El Conor McGregor – Floyd Mayweather de Las Vegas. El Tyson Fury – Francis Ngannou de Riad. Son dos combates que unen a los dos grandes deportes de combate, boxeo y las artes marciales mixtas encabezadas por su compañía líder, UFC. Crean de una forma un tanto artificial y algo falseada duelos que son mucho más que eso. Formas de reivindicar y mandar en el tablero del deporte. ¿El boxeo sigue mandando o la UFC ha tomado su puesto?

En esos duelos mediáticos, las opciones deportivas de los luchadores de MMA son pocas o ninguna. Es la realidad de los combates, pero es su forma de tocar a la puerta de la UFC. Por el dinero, en muchas ocasiones insuficiente. Por no poder crear sus propias peleas sin el apadrinamiento de la compañía y el impedir utilizar patrocinadores propios. Son muchas las reivindicaciones a través de un simple pleito con un gran exponente del pugilismo. McGregor lo llevó al extremo. Su gira previa con Mayweather se convirtió en sensación con retos como llegar más tarde que el otro a la rueda de prensa. Y enfadó a todos llegando a ser desposeído de sus cinturones de campeón de la UFC. Era la gran estrella y jugó sus propias reglas.

Pero la UFC, paralelamente, también sabe qué ventaja tiene. Suma carteleras estrella en casi todos sus eventos numerados. Nadie duda sobre quién es el campeón mundial en cada peso. Y no eternizan la búsqueda de duelos como sí ocurre en boxeo con ejemplos como el Fury – Usyk que aunque está pactado para Arabia y final de 2023 o principio de 2024 incluso genera dudas.

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El Pepazo/Marca