ingiere alcohol. Es habitual tomar medicamentos para el dolor o la inflamación de forma puntual o para el colesterol, la diabetes o la tensión, de forma crónica, y también es habitual beber alcohol de vez en cuando. Te contamos qué ocurre si mezclas ambas sustancias.
El uso de estos fármacos es muy frecuente, sobre todo el de las benzodiacepinas. De hecho, según datos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, España es el país del mundo donde más benzodiacepinas se consumen. Pero ¿qué ocurre con otros medicamentos también de uso frecuente como el paracetamol, el ibuprofeno o los antibióticos? ¿se pueden tomar con alcohol? ¿tienen efectos graves?
Beber alcohol y tomar paracetamol
El paracetamol es uno de los medicamentos más consumidos en España ya que se utiliza para aliviar el dolor. Aunque es bastante seguro, este fármaco no está exento de riesgos. Como recuerda Caballero, “el alcohol es un producto tóxico para el hígado”. Por este motivo, “si se combina con paracetamol se pueden incrementar los efectos de ambas sustancias sobre este órgano”.
Durante el metabolismo del paracetamol “se produce un compuesto muy reactivo (denominado NAPQI o N-acetil-para-benzoquinoneimina) que en condiciones fisiológicas normales y cuando el paracetamol se usa en la dosis recomendada no llega a generar toxicidad sobre el hígado porque es rápidamente eliminado por la acción del glutatión, una molécula intracelular con alta capacidad antioxidante”, explica. Sin embargo, “el consumo, especialmente el crónico y elevado pero también el esporádico, de alcohol puede modificar la capacidad del hígado de metabolizar el alcohol y aumentar su toxicidad”.
Por ello, se recomienda “un uso con precaución en personas con problemas de alcoholismo crónico o que consumen tres o más bebidas alcohólicas al día de manera habitual debido al riesgo de daño hepático”, explica el farmacéutico. En el caso del consumo crónico, “no se debe superar una dosis máxima de 2 gramos al día de paracetamol, aunque la recomendación concreta dependerá de las particularidades de cada caso”.
¿Y si espacio la toma del medicamento con el consumo de alcohol? En este sentido, el farmacéutico informa: “En cuanto al tiempo de espera entre el consumo del fármaco y el consumo de alcohol, se deben tener en cuenta muchos factores, como el estado general del paciente (edad, enfermedades concomitantes que puedan afectar al hígado) o la dosis utilizada, por ejemplo, por lo que no es posible dar una cifra exacta que pueda servir como referencia general”.
Beber alcohol y tomar ibuprofeno
En cuanto al ibuprofeno, este medicamento pertenece al grupo de los AINE (Antiinflamatorio no esteroideo) y se utiliza de manera frecuente para el dolor y para la inflamación. En este caso, su consumo habitual “puede provocar efectos secundarios gastrointestinales como dolor, malas digestiones o incluso úlcera de estómago si se toma de forma crónica y en cantidades elevadas”, explica el farmacéutico. Si se mezcla con el alcohol, “este tóxico puede potenciar estos efectos secundarios y hacerlos más frecuentes y graves, por lo que conviene evitar tomar alcohol mientras estemos en tratamiento con este fármaco”.
Beber alcohol y tomar antibióticos
En el caso de los antibióticos, es importante ir caso por caso ya que en el efecto puede ser una inefectividad del medicamento. Como apunta Caballero, “las interacciones entre el alcohol y algunos antibióticos pueden ser o no clínicamente relevantes en función del tipo de medicamento”.
Por ejemplo, “determinados antibióticos pueden perder su eficacia o provocar efectos secundarios graves al tomar alcohol, este es el caso de los nitroimidazoles como metronidazol o tinidazol”.
Este efecto también puede ocurrir con ciertas cefalosporinas (como cefamandol o cefoperazona), “por su capacidad para inhibir una enzima, la aldehído-deshidrogenasa, que metaboliza el aldehído que se produce durante el metabolismo del alcohol”. Por otra parte, en el caso del aldehído, “este es un compuesto tóxico y cuya acumulación provoca numerosos síntomas, como mareo, náuseas, taquicardia o un fuerte dolor de cabeza (lo que se conoce como “reacción tipo disulfiram”).
Es importante señalar que, “este tipo de reacciones al tomar alcohol se han llegado a observar hasta 3 días después del consumo del fármaco”. No obstante, hay muchos factores que pueden influir en la respuesta del paciente, por lo que (como en los casos anteriores) “no es posible dar una cifra concreta sobre el tiempo de espera que sirva como referencia general”.
Alcohol con antihipertensivos, estatinas y antidiabéticos
Además de estos medicamentos, hay otros tres que se toman de forma muy habitual en España como son los fármacos para controlar la tensión, el colesterol y la diabetes.
En el caso de los antihipertensivos, tal y como recuerda Caballero, “se debe tener en cuenta que el consumo crónico de alcohol aumenta la presión arterial, pudiendo interferir en la eficacia del tratamiento”. El consumo de pequeñas cantidades de alcohol “no produciría este efecto”. De hecho, “un consumo puntual de dosis moderadas de alcohol puede tener un efecto hipotensor que puede potenciar el efecto del fármaco antihipertensivo, por lo que conviene tener precaución”, advierte.
En el caso de los fármacos para el colesterol, hay que señalar que “en algunos casos, los empleados para el tratamiento de la hipercolesterolemia (fundamentalmente las estatinas) pueden producir un aumento de las transaminasas hepáticas, por lo que también conviene evitar el consumo junto con alcohol en cantidades elevadas”.
Para los diabéticos que toman medicamentos, estos deben saber que “el alcohol tiene un efecto hipoglucemiante, por lo que se desaconseja el consumo de alcohol en cantidades elevadas durante el tratamiento de la diabetes”.
Además, añade. “se ha descrito una reacción adversa poco frecuente pero cuyo riesgo aumenta al tomar alcohol en pacientes tratados con metformina. Esta reacción es la acidosis láctica, que puede llegar a ser muy grave”. Los síntomas más frecuentes de la acidosis láctica son “náuseas, vómitos, debilidad muscular y afectación de la respiración”.
¿Hay algún medicamento que se puede tomar con seguridad?
Como explica el farmacéutico, hay muchos medicamentos cuya actividad “no se ve afectada por el alcohol o que tampoco incrementan la toxicidad del alcohol”. Sin embargo, “aunque en determinados casos el consumo moderado de alcohol pueda no ocasionar interacciones graves con medicamentos, siempre conviene consultar con el médico o el farmacéutico para garantizar el uso seguro, teniendo en cuenta que la recomendación se debe adaptar a cada paciente en función de su situación concreta”, concluye.
El Pepazo/Marca/Cuídate