Se mete en octavos con autoridad, ante la supuesta tapada Serbia, dejando claro que Portugal deberá andarse con cuidado
ASuiza nadie la tiene jamás en cuenta. Se le adjuntan calificativos como equipo «incómodo» o «práctico». Todo lo que sea para bajarla del nivel real que tiene. No es que sea una matagigantes en momentos puntuales, como cuando eliminó a Francia de la Eurocopa, sino que se impuso a Italia (la campeona de Europa) en su grupo de clasificación. Granito a granito. Sin sacar pecho ni inmutarse. La fiabilidad de una selección que acumula presencias en grandes citas y que siempre termina saliendo por pequeños detalles. Compite más y mejor que otro muchos con más cartel, como una Serbia más emocional que conjuntada. Con una calidad individual abrumadora, sin ser un conjunto real, más que talento sobre talento sin una idea clara de fútbol. Salía a suicidarse y, pese a ponerse por delante, Suiza le cogía el guante. Jugamos a lo tuyo y también pienso ganarte. Le espera Portugal en octavos. Que se preparen Cristiano y compañía.
Se podía esperar un partido a vida o muerte. Fuera de rivalidades, viejas cuentas del Mundial 2018, o con jugadores de origen albanokosovares, como Xhaka y Shaqiri, había demasiado en juego, esperando ambos que Brasil les hiciese un pequeño ante Camerún, sobre todo en el caso balcánico. La Suiza férrea en lo defensivo y la locura ofensiva y jugando sin red de Serbia. La primera mitad respondía a las mejores expectativas e incluso más. Porque no se había cumplido ni un minuto de juego cuando Milinkovic-Savic tuvo que sacar dos balones de gol. Embolo se quedó mano a mano, con la defensa de tres serbia transparente, estrellando su remate en el portero. El rechace cayó en pie del conocido Xhaka, quien fusiló desde 14 metros, para que ahora el portero sí hiciese algo más de que pantalla, sacando las manos a pasear. Se libraba Serbia. Significaba que no iba a existir tregua. Ocasión tras ocasión. Tocaba divertirse.
Porque el seleccionador serbio colocó a dos delanteros por primera vez, con Tadic libre a la espalda. Una idea casi suicida, sabedor de que no tiene capacidad defensiva para controlar tanto talento por delante, ya que sus carrileros tienen espíritu de extremos. Necesitaba ganar. No quedaba otra. Zivkovic realizó el primer aviso de Serbia desde su casa. Latigazo que escupía el palo. Dominaba el cuadro de Stojkovic, cuando aparecía Ricardo Rodríguez cabalgando por la izquierda y sin oposición. Su centro mal despejado terminaba en un pase hacia Shaqiri, quien volvía a golpear al país (territorio en su momento) que le vio nacer. Su último gol en un Mundial fue ante Serbia. No tiene piedad.
Respondía pronto el cuadro balcánico, con la seda de la zurda de Tadic en el centro y ese clásico remate de Mitrovic casi sin saltar. Giraba su fornido cuello de boxeador para colocar la pelota en el segundo palo. Volvían las tablas. Sin embargo, el delantero del Fulham tenía hoy un compañero. Vlahovic apenas había actuado 24 minutos en la derrota ante Brasil. Tenía su opción de inicio. Como Shaqiri, no había tocado una pelota hasta que se encontró una dentro del área. Para dentro. Serbia remontaba. Locura. Trató de llegar al descanso por delante. No le fue posible. Otra jugaba bien trenzada por Suiza, que cuando se activa en ataque es temible, la finalizó Embolo en línea de gol. Quedaba por delante una segunda mitad para vivirla.
Suiza combina como los ángeles
Serbia se encontraba perdida, metiendo su entrenador también a Jovic para el ataque. Los detalles de Kostic o Tadic eran cada vez menores. Ambos iban metiendo cambios más lógicos para equilibrar el juego excesivamente abierto, lo que convenía al que estaba por delante en el marcador, una Suiza que había dejado su piel de equipo defensivamente férreo, por la de conjunto brillante y osado en ataque. Siempre se puede volver a tu esencial Y a eso recurría el conjunto helvético. El resultado era maravilloso. Y en el otro lado, a Serbia pareciese que le diese igual la eliminación. O más bien, se sentía incapaz. Los cambios quitaban a la caballería. La impotencia de un combinado lleno de talento, que ha pasado de ser la previsible sorpresa en el Mundial, a la decepción. Suiza, siempre tapada, cumple como cada dos años, en Eurocopa o Copa del Mundo.
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El Pepazo/Marca